Capítulo VI

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Silas estaba volviendo del bosque. Se había dado una vuelta por ese lugar para despejar un poco su mente e intentar olvidar a la rubia que lo hacía sentir extraño. Algo cansado, caminaba por los pasillos pareciendo un anima perdida. Pero todo ese cansancio desapareció al sentir que alguien caminaba a algunos pasos detrás de él.

Se volteó completo con el ceño fruncido. Justo en ese momento, sintió un ruido de una caída casi en seco. Fijó bien su mirada en lo que se había caído y descubrió que se trataba de una chica. Era nada más ni nada menos que _____ de la Hoya.

—Auch...— dijo aún en el suelo.

El peliverde planeaba retomar su camino e ignorarla por completo así solucionaba sola ese problema, pero algo en él le decía a gritos que fuera a ayudarla. Cerró sus ojos con fuerza intentando controlar su cuerpo a que le respondiera a su voluntad, pero fue en rescate de la chica.

—¿Estas bien?— preguntó.

Se agachó mientras la tomaba entre sus manos con delicadeza, sintiendo la piel descubierta de sus brazos tan suave. Dirigió otra de sus manos a la cintura de la muchacha para incorporarla con su fuerza. Al estar parados, ella aún no lograba divisar tanto en la oscuridad. Incluso llegaba a temer de que fuera algún ladrón, porque era raro que alguien anduviese por los pasillos a esas altas horas de la noche.

—¿Q-quién es?— preguntó temblando, sintiendo aún las manos de la persona en su cuerpo. Silas no quería soltarla, él si quería librarse de ella, pero su cuerpo se negaba a responder a ese pedido.

—Soy yo... Silas Karlisle— dijo molesto a la vez en que rodeaba sus ojos celestes. Él tenía que admitir que se sentía nervioso.

—¿Silas? ¿El dueño de Kinetic Satomb?— preguntó. Ella sin duda quería afirmar si realmente era él, o simplemente porque se había olvidado a quién le pertenecía ese nombre. Pero jamás se olvidaba del Beyblade contra el que se había enfrentado, incluso recuerda contra el primero con el que se enfrentó.

—El único e inigualable— dijo mientras la soltaba y se cruzaba de brazos desviando la mirada al suelo. Aún tenía en mente irse, pero no si ella seguía allí. Detestaba este nuevo sentimiento despertado por esa muchacha.

Ella suspiró aliviada mientras apoyaba una de sus manos con cuidado sobre uno de los brazos del peliverde. Este, miró su mano para luego ver a la cara de la chica. Sentía que su pulso se aceleraba y, por los nervios que tenía de que ella notase la velocidad de su corazón, se apartó bruscamente.

—Esta bien...— dijo retrocediendo un paso.

Sin darse cuenta, apoyo nuevamente mal su pie haciendo que pisará como no debía. Por puro instinto, se tomó de la chaqueta del chico para evitar caer, pero de igual modo terminó en el suelo. No solo ella, sino también el peliverde sobre la rubia. En la posición en que se hayaban era bastante comprometedora, eso los llegaba a incomodar, aún así no querían separarse.

Se quedaron viendo a los ojos del otro sintiendo sus corazones a una gran velocidad y notando, en la cara del contrario, un sonrojo que de apoco crecía.

—L-lo siento...— dijo tartamudeo mientras negaba con la cabeza pegada al suelo y con sus ojos marrones cerrados.

El chico cerró con fuerza los suyos y se incorporó. Ella se sentó en el suelo a la vez en que Silas le estiraba su mano para que la tomara. _____ se quedó viendo esta dudosa y luego al peliverde.

—Vamos, antes de que me arrepienta de ayudarte— dijo mirando hacia otro lado molesto, pero en el fondo nervioso.

La rubia asintió y la tomó con delicadeza. La ayudó a levantar a la vez en que ella le dedicaba las gracias. Se quedaron un rato en silencioso, casi dándose la espalda por la vergüenza que sentían luego de lo ocurrido.

—Mejor me voy... Nos vemos mañana Silas— volteó su mirada al nombrado que aún no la veía. No respondió y tomó rumbo a su habitación intranquila.

En cambio, cuando la chica se estaba llendo, el peliverde cerró con fuerza sus ojos para dejar un poco su orgullo de lado —Nos vemos mañana _____...— aunque solo él lo había escuchado, significaba mucho esa despedida para sí mismo.

[...]

La rubia abrió sus ojos de color marrón en la mañana a la vez en que se sentaba en su cama y apoyaba sus manos detrás de ella para apoyarse. Recordaba haber soñado algo, pero no sabía con exactitud qué era, pero llegaba a recordar que en él aparecía el peliverde con el que se había chocado en la noche del día anterior.

Levantó su cabeza para quedar viendo el techo. Sentía la respiración tranquila de su hermano. Aún estaba dormido. También recordaba haber escuchado la voz de él. Siempre que soñaba y, al día siguiente, solamente recordaba pequeñísimos fragmentos del sueño, sabía por experiencia que no era nada bueno. Temía por lo que llegase a suceder con ellos dos.

Suspiró triste al escuchar que Free se removía en la cama de al lado con pesar. Estaba despertando. Se quedó viendo en dirección en la que se hayaba su hermana. Eso era nuevo.

—¿Acaso estas bien? Es raro que despiertes primero o... ¿Fue uno de esos sueño?

Él lo sabía ya que la rubia se lo contaba. Esta, volteó a verlo con una sonrisa forzada a la vez en que asentía con la cabeza desanimada. Free suspiró pesadamente mientras tiraba las sábanas a un costado y se incorporaba.

—¿Qué tal si para olvidarlo vamos a desayunar con esos chicos que me habías dicho el otro día?— le propuso con una sonrisa intentando animarla.

Esta vez, la rubia sonrió feliz mientras asentía con ánimo.

ALGO NUEVO |Silas Karlisle y tú|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora