Cuestionamiento de un amanecer proletario

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Camino a mi casa, saliendo del trabajo y del yugo del agotador turno noche, me crucé con un perro.

Sus ojos me ignoraron pues su mirada estaba fija en el camino.

Sus patas se movían con apremio entretanto el viento molesto le ofrecía resistencia.

Su cabellera era testigo del árido clima de nuestro sur santacruceño.

Siendo las seis de la mañana, me pregunte entonces:

¿A donde podría dirigirse a esas horas un perro con tanto apuro?

Antología CotidianaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora