Capítulo 4: Intromisión

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Draco había estado observando toda la escena. Desde que estaban en el Gran Comedor, y divisó al gemelo pobretón caminando muy nervioso hacia Hermione. Luego salieron juntos, y cuando se dio vuelta, le guiñó un ojo a su mala copia. Es ahí cuando supo que algo pasaría. Así que se decidió a seguirlos, por nada en particular, sino que tenía que saber en qué andaba la sangre sucia, para así poder amenazarla luego y hacerla más miserable aún. Sí, eso era. Los siguió cautelosos, se dirigían al Lago Negro. ¿Qué iban a hacer allá? ¿Por qué no charlaban ahí mismo? Algo debía planear ese pelirrojo copiado. Cuando llegaron a su destino, se sentaron frente a frente a charlar. Draco se tranquilizó. Se instaló cerca de un árbol e hizo un hechizo desilusionador, para acercarse un poco más. Escuchó cuando él le declaró su amor. Draco sonrió con malicia. ¿Acaso estaba ciego? Su sonrisa se vio interrumpida cuando vio a Weasley besar a Granger, pero más se horrorizó cuando notó que ella le devolvía el beso. ¿Qué demonios estaba pasando? Esto no podía estar pasando. Estaba furioso. Se acercó más. ¿El pobretón le estaba ofreciendo sexo? ¿Así nada más? Maldito estúpido, el viejo chiflado de Dumbledore debió haberlos echado por fallar en todas sus asignaturas el año pasado, pero no. El muy imbécil había decidido darles otra oportunidad. ¿Acaso no les avergüenza ser tan viejos y continuar en el colegio? Comenzó a ver rojo por la ira. Estúpidos. Haría algo para vengarse.

Se dirigió completamente encolerizado al Gran Comedor, agarró a Pansy por el brazo y la arrastró hacia su habitación. La desnudó, dándole besos furiosos. La lanzó a la cama y se abalanzó encima de ella. La penetró una y otra vez, con rabia. No había tiempo para sutilezas, la dejó boca abajo y volvió a penetrarla una y otra vez, hasta el cansancio. Cuando acabó, rodó fuera de ella y se tapó con las sábanas. Pansy estaba despeinada, sudorosa y jadeante.

—Wow Draco, ¿Qué pasó?— Preguntó entre suspiros.

—Nada que sea de tu maldita incumbencia, sólo tenía ganas de follarte y ya— Escupió. Seguía enojado aún, pero de igual forma un poco más relajado que antes.

—No te atrevas a hablarme así, menos después de tuvimos sexo— Lo criticó.

—Como quieras, ahora dormiré un rato. Nos vemos más tarde— Se dio media vuelta y se quedó dormido automáticamente.

Pansy quedó ahí, pensando. Había hecho esto sólo una vez anteriormente, y era cuando estaba muy molesto. ¿Qué le habría pasado? Debería averiguarlo, quizás Theo o Blaise sabían algo.

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Era de noche, estaban celebrando el cumpleaños de algún Gryffindor en la sala común así que había una especie de fiesta. Estaba Harry, Ginny, Luna, Neville, Ron, los gemelos y Hermione. Ella estaba un poco cohibida por la presencia de Fred, quien la miraba a ratos y le guiñaba un ojo a escondidas. ¿En qué estaba pensando? ¿Qué pasaría si alguien los descubre? Parece que George ya lo había hecho, porque cada vez que la miraba, sonreía con picardía y le alzaba las cejas. Ginny al parecer también sospechaba algo, porque miraba a ambos con confusión.

—Herms, ¿hiciste la tarea de Herbología? — Le preguntó Ron.

— Claro que ya la hice — Respondió.

— Obvio que hizo su tarea y todas las de la semana, al fin y al cabo es la más inteligente de la escuela, ¿Cierto, Herms? — Dijo Fred, quien apareció de sorpresa al lado de ellos.

— Claro, como digas, Fred. ¿Me la podrías prestar, Herms? No pude hacerla por los entrenamientos de Quidditch esta semana — Rogó.

— ¿Qué pasaría si te digo que no? Siempre es lo mismo contigo, Ronald. Sólo me buscas cuando no hiciste las tareas o quieres que te las corrija. ¿Porqué no vas a donde tu noviecita y le pides a ella la tarea?— Ladró.

El Brazalete de KnomitDonde viven las historias. Descúbrelo ahora