Estaba acostada a tu lado.
Sonaba una canción cualquiera en la radio.
—Me gustas —solté de repente.
Tu me miraste.
—Oye, no...yo no...—dijiste cuando te levantaste.
Te interrumpí:
—No, no te preocupes en explicármelo —dije negando con la cabeza y yendo hacía la puerta —Ya lo entendí.
Y me fuí.
Cuando salí de tu casa sentí un gran vacío.
Y en esos momentos, me dí cuenta.
Me dí cuenta de que te había perdido.
Y de que ya nada volvería a ser lo mismo.
A.
