III - Poder...

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Narra Marinette:

La capucha calló detrás de su espalda, dejándome ver a un anciano, con pelos blancos y arrugas por toda su cara.
—¡¿M-maestro?!— dejé mí sorpresa expresarse. Había dejado crecer su barba y su cabello plateado. Su espalda estaba encorvada y vestía ropa larga y oscura.
El anciano, claramente disgustado por mí sorpresa ante su "cambio" físico, aclaró su garganta. —Perdón, es solo que... Ha cambiado... Mucho— Me disculpé ante mí expresión descortés. Cerró sus ojos por un momento y suspiró —Por favor, toma asiento, hablaremos de cosas importantes, no quiero que te desmayes— dijo con una risa sin gracia. Me giré para atrás, y me senté en un sofá pequeño, con un tapiz verde gastado. No era incómodo, pero se sentía raro. Respiré profundamente y me concentré.
El maestro me ofreció té. Lo bebimos para relajar el ambiente y así poder hablar con más tranquilidad.
—Estoy realmente satisfecha, muchas gracias— dejé la taza, ya vacia de té.
El maestro me imitó. Puso su mano, cerrada como un puño, en sus labios y aclaró la garganta —Leiste bien la carta, ¿verdad?— su mano estaba jugando con su ropa. Parecía nervioso. —La leí un par de veces— dije seria. —Bien, vamos a suponer que tienes claro lo escrito en la carta— asentí con mí cabeza, estaba nerviosa, pero necesitaba mostrarme fuerte, segura.
—Mi enfermedad ya es evidente, sé que lo has notado— luego de confirmar su estado de salud, su voz se ha puesto más ronca que antes —Moriré en poco tiempo, Marinette. Quizá hoy o mañana, pero lo haré— no he podido evitar sentirme mal. —Yo... ¿No hay manera de que pueda ayudarlo?— aparté mí mirada, no quería ofenderlo.
—Agradezco tu bondad, Marinette. Pero no, no puedes ayudarme. Todos moriremos en algún momento, a mí pronto me toca.
Cómo yo te "heredaré" los Miraculous, a mí también me los heredaron, han pasado de generación en generación y tú seguirás esa tradición, para que en el mundo siempre gobierne el bien. Que el mal Jamás tenga en su poder los Miraculous, es tu deber. Protéjelos, como te dije, cuídalos como a tu propia vida, o podrías poner en peligro las vida de los ciudadanos de París— cada una de las palabras que decía, quedaba grabada en mí memoria. —Haré lo imposible para protegerlos, mantener a todo el mundo a salvo del mal— juré con todo mí corazón.
Una leve sonrisa se formó en su rostro, lo cuál también me agradó. Respondí con otra sonrisa.
—No será fácil, desde ya te lo aseguro— ya lo suponía, pero de igual manera me causó temor. Sus dedos golpeaban suavemente contra la mesa, algo inquieto. —Yo he cometido muchos errores, demasiados. Nadie se libra de ellos, tenlo en cuenta. Pero, tampoco puedes exagerar. No le des un Miraculous a cualquier persona, recuerda "No juzgues a un Libro por su portada". No todos son lo que parecen, ten mucho cuidado al elegir un portador de Miraculous— sus ojos reflejaban temor al hablar. Esto me asustaba más de lo que ya lo estaba.

