El apocalipsis de Juliette

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— No podemos seguir reclutando gente extraña, debemos ser cuidadosos o un día pondremos en peligro a nuestra gente. — exclamó Juliette irritada.

Deanna Monroe sonrió con cariño y acarició los nudillos de la muchacha frente a ella.

— Julie, cariño. Aarón y Erick hacen un buen trabajo investigando a la gente antes de traerla a casa.

Juliette suspiro mirando el techo de aquella casa y luego clavó sus ojos en Deanna.

— De todos modos,  alguien podría engañarlos. O simplemente los seguirían sin que ellos se den cuenta. ¿Qué pasa si ellos mismos se ponen en peligro? — la exasperación era evidente, Juliette tenía un punto y no cambiaría de parecer.

A pesar de ser la mano derecha de Deanna, no podía pasar por encima de las desiciones de ella. Debía acatarlas como todos en Alexandría, negó sin poder evitar poner mala cara y Deanna solo sonrió entendiendo que ella este en desacuerdo.

— Juliette, entiendo que no estés del todo de acuerdo en como manejo las cosas aquí pero si queremos volver a ser lo que éramos debemos recibir a la gente nueva. Todo esto que hemos conseguido hay que agradecerlo y compartirlo. ¿Que clase de personas seremos el día de mañana si comenzamos a construir una civilización en base al egoísmo?

Deanna se había convertido en una madre para ella,  la ayudó desde el principio y juntas sacaron adelante a la comunidad poco a poco haciendo de esta lo que es ahora.

— Deberías ver como esta tu esposo, ayer fue como Pete por un dolor de cabeza cebero y hoy no se presentó a trabajar. — la mujer sonrió con gracia al ver la cara de fastidio de Juliette.

David Ferrer sería capaz de inventar un embarazo con tal de evitar sus labores, había sobrevivido todo este tiempo gracias a ella, se le había pegado como una garrapata cuando todo se fue a la mierda y la muchacha era demasiado buena como para dejarlo a su suerte así que lo había mantenido a salvo.

— Ese hombre es un idiota. — bufo molesta.

— Aún es tu esposo y debes respetarlo. — dijo Deanna con una sonrisa burlona en los labios.

Juliette la miro con un gesto irónico y sonrió sin gracia hacia la mujer, Deanna río al ver como se levantaba del mullido sillón y se alejaba arrastrando los pies hacia la salida de la casa.
Camino hasta la casa que compartía con David viendo hacia las puertas de la comunidad, algunas personas se amontonaban con miradas curiosas, intento alejarse hacia allí pero el quejido exagerado de su marido la detuvo.

— Julie, nena. Gracias al cielo que viniste. No puedo más del dolor de cabeza, no he podido ir al almacén con Holly. — exclamó mirando a la muchacha con una mueca de dolor.

— Nunca puedes hacer tu trabajo David, no voy a estar toda la vida cuidandote el culo, debes ser más responsable. Esto no es lo que era,  aquí no importa cuanto dinero tienes y mucho menos quien eras antes. De la única manera que podrás sobrevivir es trabajando y ganándote el plato de comida como todos aquí. — dijo con fastidio mirando a su esposo con molestia.

— Te has vuelto una malhumorada. — volteo hacia la casa. — ¿Podrias prepararme un te?  Aún no se como se prende esa cosa.

Juliette lo miro con molestia y camino detrás de él hasta el interior de la casa, puso el calentador mientras preparaba la taza con la bolsita de té y apoyó su cuerpo sobre la mesa de mármol. Dos golpes en la puerta resonaron en la entrada, se acercó a paso rápido y abrió con una sonrisa, Spencer la esperaba allí con algunos papeles en su mano.

— ¿Todo bien? — consultó al ver que no decía palabra.

— Mamá quiere verte, llegaron personas nuevas. — explicó con apuro Spencer.

Juliette bufo y miro al joven quien pareció encogerse en su lugar, Spencer siempre había sido un muchacho sin conflictos, vivía bajo las polleras de su madre y ayudaba a su padre en el diseño y construcción de nuevas viviendas en la comunidad, nada que tenga que ver con la confrontación ni la pelea.

— Necesita que vayas para presentarte con el nuevo grupo, esta terminando con las entrevistas. ¿Puedes ir para mi casa luego? — dijo con una pequeña sonrisa.

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