Anabelle III

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Anabelle acomodo su uniforme mientras caminaba hacia el café, había tenido una semana tranquila, por alguna razón, Henry no había regresado a la casa. Se sentía confundida al respecto, le preocupaba que algo malo le hubiera pasado pero por otro lado sentía un gran alivio de no tenerlo allí.
Comenzó su turno con una pequeña sonrisa en su rostro, Daryl la esperaba en el lugar de siempre con sus penetrantes ojos azules clavados en ella.

— ¿Qué se le ofrece hoy, señor Dixon? — sonrió aún más al verlo curvar sus labios en un dulce gesto.

— Lo de siempre. — contestó el hombre.

Anabelle asintió y volteo hacia la barra aún sin poder alejar esa expresión de su rostro. Daryl había sido un bálsamo para sus heridas todo este tiempo, sabía que lo que hacían estaba mal, no podía simplemente olvidarse de su esposo y los votos en su matrimonio pero tampoco podía negar que comenzaba a sentir algo más que amistad por Dixon.
Daryl tomó la muñeca de Anabelle con delicadeza deteniendo su caminar, la muchacha volteo a verlo sorprendida y sonrió al ver una pequeña caja entre sus manos.

— No vas a proponerme matrimonio ¿verdad? — bromeó mirando hacia los lados.

— No, pero si quieres… — comenzó a reír al ver la expresión de pánico en el rostro de Anabelle. — No es un anillo, solo es un regalo. — la tranquilizó mientras le entregaba la cajita entre sus manos.

Anabelle la abrió con cuidado y observó la hermosa joya dentro, un colgante de plata, un dije en forma de A con un diamante incrustado en ella, sus ojos se iluminaron con destellos de felicidad y culpa. Miró el rostro sonriente de Dixon y sintió sus ojos llenarse de lágrimas.

— ¿No te gustó? — murmuro apenado.

— Me encanto. — afirmó quitando el colgante del estuche.

Lo extendió hacia Daryl quien con rapidez se colocó tras ella y acomodo la cadena sobre el cuello de la muchacha.

— Gracias. — murmuro con una sonrisa en su rostro.

[… ]

La noche se sentía cálida, Anabelle se apuro a acomodar su blusa azul al escuchar los dos golpes en ella. Con rapidez se dirigió a esta para recibir a Daryl, luego de aquel hermoso regalo la invitó a pasear a la Feria que habían armado en el centro.
Abrió la puerta con una sonrisa pero su mundo se detuvo en un instante, el aire se volvió pesado e imposible de respirar, sus ojos se mantuvieron abiertos de par en par mientras sentía el pánico recorrer su cuerpo. Estaba aturdida y desconcertada, no podía evitar que el miedo la envuelva.

— ¿No vas a invitarme a pasar? — dijo Henry con una media sonrisa en su rostro.

Anabelle se movió hacia un lado dejando entrar al monstruo que alguna vez fue su marido, Henry se paro frente al sofá y observo como la mujer cerraba la puerta con lentitud. Se volteo a verlo con sus dedos cruzado sobre su vientre y levanto la vista hasta él.

— ¿No vas a preguntar donde estuve? — exclamó con gracia.

La mujer trago grueso y lo observo sin saber que decir, tal vez si abría la boca podría hacerlo enojar y pronto todo se iría al diablo.

— Veras, me encerraron por posesión, estuve toda una semana allí pensando porque no viniste por mi. — habló mirando el suelo.

Se sentó en el sofá y apoyo sus codos sobre las rodillas, miro el suelo con tristeza y levanto su rostro hacia ella.

— ¿Podrías hacer café? — pregunto con una pequeña sonrisa en sus labios.

Anabelle asintió apenas y camino a paso lento hacia la cocina, con sus manos temblorosas preparó la cafetera y mientras el ruido del agua hirviendo llenaba la habitación la muchacha apoyo ambas manos sobre la fría mesada de mármol agachó su cabeza e intentó llenar sus pulmones de oxígeno. Inspiró y exhalo varias veces creyendo que así podría calmar sus nervios, Henry estaba allí sentado, amenazando la tranquilidad que había logrado esta semana.
Dos golpes a la puerta alertó a la muchacha quien se apresuró hacia hasta el recibidor, Henry se encontraba de espaldas a ella con la puerta abierta de par en par, Daryl tenía su ceño fruncido observando al hombre sonriente frente a él.

