12:00 am
Estaba lloviendo.
De repente, apareciste.
Con tu bicicleta.
Caminaste un rato a mi lado.
Tu pelo rubio estaba alborotado y mojado a causa de la lluvia.
Pude ver pequeñas gotas de agua en tus gafas.
Sin decir palabra, te montaste en tu bicicleta y te fuiste pedaleando a algún sito perdido en Florencia.
Yo me quedé en medio de la calle, contemplando como te ibas para probablemente no volver jamás.
Empezó a llover más fuerte.
A.