Capítulo XI

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[...]

La rubia se dirigía al gimnasio porque Trad Vázquez la necesitaba allí. De seguro era para enfrentarse contra los otros miembros del equipo porque su hermano no quería, o algo así. Caminaba con tranquilidad por los pasillos sin apuro, estaba bien al paso en que iba. Se detuvo frente a la puerta del lugar en donde debía entrar y lo hizo.

Miró hacia todos lados solo para encontrarse con el entrenador y el peliverde que estaba de brazos cruzados. Y se acercó a ellos un poco confundida, pensaba que iban a estar también el resto de los alumnos.

—¿Ocurre algo?— preguntó viendo al moreno.

—Necesito que con Silas preparen las arenas para todos los miembros. ¿Te lo puedo encargar?— miró a la chica que tenía su cabeza ladeada parecida a la postura de su hermano.

—¿Y por qué yo?— esta vez preguntó confusa. Podría haber llamado a otros bladers en vez de ella, incluso podía ir alguien que no fuera Silas.

—Sé que te gusta organizar estas cosas desde más pequeña— le sonrió. Apoyó una de sus manos en uno de los hombros de la chica para luego retirarse del lugar.

_____ se dio vuelta lentamente para enfrentarse cara a cara con el peliverde. Este seguía en la misma postura de antes. No sé dirigieron ni la menor palabra y él no la veía a ella. La rubia suspiró y se dirigió a una habitación que estaba bajo las gradas que donde allí guardaban los estadios para Beyblade.

Se detuvo frente a la puerta a la misma vez en que volvía su mirada al chico que estaba en el mismo lugar. Hizo un chasquido con sus dedos para llamar su atención, y funcionó.

Silas, un poco molesto, se acercó a ella. A él, Trad lo había asignado porque le iba a dar una clase especial de Beyblade que él llevaba pidiéndole así mejoraba más. El moreno aceptó si este preparaba, junto con alguien más, las arenas de batalla.

Jamás se le había cruzado por la cabeza que _____ de la Hoya iba a ser quien lo ayudará. Esperaba que fuera Valt Aoi o Rantaro Kiyama, pero esta sorpresa le agradó mucho más. Al detenerse a un lado de ella, esta misma se encargó de abrir la puerta así ingresar a la habitación que estaba llena de arenas hasta cierto punto.

Primero pasó la rubia para, a continuación, ingresar el peliverde. Se dirigieron en silencio a la primera arena que estaba más cerca para colocarse uno de cada lado así alzarla de costado, para que pudiera salir por la puerta.

—¿Listo?— preguntó la chica, la primera palabra que le fue dirigida a Silas Karlisle desde que estaban en el gimnasio.

—Si— dijo y, en ese preciso momento, ambos alzaron con fuerza la arena.

Él iba de espaldas mientras que ella no podía ver bien el camino. Fue entonces que la espalda del muchacho chocó contra algo.

—¿Ah?— dijo la chica al sentir que ya no podían avanzar más.

Apoyaron con cuidado de no aplastarse las manos, de nuevo en el suelo el estadio de Beys. La muchacha dirigió su mirada a la puerta y esta yacía cerrada. Abrió bien sus ojos a la vez en que dejaba caer ligeramente su labio inferior. Esa puerta no se podía abrir desde adentro, por eso se usaba un seguro que ella olvidó colocar antes de ingresar. Siempre le pasaba lo mismo, pero en esos momentos su hermano se hallaba del otro lado de la dichosa puerta.

El peliverde, frunció el ceño y se acercó a intentar abrirla. Forzageó pero de igual forma no ocurría nada. Retrocedió unos pasos para lanzarle una patada, pero tampoco se abrió.

—Hay que esperar a que alguien venga— sugirió el chico a la vez en que se cruzaba de brazos y se apoyaba al lado de la puerta.

Dirigió su mirada a la chica que estaba quieta en su lugar sin despegar la mirada de la puerta. Se comenzaba a hiperventilar. Ella no era del todo fanática de los espacios cerrados. No lo podía soportar. Sus rodillas se aflojaron y cayó sentada al suelo para luego apoyar su espalda en el suelo para intentar tranquilizarse. Silas comenzaba a preocuparse, en poco tiempo pensó que sería distinta la situación pero ahora necesitaba ayudarla.

Se acercó a ella y se acuclilló a un costado. La veía serio ocultando su preocupación. _____ tenía sus ojos cerrados para no ver el lugar.

—_____...— dijo suavemente el peliverde.

Esta no lo soportó más. Abrió sus ojos y se paró de golpe dejando desconcertado al chico.

Comenzó a caminar por todos lados a la vez en que hablaba rápidamente ideando un plan para salir de allí. Sonreía con nerviosismo y su mirada estaba vacía. Tocaba su cabello a la vez en que sus manos tiritaban intentaban arreglarlo.

Silas Karlisle no aguantó verla más así. Se incorpora de la misma forma en que ella lo había hecho para agarrarla de las muñecas con fuerza así frenarla. No dejaba de mirarla con el ceño fruncido. No sabía solo reaccionar en esos instantes, las palabras de ánimo no eran de lo suyo.

Y actuó de improviso.

Los ojos de la chica se abrieron de golpe al sentir el fuerte impacto que hubo sobre sus labios. Miró al peliverde que tenía sus ojos cerrados y muy cerca. Su mente dejo de pensar en el lugar en el que se hallaban para concentrarse en su primer beso. Silas le parecía lindo, pero jamás pensó que llegarían a besarse. Y ahí fue cuando todo se aclaró. Él le gustaba.

Y lentamente fue cerrando sus ojos para sentir mejor el tacto de los labios del chico.

ALGO NUEVO |Silas Karlisle y tú|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora