Capítulo 11: San Valentín.

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Ya era catorce de febrero. Hermione se había arreglado nuevamente el pelo como aquella vez que quiso deslumbrar a Draco, realmente estaba nerviosa. ¿Qué dirían los demás cuando los vieran? Le aterraba sólo pensar el griterío que armaría Ronald. Pero bueno, tampoco les podía contar lo que ocurría, aunque quizás Harry entendiera. Pero por ahora, estaba mejor así. Se puso unos vaqueros, una camisa a cuadros y una chaqueta, puesto que aún helaba. Bajó a tomar desayuno, e inevitablemente miró hacia la mesa de Slytherin. Draco la observaba, con su sonrisa torcida. Ella se sonrojó y desvió la mirada. Se sentó entre Ron y Harry, quienes se veían animados.

—Buenos días, chicos— Les dijo con una sonrisa.

—Hola, Herms— respondieron los dos al unísono.—Te ves muy bien hoy— dijo Harry.

Finalmente él había juntado el valor para pedirle a Ginny Weasley estar juntos hoy, a lo que ella había aceptado encantada. Por otro lado, Ron no despegaba la mirada de la mesa de las serpientes, sonriendo como bobo.

—¿A quién miras tanto, Ron?— Preguntó el chico.

—¿Yo? A nadie...— mintió.

Luego de desayunar, Hermione se dirigió a la puerta principal, donde Draco la esperaría. Supo que era hora de ir, porque Malfoy la miró y le hizo un gesto hacia la salida.

—Bueno chicos, me tengo que ir. Por favor, no traten de seguirme. Aún no les quiero contar quien es mi "cita", espero tengan un buen día.—Les dio a cada uno un beso en la mejilla y partió.

Malfoy estaba nervioso, sabía que hacía todo esto para mantener la imagen frente a Blaise y no tener -más- problemas. Pero ¿por qué le afectaba tanto? Temía envolverse más de lo esperado. "Cálmate, Draco." Se obligó a pensar. De la nada, llegó ella. Vestía normal, a lo muggle, pero le sentaba bien. Se puso su máscara de indiferencia.

—Hola, Granger. ¿Lista para pasar el mejor día de tu vida?— Inquirió— con sorna.

—Si, Malfoy. ¿Y tú estás listo para ser visto públicamente por todo Hogwarts con una sangre sucia?—

Sinceramente, no había pensado eso. Diablos, seguro se encontraba con Pansy, quien iría corriendo a contarle a su padre...Bueno, al fin y al cabo, eso era lo que necesitaba.

—Me da igual— confesó.

Ella se sorprendió, y pronto no encontró más que decir, por lo que comenzó a mirar sus zapatos.

—Vamos, Granger.— Se encaminó.

—¿A dónde iremos?—

—Habrá algo especial en la tarde en el Salón de Madame Pudipié, ¿te gustaría ir?—

—Claro, ¿Pero eso no es para enamorados?—

—¿Y quién dijo que no estoy enamorado de tí, Granger?— Le dijo con voz seductora.

Ella se paralizó.—Estaba bromeando, pero de todos modos, me gustaría ver qué se le ocurrió esta vez.— Comentó.

La chica aceptó.—Aunque, tengo otro panorama mejor, si quieres— le guiñó un ojo.— Uno más apropiado— se acercó y le susurró al oído. Ella se ruborizó completamente, pero logró pensar con la cabeza fría.

—Soy yo, ¿o te estás insinuando a alguien gigantescamente inferior?— escupió con recelo.

—No soy muy exigente a veces. Además, hoy te ves casi como una mujer— bromeó.

Pasaron el día caminando por Hogsmeade, visitando tiendas y conversando de temas triviales, almorzaron en las Tres Escobas y continuaron vagando. A veces se topaban con algún compañero quienes los miraban perplejos. Ya en el Salón de Madame Pudipié, se dieron cuenta que todo estaba adornado con luces flotantes en forma de corazón, las cuales irradiaban una luz tenuemente rosada, dándole un ambiente cálido. Había muchas parejas allí, y la chica se sintió aliviada de no encontrarse con Harry o Ron. Se sentaron en una mesa apartada.

El Brazalete de KnomitDonde viven las historias. Descúbrelo ahora