• • •

Pasaron alrededor de dos horas. El maestro no paro de hablarme, contarme secretos increíbles sobre los Kwamis y los Miraculous. Me dió lecciones, para saber que hacer en caso de un caos, todo lo que necesitaba oír, me lo dijo él.
El momento donde los nervios más se apoderaron de mí, fue cuando el maestro Fu se levantó del viejo sofá, y con una seria mirada me dijo que iría a buscar de lo que habíamos estado hablando durante todo el rato.
Vería a Tikki, podría transformarme nuevamente, nuevas aventuras, al fin mí vida tendría un poco más de sentido.
El ruido de una puerta cerrando me hizo volver al planeta tierra.
—Han sido mí única compañía por años...— dijo el Maestro, mirando con cariño a un cofre grande y oscuro, con dibujos de un vibrante Rojo. Se quedó inmóvil, observando la caja en medio de la habitación por unos segundos. Reaccionó y se acercó a mí. Lo pensó un momento y extendió sus brazos con el cofre en ellos.
—Sé que lo harás muy bien, Marinette— dijo con una sonrisa y voz suave. Mí corazón comenzó a palpitar más que rápido. Con lentitud, moví mis brazos hacia la caja. mís manos temblaban, pero la tomé. Con firmeza la acerqué hacia mi. El brillante rojo de los dibujos encima del cofre hacían que me estremeciera —Con tan solo tocarla... Puedo sentir su poder— dije muy despacio, sorprendida y abrumada —Su poder es inmenso, yo también puedo sentirlo— aclaró el anciano con una gran sonrisa. Mis manos se sentían vibrar, realmente era poderoso.
Caminamos hacia la puerta de la oscura residencia —Guardalo en tu bolso— movió sus manos con desesperación —No queremos problemas al comienzo— abrí mí mochila y guardé el gran cofre.
Dí un paso para irme, pero me detuve. Sería la última vez que lo vería...
Giré sobre mis pies y lo abracé. Lo que menos me importaba es si le molestaba.
—Gracias— le dediqué una radiante y sincera sonrisa. —Gracias a ti, Marinette— sus ojos se cerraron y una cálida sonrisa apareció en su arrugado rostro —Te protegeré desde donde sea que esté después de la muerte...—.
Esta vez, decidida, me giré para irme y fue lo que hice. La mochila pesaba un poco, pero era lo de menos.
Cuando salí del pequeño callejón que llevaba a casa del Maestro, vi una multitud de niños jugando en una plaza. Todos se divertían, jugaban con un balón, no se preocupaban por nada... —Ah, que envidia, quisiera ser un niño— dije con algo de ternura y risa.
  Tardé un poco, pero llegué a casa. Estaba feliz y tenía energía, en el camino a casa lo pensé, quizá saldría con Loana esta noche, me hace falta liberarme de tantas cosas en mí cabeza...

Como siempre, busqué las llaves en el desorden de mí bolsa. Oí un "Miau" detrás de la puerta que me derritió de ternura.
—¡Félix! Me extrañaste?— el gato se rindió a mis pies y comenzó a ronronear. Realmente nos habíamos agarrado cariño, en poco tiempo.
Mí corazón me decía que tenía que hacer algo, buscar algo, ¿Pero qué? No podía dejar de sentir esa abrumadora sensación desde que el Maestro me había otorgado el cofre.
  Tomé mí mochila con delicadeza y saqué el cofre. Quería ser nuevamente Lady Bug, ver a Tikki, cuidar a todo París...
Busqué mí celular en mí mochila, primero quería... —¿Q-qué?— algo que no había guardado estaba encima de mí celular. Una caja... Pequeña. Mí ojos se abrieron como platos al reconocerla, ¡Era la caja que el maestro Fu me dio cuando me otorgó el Miraculous de Lady Bug! Me emocioné. Sentía ganas de llorar, realmente me traía buenos recuerdos. La tomé y recordé lo que el Maestro Fu me dijo »No habrás el cofre, solo en caso de emergencias...« Hice caso, guardé el Cofre grande en mí Armario, detrás de los sacos y cajas llenas de ropa. Ahí estaría a salvo.
Volví a mí cama y me alteré al ver a Félix jugando con la Caja —No! Félix!— el gatito se asustó y se alejó de esta.
—Tikki...— susurré. Tomé la cajita entre mis manos. Pasé la yema de mí dedo por cada uno de sus lados, sintiendo su poder.
La abrí. Una luz muy fuerte impactó contra mis ojos. Cubrí mí cara con mí brazo para protegerme.

Leer ♥
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Holis
¿Cómo están? UwU
Vengo a contarles un par de cosirijillas :v
Me preguntaron en qué capítulo iba a aparecer Luka, para su suerte (? Luka saldrá en el próximo o el siguiente de ese ♥
Voy a tratar de actualizar dos veces la semana que viene, ya que es mí cumpleaños (23 de septiembre) y quizás no tenga tiempo unu (Sería bonito que dejen un mensaje de feliz cumpleaños, okno, no les pido nada xd)

También les cuento que saludaré a las personas que voten los capítulos (o al menos a la mayoría)

En este capítulo no enviaré saludos, pero en el próximo voy a mandar muchoooos! (Voten xd)

¡Muchas gracias por leer!
Espero que les haya gustado!
Déjenme su opinión sobre el capítulo en los comentarios y siganme!
Sus votos y comentarios bonitos me animan a seguir escribiendo, así que, haganlos xd 💞
Muchos abrazos! Nos vemos!


Véritable Amour 2 (Temp. 2) - Lukanette Donde viven las historias. Descúbrelo ahora