Capítulo 7

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Pagamos todo en la caja y nos dirigimos a casa con bolsas en mano. Caminábamos tranquilamente en silencio, no era incómodo ya que con sólo tener su presencia me tranquilizaba.
-Oye, _____.- Rompió el silencio.
-¿Qué pasa, Makoto?.-
-Llegando a casa, ¿Podríamos comer?.- Me sonrió. -Tengo hambre.-
-Claro, sólo déjame limpiar un poco la casa, ya que está hecho un asco.-
-Te ayudaré.-
-No, no es necesario, no es que no quiera tu ayuda pero sola avanzaré más rápido para que toda la tarde esté contigo, ¿si?.- Su mirada había decaído pero al escuchar el final de la frase, volvió a vivir, en sentido figurado.
-Si.-
-Bien, mientras puedes ver televisión, te mostraré como poner películas en el Blu-Ray.-
-¿En el Blu qué?.-
-Blu-Ray, es donde puedes ver películas.-
-Está bien.-

Llegamos a casa, me alivié cuando estuvimos dentro, ya que sabía que estaba seguro. Puse las cosas en la mesa de la cocina con ayuda de Makoto. Le dije que me siguiera al salón, ya que ahí estaba lo que le enseñaría.
-Con esos botones manejarás el Blu-Ray sin pararte de donde estés. El rojo para encender y este para abrir y cerrar la bandeja. Mira.- Lo presioné de modo que viera. -Escoge una película, la que más llame tu atención.-
Él comenzó a observar todas, sabía perfectamente que no podía leer todavía, así que se guiaría por lo llamativo.
-Ésta.- Me entregó la película emocionado.
-Bien.- La tomé y me sorprendí al ver el título.
Había escogido "Cómo entrenar a tu dragón". -Makoto, esta película tiene dos partes, escogiste la dos, antes ve la primera parte.- Busqué entre todas las películas hasta que la encontré. -Bien, primero ésta y luego ésta; para poner películas sacas con cuidado el disco y pones la parte de color gris hacia abajo, cierras la bandeja y ya, eso es todo.
Cuando termine, abres de nuevo la bandeja, sacas el disco y con la parte gris hacia abajo, otra vez… Lo metes a su caja. ¿Entendiste?.-
-Si.-Tomó el control, hizo todo lo indicado a la perfección y una vez que me asegurara de que la estaba viendo, empecé a limpiar; como tenía teatro en casa, Makoto se envolvió en las películas.

Me apresuré a lavar la cocina y baño, ya que era un desastre porque en más de 6 meses no lavé nada; cuando terminé de lavar la cocina, me asomé para poder ver como iba con las películas, habían pasado así dos horas. Así que decidí que una ya había terminado, pero lo que vi fue diferente, Makoto estaba repitiendo y repitiendo la parte donde el dragón llamado Chimuelo se dejaba tocar su nariz por Hipo, el protagonista.
Cuando lo repitió por 4° vez, me di cuenta que era la música de la película, el hermoso soundtrack de esa escena.

Últimamente mi gusto cambió, me la pasaba escuchando más Soundtrack que mi banda favorita o ese género. Así que sabía como se llamaba y que artista era; cuando quitó la primera película, observó la segunda, su caja, por alguna razón, sonrió.
-Vaya, _____. Tienes buenos gustos. Aparte de hermosa, inteligente.- Me sonrojé al escuchar esas palabras y sonreí, me sentía feliz de que se expresara así de mi, pero no, no podía enamorarme de él, no podía.
Vi que puso la segunda película y me apresuré a limpiar lo demás, pero al cabo de unos minutos considerables empecé a escuchar un llanto, y eso hizo que me alarmara.
Corrí hasta el salón y vi a Makoto desconsoladamente, recordé que "Como entrenar a tu dragón 2" era la más triste, ya que está la trágica muerte de Estoico, el padre de Hipo; accidentalmente Chimuelo lo mata.

Y la parte más cruda, a mi parecer, es cuando le hacen el funeral vikingo y Bocón dice aquellas palabras a quien fue su amigo; también él soundtrack ayuda a impulsarte a llorar y lo cual logró hacer con Makoto. Me fui a lavar las manos, decidí que después de lo que haría, terminaría de asear. Regresé al salón y me acerqué a él despacio, me senté junto y lo abracé.
Se quebró entre mis brazos, no pensaba que esa película le afectaría tanto, es triste sí, pero tal vez el alma de Makoto no lo resistiría. Dejé que llorara lo que tuviera que llorar, ya que he estado igual y sabía lo que sentía, o eso creía yo. Su llanto no cesó sino hasta minutos después, cuando levantó su rostro, rojo por el esfuerzo de haber llorado; acaricié el mismo, aquellas esmeraldas seguían inundadas por lágrimas, sus mejillas las atravesaban surcos donde anteriores gotas recorrieron ese camino hasta perderse o caer. Sobé y pasé mi mano en su castaño cabello, dejé que mis dedos se enredaran entre sus lacios y hermosos mechones, lo vi a los ojos, le sonreí y besé su frente.
-No llores, no pasa nada.- Mis pulgares viajaron por sus mejillas quitando lágrimas nuevas y rastro de anteriores.

Él volvió a esconder su rostro en mi pecho y me abrazó, mientras que yo besaba su coronilla, pasaba mis manos por su espalda y cabello; le hablaba para que se tranquilizara. Así pasó, si que tardó en recuperarse.
Limpié su nariz con suma delicadeza y él sólo me veía.
-¿Ya estás mejor?.- Entre mis manos, tomé su rostro.
-Si, creo que si.- Puso sus manos encima de las mías.
-Bien, termina de verla, después…- Me paré y busqué una entre títulos regados. -Ve esta, te gustará.- Le entregué en sus manos "Los niños lobo", una película muy bonita a mi parecer y espero le guste. Él asintió, y yo regresé a lavar, limpiar y recoger lo demás, cuando terminé, me dispuse a hacer de comer y creo que el olor llegó al salón donde se encontraba Makoto, ya que a los minutos llegó saltando sobre mi.
-¿Qué haces, _____?.- Dijo olfateando.
-Churry verde.- Le correspondí el brusco abrazo. -Aún no está listo, sigue viendo la película.
-Si.- Él asintió y se fue. Mientras yo terminaba de cocinar, iba sacando platos y vasos, ya que llevaría la comida al salón. Cuando se enfrió considerablemente, lo serví y con cuidado lo llevé. La película ya iba a terminar, puse las cosas sobre la mesa y nos sentamos en el suelo, ya que la mesita es baja, Makoto estaba tan metido en la película, que yo aproveché para observarlo.

Nunca pensé que mi perro fuera así de atractivo, con un buen físico y muy bien dotado, me sonrojé un poco al recordar esa escena del baño pero sentí una mano en mi hombro y regresé en sí.
-¿Estás bien, _____? Estás roja.- Me preguntó Makoto.
-S-si, e-estoy bien, come, se va a enfriar de más.-
Tomó su plato y devoró todo rápido, fui a servirle más, en total le serví como 5 veces y aún tenía hambre.
-Espera, te vas a sentir mal. Ya es algo tarde, no comas mucho.-
-Bueno, pero aún tengo hambre.-
-Mañana comemos, te haré de desayunar.- Le sonreí.
-¡Si! _____, me hará de comer. La comida de _____ es la mejor.- Dijo emocionado al borde de casi dar saltos.
-Makoto, sólo he hecho Churry verde.- Me rasqué la nuca.
-Si, pero aún así, cuando hacías de comer olía delicioso y a veces me dabas.- Ya recuerdo, algunas veces le pasaba comida de la que yo hacía.
-Vaya, lo recuerdas.-
-Como no, tu comida es la mejor.-
-Gracias Makoto.- Y le di un pequeño beso en la mejilla. -Vamos, a dormir.- Él se paró y ya iba camino a la habitación pero lo detuve.
-¡Ey! Se te olvida algo.- Le extendí el cepillo dental.
-Oh, si.- Lo tomó y le di algo de pasta.
-Pero no te la…- Más temprano que tarde, Makoto le pegó una lamida, comiéndose la pasta. -Comas.- Ni siquiera terminé de hablar. -Recuerda, no te la comas.- Le volví a poner pasta e hizo todo el proceso, claro, copiandome, pero eso me bastaba.

Al término, nos fuimos a la habitación, y nos acomodamos.
-Buenas noches, Makoto.- Le sonreí y me volteé. Sentí unos brazos rodear mi cintura con algo de fuerza y perfectamente la calidez de su cuerpo bien trabajado… Y algo más, que hizo estremecerme, ya que perfectamente sabía que él sólo estaba en bóxer.
-Buenas noches, ______.- Y me besó la mejilla para después acomodarse entre mi hombro derecho y cabello. Perfectamente la posición era de cucharita, pero dejé esos pensamientos y me dediqué a dormir.
Al día siguiente sería sábado. Tendría que ir con Sousuke a pedir disculpas por ausentarme durante mucho tiempo, tenía que ir a trabajar sino no habría dinero, no podría consentir a Makoto, ni comer.
Aún tenía miedo de salir, de irme y que él desapareciera de nuevo, no quería dejarlo, pero tengo que darle de comer.
Y una idea se me vino a la cabeza, pedir mi cambio de turno a los fines de semana. ¡Esa! Era una gran idea. Pero aún así, tengo miedo de perderlo.

El más hermoso regalo.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora