Capítulo X

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—¡_____!— resonó ese nombre en las cuatro paredes del gimnasio haciendo llamar la atención de todos los bladers presentes allí. Todas las miradas estaban dirigidas a Silas Karlisle, el que había gritado.

Con el ceño fruncido, comenzó a caminar al lugar en donde debía encontrarse la rubia, pero no estaba. Alzó una de sus cejas para darse la vuelta y dirigirse a donde estaba el peliazul que lo estaba viendo extrañado igual que el resto de los que estaban allí.

—¿Dónde está?— preguntó con los brazos cruzados.

—¿Quién?— preguntó con confusión.

El peliverde gruñó de lo ignorante que era Valt Aoi en esos momentos.

—_____ de la Hoya ¿Dónde está?— reiteró su pregunta.

—Ah...— ya había caído —No, no lo sé. Hoy no la he visto ni a ella ni a su hermano— le avisó el menor.

Silas bufó molesto para comenzar a dirigirse a la salida. Iba marcando un poco el paso, iba apurado y con los puños apretados. A él le gustaba ella, pero no soportaría que tuviera durante mucho tiempo a Kinetic Satomb. Además era una excusa para verla.

Caminaba entre los pasillos rumbo a la habitación de los hermanos de la Hoya. Al llegar, se colocó enfrente y golpeó la puerta. Esperó pero no recibió respuesta desde adentro. Miró hacia todos lados. Si ellos no estaban, nadie se enteraría de que había entrado a su cuarto. Con cautela, abrió la puerta y se adentró a lugar. La cerró con cuidado viendo con determinación de que no hubiera nadie adentro.

Al verificar que estaba él solo, suspiró aliviado para comenzar a rebuscar entre las cosas de la chica su Beyblade. Revisó entre las sábanas, bajo la cama, en un bolso y, finalmente la mesa de luz que tenía al lado. Abrió uno de los cajones hallándose con una fotografía. Eran ambos hermanos cuando eran pequeños y con una mujer parecida a ellos.

Se podía apreciar de que la chica tenía un mechón rojo en su cabellera, haciendo extrañar al peliverde. Se incorporó a la vez en que seguía detallando la imagen que tenía entre sus manos. En ese entonces, ambos rubios tenían una gran sonrisa en sus rostros. Ahora Free no la tenía muy a menudo y _____ solía sonreír más seguido.

Dió vuelta la foto y se encontró con una nota. La leyó y descubrió que ellos habían perdido a su madre en un accidente automovilístico. No podía imaginarse a la chica en esos momentos, llorando desconsoladamente, llamando a su madre y demás. Sintió como su corazón se achicaba por primera vez.

—¿Por qué revisas las cosas de Free?

Se escuchó esa pregunta haciendo que el peliverde guardara rápidamente la fotografía en su lugar. Se volteó nervioso para hallarse con la rubia que tenía los brazos cruzados y una de sus cejas arqueada. Sus cabellos se encontraban humedecidos y todo ese tiempo había estado en el baño.

—¿L-las cosas de Free?— preguntó nervioso mientras bajaba la mirada a ver las cosas que había desordenado y todas tenían aspecto de hombre. No se había dado cuenta de eso.

—Si, las pertenencias de mi hermano— dijo acercándose para colocarse enfrente de él a un metro de distancia.

No podía. No podía actuar como de costumbre, era la primera vez en que alguien lo intimidaba, y había sido una mujer.

De inmediato, en la cara de la chica, se dibujo una sonrisa burlona para aguantar la risa que sentía en esos momentos de por como estaba actuando el peliverde. No podía aguantar ser seria. Descruzó sus brazos y apoyó una de sus manos en su cadera.

—Tranquilo, no le diré a Free— le dedicó otra sonrisa.

Él, confuso parpadeó un par de veces para luego volver a fruncir su ceño. _____ se acercó más a él para arrebatarle la fotografía que tenía para guardarla en una de las mangas de su suéter, pero sabía que ya había leído lo que decía.

Silas apretó sus labios a la vez en que desviaba su mirada recordando lo que decía —Yo... Lo siento por lo de tu madre— dijo apenado.

—N-no fue tu culpa igual— rió un poco bajo para fingir de que su voz no se había quebrado, pero el blader lo notó.

Estuvieron un rato en silencio, algo muy incómodo. No sabían si seguir hablando o salir del cuarto para tomar distintos rumbos. Ninguno de los dos sabía cómo iniciar una conversación o la manera perfecta de salir de ese sitio.

—Eh...— comenzó diciendo la chica para verlo a los ojos —¿Vienes por la apuesta de anoche o que?— preguntó.

El peliverde parpadeó un par de veces para caer en la realidad. Negó para volver a verla —Vengo por Satomb. ¿Lo tienes o no?— preguntó un poco confuso e inseguro por la respuesta.

Ella simple asintió con una sonrisa a la vez en que cerraba sus ojos. Se dirigió a la otra mesita de noche que había en la habitación para abrir el primer cajón.

—Lo estuve viendo y detalle que tiene varios raspones. Sería buena idea llevar a que lo vean. No parece nada ahora pero en un futuro podría empeorar— le aconsejó. Se lo lanzó desde su lugar, mientras que Silas con agilidad lo tomaba con una de sus manos para luego guardarlo.

A continuación, pegó media vuelta así finalmente irse de allí. Se detuvo al momento de ya tener la puerta abierta. Giró su cabeza a ver a la chica a la vez en que asentía con una sonrisa de costado y dedicándole un "gracias" por habérselo devuelto.

Y salió.

En cambio, _____ dirigió una de sus manos a la parte en donde se hallaba su corazón para sentir el extraño ritmo de este.

ALGO NUEVO |Silas Karlisle y tú|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora