Anabelle

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- ¿Donde mierda estan mis cervezas?- grito Henry desde la cocina.



Anabelle se estremecio del solo oírlo, tomó una bocanada de aire y la solto despacio, con temor de que el pueda escucharla.



- Ya no hay.- dijo con su voz entrecortada.


Escuchó los pasos de su marido resonando sobre el viejo suelo de parqué, se paró frente a ella haciendo que tenga que elevar su cabeza para poder verlo a la cara y se aterró al notar la seriedad de este.



- ¿Porque mierda no hay cerveza?- exclamó con su mandibula apretada.



- No tengo dinero para comprar.- expresó con miedo.



Henry la tomó con fuerza del brazo y casi arrastrandola la condujo hasta la habitación de ambos, la arrojó con violencia al suelo junto a la cama haciendo que ella golpee su cuerpo contra el suelo y la madera de esta mientras el comenzaba a revisar el lugar.



- ¿Donde mierda escondiste el dinero estupida zorra?- grito mientras revolvía todo a su alrededor.



- Ya no hay, solo tengo lo de la electricidad.- dijo inocente para luego cerrar los ojos con fuerza insultandose por haber dicho eso.



- Dame el puto dinero.- exclamó con tono amenazante.



Ella negó con la cabeza completamente asustada ganándose una bofetada en su rostro, Anabelle sollozo apenas aguantando el dolor y miro el rostro del que alguna vez fue el amor de su vida. Tenia la esperanza de que cambiara, de que todo era una pesadilla y el volveria a ser el que era pero cada dia se volvia mas violento.



Lo entendía, sabia que era dificil para el no trabajar, que ella debia apoyarlo por que lo amaba y sabia que el la amaba a ella a su manera. Habia jurado que lo amaria y respetaria por el resto de su vida, que lo apoyaría en la salud y en la enfermedad, en la riqueza y en la pobreza asi que eso haria, lo apoyaría y amaria hasta la muerte. Esto solo era una mala racha que pasaria pronto y el volvería a ser el esposo amoroso que fue al principio.



- Estúpida de mierda, dime donde esta el puto dinero. Eres una inservible, lo único que haces es trabar en esa cafeteria de mierda y ni eso puedes hacer bien. ¡Vamos, apurate y dame el dinero!- sus gritos eran tan fuertes que solo lograban asustarla mas.



Se llevó ambas piernas hasta el pecho y las abrazó haciendo de ellas un escudo contra sus gritos, las lagrimas caian por sus mejillas decorando su rostro de terror y tristeza al oirlo decirle todas esas cosas, cerro los ojos deseando que al abrirlos todo esto sea un mal sueño pero al abrirlos solo pudo ver el rostro de John a centimetros del de ella.



- Puta de mierda, dame el dinero.- grito frente a su rostro soltando pequeñas gotas de saliva que se mezclaron con las lagrimas de ella.



Aquél animal tomó un puñado del castaño cabello de su mujer y la levantó con violencia como si solo fuera un diminuta muñeca de trapo estampó la palma de su mano sobre el rotro ya adolorido de ella para luego tomar sus mejillas apretandolas con fuerza obligandola a mirarlo a los ojos.



- Dame el puto dinero si no quieres que esto empeore.- dijo entre dientes.



Anabelle sabia que eso no era una simple amenaza, que si no le daba el dinero las cosas se pondrian duras y no podia volver a perder dias de trabajo por ir al hospital y fingir que habia caido por las escaleras. ¿Como podía ser posible si ni siquiera tenia escaleras en su casa? Pero eso los medicos no lo sabían. Una sola vez dudaron de su historia y tuvo que huir como si de una ladrona se tratara para que no involucraran a la policia.



Con sus piernas temblando caminó hasta el armario y de la parte de arriba quito la pequeña bolsa donde guardaba el dinero y se lo entregó sin decir una sola palabra. John arrancó la bolsa de las manos de Anabelle con violencia y se alejó hasta la puerta de salida abriendola con rapidez y cerrando con un fuerte portazo que resono en toda la casa.



El aire no llegaba a sus pulmones por el gran nudo en su garganta y las lagrimas no paraban de caer por sus mejillas, se dejo caer al suelo y tapo su rostro con ambas manos ahogando los sollozos, la pequeña alarma del reloj sonó y supo que era hora de lavarse la cara y salir hacia el trabajo como todos los días.



Se miro la cara frente al espejo mientras dejaba el agua correr y tras lavarse el rostro cubrio con maquillaje las pequeñas marcas en su piel. Peino su cabello con los dedos y sonrió hacia su reflejo con tristeza, salió de su casa con rapidez y caminó hasta la cafetería como todos los dias con una sonrisa fingida en su rostro.



Daryl salió del pequeño taller donde trabajaba y cruzó a la cafeteria de enfrente a comer algo rapido antes de continuar con el arreglo de aquel auto viejo que tantos dolores de cabeza le traía. Se sentó en la mesa de siempre junto al gran ventanal y espero que aquella mujer que siempre lo atendía viniera por su orden, con su cabello castaño cayendo por los hombros y una triste sonrisa en sus labios miro a Daryl a los ojos.



- ¿Que te sirvo hoy?- dijo con tono amable.



- Lo de siempre.- anunció clavando sus ojos azules en los avellana de ella.



Anabelle sonrió con sinceridad por primera vez en dias y asintió caminando hacia la cocina. La puerta se abrió haciendo sonar la campanilla de esta y por ella entro Merle junto a Henry, se sentaron a la mesa de Daryl causando la molestia de este.



- ¿Que mierda quieres aquí?- exclamó con su ceño fruncido mirando a su hermano.



- ¡Vamos hermanita! ¿No te alegras de verme? Este tipo vino a comprarme y como no le alcanzó el dinero me pidió que lo acompañe hasta aquí a por mas.- Merle se encogió de hombros.



Henry se levanto de su lugar y camino directo hacia Anabelle que en cuanto lo vio cambio su rostro a uno de terror absoluto. La tomó del brazo y la alejó hacia los baños, Daryl los siguió con la mirada, el tipo la hablaba con los dientes apretados y muy cerca de su rostro, Anabelle solo asentía con miedo y tras meter sus manos en los bolsillos de su uniforme bordó le entregó algunos billetes, seguramente sus propinas. Daryl apretó sus puños con rabia y miro a su hermano quien sonreía a una mujer que pasaba por la calle, lo miró con su ceño fruncido y luego siguió con la vista hacia donde él miraba con tanta molestia.



- Oh, vamos Darylina. ¿Te gusta la vecina? Es la mujer de ese idiota.- dice riendo.



- No me gusta, solo... ¿No escuchas como la trata? Me hace acordar a Will y a mamá.- mencionó con molestia.



- Ya déjalo hermanita, ella sabra por que lo aguanta.- se encoge de hombros restandole importancia.



Henry volvió a su asiento frente a él y entregó a Merle el dinero que su muejr acababa de darle, Daryl bufo con molestia y corrió su mirada hacia afuera hasta que sintió como dejaban un plato frente a él, levantó su vista hasta Anabelle quien apoyaba la pequeña taza de café con sus manos algo temblorosas, una pequeña gota se deslizó por la porcelana blanca causando la risa sarcastica de Henry.



- ¿Lo ves? Eres una inútil.- escupió de manera graciosa lo que causó molestia en Daryl.



- Gracias.- dijo Daryl con una pequeña sonrisa sin apartar la mirada de ella.



- Lo siento.- susurró Anabelle llena de vergüenza.



Anabelle se alejó a atender otras mesas mientras Henry sonreía con burla. ¿Como podía ser posible que aquella mujer soporte a este idiota? Daryl miro al hombre frente a el, totalmente desalineado y con olor a alcohol en su ropa y recordo el rostro de su padre. Por un momento penso en golpearlo, en hacerlo sentir lo que ella sentía, golpearlo hasta que se desangre en el suelo, pero sabía que era meterse en problemas por algo que no valía la pena por que tal vez Merle tenia razón y ella tendrá sus motivos por los cuales aguantar su mierda.



Con aquel pensamiento en su cabeza Daryl termino su pequeño almuerzo y, tras dejar algunos dolares sobre la mesa, se fue hacia el taller a continuar con su trabajo.


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