Capítulo XV

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Dejó el algodón de lado para comenzar a ponerle un pedazo de gasa en la mejilla. Le colocó cinta a los costados para que se manteniera y terminará de sanarse. Al terminar, sonrió orgullosa de lo que había hecho. A la única persona a la que sanaba era a su hermano, la única persona con la que más convivía. No estaba enojada con él, solo era que había activado su lado sobreprotector. Lo conocía, la primera vez que lo había visto así, y única hasta esa noche, fue cuando ambos eran niños y otro pequeño había roto apropocito el Beyblade de la rubia provocando que ésta llorara desconsoladamente durante todo ese día.

Ligeramente sonrojada, volteó a verlo a sus ojos celestes y se sonrojó más al ver que estos no dejaban de ver sus labios.

—¿S-silas?— preguntó nerviosa.

El muchacho dirigió sus ojos a los de ella, esperando a que continuará con lo que quisiese decir. Pero los segundos pasaban y ya comenzaba a dudar de que fuera a hablar.

—Es... En serio lo que te dije en el bosque— volteó con lentitud su rostro al lado contrario en que la chica se encontraba, no quería que lo viera con el sonrojo que se pintaba en sus mejillas. No era de actuar de esa forma, y le incomodaba un poco.

—¿Qué?— preguntó ella ladeando un poco su cabeza para lograr verlo a la cara, pero no podía.

—Te amo...— murmuró. Sin dudas, no era él. Él odiaba repetir las cosas dos veces, pero por ella lo haría miles de veces.

No podía odiarla. La amaba cada vez más. ¿Por qué intentar algo que le costaría el amor de su vida? Ninguna chica antes lo había hecho sentir así. Ni las que le coqueteaban, ni las que lo observaban de lejos. Ella era la única. La única que había capturado su corazón.

Y, esta vez, fue ella la que se apresuró a besarlo. Los ojos del muchacho se abrieron de par mientras que la veía sorprendido. La rubia se encontraba sonrojada y torpe. Había actuado de improviso a causa de sus emociones que comenzaban a tener control. Los párpados del de cabellera verde cayeron para seguir el beso con suavidad.

Se separaron a los pocos segundos mientras que se quedaban viendo a los ojos del otro. Casi de inmediato, la chica agachó su cabeza con rapidez mientras que la escondía entre sus manos avergonzada de lo que había hecho, a la vez en que se regañaba entre dientes.

Silas no pudo evitar reír un poco por eso. Cada vez más su corazón le pertenecía. Tomó con delicadeza las muñecas de la chica para separar sus manos de su rostro que aún seguía muy sonrojado. Ella lo vio haciendo un pequeño puchero, aún sintiéndose apenada.

—No pensé que fueras así— sonrió de costado mientras se le quedaba viendo.

_____ soltó una queja para volver a agachar su rostro, pero al momento su mentón fue tomado por una de las manos del blader para que no hiciera esa acción.

—Lo siento— se disculpó intentado no ver sus ojos celestes, pero le era inútil.

—¿Por qué? ¿Por un beso que como tú y yo lo queríamos?— interrogó mientras que la soltaba y sus ojos no se desconectaban.

La rubia solamente desvío la mirada avergonzada. Tenía razón. Tenía que admitirlo. Y balbuceó algo que no llego a comprender el chico.

—¿Ah?

—Que me gustó el beso...— murmuro esta vez, entendible para los oídos de Silas. La blader no pudo evitar morderse el labio inferior como para desahogarse un poco de los nervios que sentía.

El muchacho sonrió de costado.

—Para que no te sientas mal, a mí igual— dijo echándose hacia atrás con una sonrisa victoriosa.

La miró como alzaba sus ojos marrones y reía tímidamente ante su acción, provocando que él se sonroja un poco y su sonrisa cambiará a tierna. Ella lo cambiaba a no más dar.

Y se quedaron unos minutos en silencio. Ya no les era incomodó, de lo contrario, se sentía acogidos con calidez. Por sus mentes iba y venían varias cosas de las que podrían conversar, pero sentían un nudo en sus gargantas impidiéndoles hablar. La chica, en silencio, se incorporó de su lugar sin provocar que la mirada de Silas se apartará de ella.

—Me voy a dormir. Que tengas dulces sueños— dijo sonriendo con dulzura mientras tomaba sus manos por delante de su cuerpo. Tomó la cajita que había llevado hasta allí en un principio. Se despidió alzando su mano libre para luego darse media vuelta y así retirarse.

—¡Espera!— exclamó el de cabellera verde mientras se levantaba de golpe de la cama y así detener su paso, colocándose enfrente de ella.

Lo veía un poco confusa, e inclinó un poco su cabeza dejando que su cabellera rubia cayera al compás de su movimiento.

—Antes de arrepentirme...— murmuró haciendo que la chica se confundiera más ya que no había comprendido que había dicho. Tomó aire —¿Qui-quisieras ser... m-mi novia?

Tartamudeando, pero lo había dicho. Ahora sólo faltaba la respuesta que definía todo aquello. _____ se encontraba sorprendida, no esperaba una pregunta así de un chico como él. No podía dejar de escuchar los fuertes latidos de su corazón en sus tímpanos. Le gritaba que aceptara. Ella siempre se había guiado más por el corazón que por la mente. No lo dudaba.

Una sonrisa torpe se dibujó en sus labios mientras comenzaba a asentir lentamente.

—Si... ¡Por supuesto!— y se lanzó a los brazos de Silas Karlisle a la vez en que éste la atrapaba a tiempo y la abrazaba con fuerza.

Ahora, era contarle todo aquello a Free de la Hoya. Pero a los instantes, a la hermana del nombrado se la había ocurrido una idea para que él se enterase de su reciente y primera relación.

Epílogo y ésta historia se acaba.

Besos ♥

ALGO NUEVO |Silas Karlisle y tú|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora