Conviviendo juntos

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"La Luna nunca brilló tanto cómo lo hizo en tus ojos"

Después de aquella bochornosa situación ambos jóvenes se separaron lentamente una vez su llanto se apagó y sin mediar palabra se fueron, con el corazón latiendo desbocado y un sentimiento de vacío llenándolos. Nunca lo admitirían pero ambos se sintieron uno aquella noche, sin quererlo ambos cuerpos se complementaron con el otro entre sus brazos y dentro de la fría oscuridad de la noche sus corazones se iluminaron por una llama prohibida en sus mentes.

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«Pov's Rohan»

Una semana después...

El peliverde miraba con cierto asco como las maletas ajenas eran depositadas en la entrada de su apartamento; su cabello verde despeinado caía suelto por un lado y su boca era adornada por el segundo cigarro del día. A pesar de su aspecto desaliñado su ropa seguía siendo espléndida, playera negra cuello V, pantalón blanco y unos zapatos negros con ligera plataforma; lo único que arruinaba su perfecta imágen eran las cejas notablemente arrugadas. Estaba tan exasperado con la situación, no sólo por el hecho de que ahora tendría que casarse por obligación sino qué sus padres también habían mandado al bastardo a su departamento para que aprendieran a convivir como se debe. Menuda tontería era aquello, suspiró cansado y tomó su cara entre sus manos para después mirar fijamente al causante de su frustración.

Justo en ese momento se encontraba delante de su nuevo compañero de piso, quién, parado en el umbral de la puerta esperaba algún recibimiento o al menos una afirmativa para entrar. El peliverde analizó la situación una vez más y llegó a la misma conclusión que sacó desde hace horas: Esto no iba a terminar bien, nada bien.

-Lo siento, yo tampoco estaba de acuerdo con la idea.- El ojiazul rasco su nuca con nerviosismo ante la atenta mirada ajena. El peliverde hizo una mueca disgustado y sin más, se dió al lujo de examinar al mayor de pies a cabeza: Alto, atractivo de ojos azules, labios gruesos, ropa sencilla que constaba de una playera blanca, pantalón negro y su usual peinado que tanto odiaba.

El contrario sentía que en cualquier momento saldría corriendo, esa mirada tan incesante comenzaba a ponerlo nervioso.

Segundos después y sin más remedio, el peliverde chasqueo la lengua para así entrar a la casa, de igual modo no podría hacer nada contra la palabra de sus padres, simplemente se dedicaría a ignorar lo más que pudiese al joven Higashikata; notando que el más alto no le seguía miró de nuevo hacia atrás y no pudo evitar pensar que desde ahí, el joven Joestar parecía un perro mojado pidiendo cobijo en media tormenta, con los ojos vidriosos y la cola entre las patas. Sonrió ante la imagen mental y con esa idea en la mente, sintiendo poder demás, le señaló que podía pasar.

-¿Qué esperas? Entra y cierra la puerta.- El ojiazul obedeció de inmediato con un ligero nerviosismo y con el corazón latiéndole a mil por hora camino detrás del peliverde quien estaba igual o peor que Josuke. Las manos le sudaban, el calor emanaba de su cuerpo siendo el cigarro en su boca lo que le ayudaba a calmar los nervios que afloraban en su interior. Odiaba sentirse así de ansioso con sólo saber que ese idiota estaba detrás de él, caminando por su departamento y sobretodo, que así sería durante un largo tiempo.

Ninguno tenía la culpa de lo que pasó esa noche, sin embargo, fue el mayor quien le había abrazado, fue él quien no le dejó cuando estaba al límite, él no era cómo los demás pues en vez de ignorarlo le cobijo en sus brazos desesperadamente y eso, aunque se negará a admitirlo, le dejó un cálido sentimiento.

¡¿Yo y él?! ¡Ni loco! (Josuhan) Donde viven las historias. Descúbrelo ahora