Capítulo 8

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Al día siguiente pensaría mejor las cosas, en qué le diría a Sousuke porque por muy amigo que sea, en el área de trabajo no deja de ser mi jefe y yo un simple empleado.

Los rayos del sol golpeaban una vez más mi rostro, el peso de unos brazos en mi cintura continuaba, le hablé a Makoto pero no recibí respuesta, así que delicadamente retiré sus brazos y me levanté de la cama hacia el baño, hice lo que tenía que hacer, para cuando regresé a la habitación me encontré con una escena que me llenó de ternura, era él, profundamente dormido en posición fetal, su carita de ángel era lo más lindo que mis ojos habían visto. Fijé mi atención en cambiarme de ropa, sin pena alguna, ya que él me había visto desnuda varias veces y yo sin tener conciencia de ello; pero aún así los pocos nervios me invadían. Me di media y seguía dormido, sonreí para mis adentros, bajé las escaleras y me dirigí al salón.

Acomodé todas las películas y cuando terminé me dirigí a la cocina, no sin antes fijarme en la hora, 10:51 am; vaya, no me sorprende ya que por lo regular a esa hora despierto. Abrí la alacena e inspeccioné que haría para Makoto, se me vino a la mente una idea de mi mamá, los pocos años que conviví y disfruté su amor. La suerte de tener una madre y sangre mexicana es que sabía recetas y ya ni se diga por parte de mi abuela, ya que ella estaba en México y sólo de vez en cuando la llamaba. A las dos las adoro, pero la abuela Sayuri es la que me crió los primeros años y por ende es mi segunda madre, tal vez vaya a México después. Llevaré a Makoto que conozca otros países.

En fin, el sonido de la puerta me sacó de mis pensamientos, despacio me dirigí a ella y la abrí.
-Hola, _____.- Con energía me saludó Rin, era algo raro ya que él es un poco serio.
-Hola, Rin.- Un poco sorprendida le contesté y más porque a su lado estaba Sousuke, sin expresión como siempre.
-Vaya, te ves un poco mejor.- Me sonrió Tiburoncín.
-Eso creo.- Estaba rezando porque Makoto no apareciera en esos momentos ya que no sabría qué decirles. No ahora.
-¿Nos dejarás pasar o estaremos aquí?.- Sou habló un poco divertido. Lo volteé a ver y me hice a un lado para que pasaran, dejaron sus zapatos en el recibidor y fueron al salón principal.

-_____, ¿cómo estás?.- Sou rompió el silencio, yo me limité a verlo y bajar la vista.
-_____, te ves algo mejor, pero no sé; bueno, sabemos que no lo estás.- Rin agregó.
-Ya son casi 7 meses y no has salido de casa, no comes, te la pasas aquí lamentándote y culpándote por lo que pasó, cuando lo sucedido fue un accidente. Si, duele, no digo que no afecte pero aún te queda mucha vida por delante, dentro de 3 meses cumplirás 19 años; vive. Vive por Makoto. A él le hubiera gustado así.- Una curva se pintó en su rostro con algo de nostalgia, ya que Sousuke no era de sonreír mucho, pero con personas que de verdad aprecia, sé que es otra persona, más abierta.
-Sousuke, Rin. De verdad les agradezco…- Paré en seco.
Mientras que en el pasillo, Makoto escuchaba la conversación, se sintió de veras mal al escuchar a Sousuke decir todo lo que ______ sufrió en su ausencia. No sabía sí salir y hablar o quedarse ahí a esperar a que se fueran y pedirle disculpas a _____. Optó por la segunda, así que se sentó en el primer escalón. Esperó, hasta que escuchó que se despidieron y los pasos de ______ se oían cada vez mas cerca. Caminaba pesadamente, con los ojos llenos de lágrimas, iba a subir las escaleras. Pero quedó fría al ver al castaño ahí sentado. Sabía que había sucedido, escuchó todo.
Makoto alzó su mirada y éstas se encontraron, las lágrimas de la chica no pudieron contenerse a lo cual Makoto vio con dolor a su amada ______.

-Makoto…- El nudo en su garganta no la dejaba hablar. -Perdoname.- Cayó de rodillas, rendida, destruida; y el chico, al momento que _____ cayó, rápidamente fue hacia ella, tomando sus manos, quedando de frente a su chica. -Perdoname por lo que acabas de escuchar… No quería que tú…-
Makoto le puso un dedo en los labios, ella sólo lo miró con dolor y un poco de asombro.
-Tranquila, el que tiene que pedir disculpas soy yo. Por haberte dejado, por irme tanto tiempo y dejarte sufrir de ese modo. Pero aquí estoy, de nuevo, a tu lado. Ya no con cuerpo de un perro pero sigo siendo yo, el que te ama desde que tiene memoria, aquel que cree y sabe que tus defectos son hermosos, no importa lo que pase, no me voy a ir de tu lado. Nunca más.- Makoto posó sus manos en las mejillas de la chica que estaba roja por el llanto y sus palabras; ella dejó salir todo, rompiéndose en el pecho del castaño, con fuerza la abrazó y besó su coronilla.
-Te amo, ______. No te dejaré.- Alzó su rostro y le dedicó una hermosa sonrisa a la ______ (c/p), haciendo que se sonrojara.
-Y yo a ti, Makoto.- Entre lágrimas contestó. -Bien, vamos a la cocina, te haré de desayunar.

El más hermoso regalo.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora