Solo lo esencial

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"Solo lo esencial" Me repetí una vez más al entrar al supermercado.

"Solo lo esencial", decía revisando la lista de las compras.

Pase por el pasillo de higiene personal.

Papel higiénico, si. Estaba en la lista.

Pasta dental, shampoo, podían esperar. Esta semana era solo lo esencial.

Esquive el pasillo de congelados y llegué al de los no perecederos.

Fideos, no; arroz, tenía un paquete en casa.

Atún, arvejas, pastas y demás, todos pasados por altos.

"Solo lo esencial", pensé una vez más.

Frutas y verduras, las miraba como algo lejano, algo puro.

Mi cuerpo, antiguo templo derruido en el vicio no las merecia.

Con este pensamiento me justifique a mi mismo y me aleje.

"Solo lo esencial", me insistía una y otra vez,

Cómo una especie de mantra del ahorro.

Una letanía obrera del querer llegar una vez más al fin de mes.

Televisores, electrodomésticos, sistemas de entretenimiento,

Con sus luces brillantes y fuertes sonidos me llamaban la atención.

Algún día, me propuse, como ese chico pobre que miraba al vecino y sus juguetes lujosos.

Por ahora era solo lo esencial, está semana estoy limitado al consumo básico.

"Solo lo esencial" y miraba las máquinas de afeitar, acariciando mi barba de dos semanas.

El pasillo de mascotas se reía, mientras subconscientemente, aliviaba mi bolsillo.

La perra se fue hace un mes y no se donde estará.

Solo lo esencial rezaba la lista señalando el último objetivo.

Frente a mí se hallaba el pasillo deseado y lo admiré como César debió admirar Roma antes de volver a entrar.

"La suerte está echada" recordé y eche mi metálico carruaje a rodar.

Malbec, escocés, aperitivos, licor.

Saqueé los estantes, llenando el chango y me fui,

Llevando solo lo esencial.

Antología CotidianaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora