sartuno

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—Estoy muerto— habló el chico.

—No, no lo estás. Aún respiras.

—Pues entonces, me gustaría estarlo.

—No digas eso, que me entran ganas de morir a mi también — dijo ella mientras reía.

—Quiero ser efímero junto a ti.

—Y yo quiero que seamos sempiternos.

—Seamos sempiternos entonces.

La chica sonrío y él la beso.

Y murieron.

Murieron siendo sempiternos.

Murieron en medio de ese beso que los llevó a Saturno.

A.

summer depressionDonde viven las historias. Descúbrelo ahora