Hermione no respondió. Le puso un dedo en los labios, callándolo. Dudó por instante, no. No era tiempo de vacilar. Tenía que hacerlo. Se acercó a Malfoy, quien la miraba con furia. Sus labios se rozaban, y él pudo sentir un cosquilleo al tenerla tan cerca. Hermione le dio una última mirada, y lo besó. Sellando así el pacto. Draco sintió como ese lazo se profundizaba. A pesar del enojo que sentía al no saber qué demonios pasaba, no pudo evitar desarmarse frente al beso de la chica y por un minuto se tensó, pero al sentirla estrellándose contra él, no pudo resistirlo más y la tomó entre sus brazos, apretándose contra ella. Comenzó suave, dándole besos cortos a lo largo de sus labios. De forma imprevista, ella introdujo su lengua en él. No desaprovechó la oportunidad y comenzó a besarla con fiereza, dándole pequeños mordiscos para luego pasar su lengua, haciéndola suspirar. Se sentía en un frenesí, deseaba más. Había olvidado incluso por qué se había molestado. Todas sus preocupaciones se esfumaron, como si toda su vida se viera reducida a ese momento. ¿Cómo había podido estar tanto tiempo sin saber cómo sabían los labios de aquella chica? La besó con fuerza, con desesperación, con lujuria. Era una lucha carnal, el bien y el mal. El frío y el calor, la serpiente y el león. Hermione no se quedaba atrás, sentía que toda su vida había necesitado besarlo, sin saberlo. Merlín, ni aunque lo besara mil años se sentiría satisfecha. Sus labios eran suaves, y estaba sorprendida por la delicadeza que el arrogante y malcriado Draco Malfoy podía demostrar si quería.
Draco la recostó en el suelo, poniéndose encima de ella. Por un instante, se separaron. Y pudo ver la mirada encendida de la chica, con las mejillas completamente sonrojadas. Comenzó a bajar, primero por su mandíbula y luego a su cuello. Necesitaba más.
Por otro lado, Hermione jamás había besado así, y a la vez ni en sueños había sido besada como lo hacía Malfoy. Era sentir todo y nada a la vez, se sentía deseada, excitada. Se asustó cuando él se empezó a frotar contra ella, sintiendo su erección. Se paró bruscamente y lo miró. Ambos jadearon. Hermione lo miró avergonzada.
—Yo...—balbuceó.
Draco recordó.
—¿Me vas a decir qué mierda es esto, Granger?— Dijo, relamiéndose los labios. Estaba molesto, pero las ganas de volver a besarla eran más grandes.
Hermione palideció, encogiéndose de hombros. ¿Debería decirle la verdad? No, se pondría furioso...—Nada, no te preocupes. Sólo lo vi en Hogsmeade y pensé que te quedaría bien, nada más.— Mintió, tratando de parecer convincente.
¿Pensaba que era idiota? Él había sentido que algo no andaba bien en el momento que le pusieron ese condenado artefacto. Perdió la paciencia y la agarró por los hombros.
—Escúchame bien, sangresucia -remarcó las palabras venenosamente, mirándola con los ojos como rendijas- No sé si estás acostumbrada a tratar con puros imbéciles como la maldita comadreja o cara rajada, pero sé que me hiciste algo, y me dirás ahora que mierda es— La tomó por los hombros, zarandeándola levemente. La chica entró en pánico, comenzando a dudar. Para su horror, sintió cómo la última gota de la poción se agotaba, nadie sabía dónde estaba, sólo Theo...
—DIME QUÉ ME HICISTE, ESTÚPIDA SANGRE SUCIA— Estaba fuera de control, primero por que le había puesto eso, segundo porque le mintió asquerosamente mal y por pensar que era un imbécil.
Todo pasó en un segundo, Hermione comenzó a llorar, desesperada. Tenía miedo de lo que Malfoy le podía hacer ¿Y si su plan no había funcionado? ¿Si el brazalete había perdido su magia? ¿Si todo era en vano y por su estupidez Malfoy la asesinaba ahí mismo? No podía pensar con claridad, estaba aterrada. De pronto, al ver a la chica llorar, sintió una fuerte opresión en el pecho, debilitándose y cayendo de rodillas. Era una sensación como si -literalmente- unas cadenas le apretaran el corazón. La miró con más furia aún, pero estaba muy débil para hacer algo.
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El Brazalete de Knomit
Romance"Te advertí que me dejaras en paz, que no me fastidiaras. Ahora, tienes los días contados. Y créeme, será peor si lo dices a alguien. Quizás te creas la sabelotodo perfecta, sin embargo yo sé cómo eres, y déjame decirte esto: Te mataré, Granger. No...