— Hey, hermano. — saludo Henry. — ¿Qué haces por aquí?

Daryl estaba tentado a decirle que estaba allí por Anabelle, que la llevaría de paseo y la haría feliz como el nunca lo hizo. Que la amaría y le daría todo lo que ella merecía, pero sus pensamientos se vieron interrumpidos por el rostro suplicante de la mujer, negó apenas con  su cabeza y bajo la mirada con tristeza.

— Eh, yo… quería preguntarle a Anabelle si no olvide una chaqueta en el café hoy por la mañana. — balbuceo distraído.

— Annie, cariño. — llamó Henry volteando hacia ella, estiró su mano invitándola a acercarse y la atrajo a su cuerpo, rodeando su cintura con una mano. — Daryl quiere saber si no haz visto su chaqueta en el café. — dijo con simpatía.

Anabelle estaba petrificada, le costaba acomodar las palabras y así armar una frase coherente. Sentía el calor del cuerpo de Henry y le recordaba cuando estaba recién casados, cuando eran felices, mucho antes del infierno que le hizo pasar durante tanto tiempo. Daryl observaba la postal con amargura e ira, el tipejo había vuelto para hacerle la vida imposible otra vez, podía notar el miedo de ella en su rostro y aún así el continuaba allí para joderla.

— Descuida, debo… debo haberla dejado en el trabajo. — exclamó caminando hacia el jardín. — Gracias.

La muchacha observo el cuerpo de Daryl alejarse hacia su casa y suspiro con tristeza al tiempo de Henry cerraba la puerta, regreso a la cocina y preparó dos tazas de café, las llevó hacia la mesita frente al sillón y se sentó en el individual observando todo a su alrededor.

— Siento mucho todo lo que paso Annie. No fue mi intención lastimarte. Pero debes entender que fue todo muy difícil para mi. — habló de forma pausada y segura. — Espero que puedas perdonarme y que volvamos a ser los de antes. — concluyó.

Los sentimientos de Anabelle estaban revueltos, quería creer las palabras de su marido, quería creer que podían volver a ser los que eran, tal vez sea cierto y el quiera cambiar. Sus ojos se cristalizaron al momento de observarlo arrodillarse frente a ella y tomar sus manos con ternura.

— Te necesito. — susurro y le acarició la mejilla.

[… ]

— ¿Qué te sirvo? — Anabelle miraba con pena al hombre sentado frente a ella.

Dixon sentía su corazón acelerarse al verla allí parada y no poder hacer nada de lo que se le cruzaba por la mente, el que el idiota de su marido haya regresado fue lo peor que pudo pasarle. Podía notar la tristeza en los ojos de la mujer quien evitaba cruzar sus miradas clavándola en la libreta frente a ella, ambos sabían que no la necesitaba, pero aún así prefería mantener su visita allí antes de perder la poca cordura que le quedaba en aquellos ojos azules que la volvían loca.

— ¿No piensas decirme nada? — exclamó Daryl con algo de molestia.

— No sabía que el volvería. — murmuro con tristeza. — Cambio, me pidió otra oportunidad. — miro el suelo y luego subió sus ojos cristalizados a él.

Daryl la miro incrédulo. No podía comprender cómo, luego de todo lo que le hizo pasar, le daría otra oportunidad. La muchacha suspiro y despojo sus mejillas de las pequeñas lágrimas que habían descendido por ellas, no quería perder a Daryl, este tiempo que habían pasado juntos había sido hermoso pero tampoco quería dejar a Henry, sentía que había cambiado y que se merecía el beneficio de la duda. Él se levantó y se mantuvo en silencio parado a escasos centímetros del cuerpo de Anabelle, ella podía sentir la respiración acariciar la piel de su rostro y por un momento cerro los ojos recordando los labios de Daryl sobre los suyos. Al abrirlos tenía la penetrante mirada de Dixon sobre ella pero recordó el por que de su renuencia a volver con él.

— Podemos ser amigos. — exclamó por lo bajo.

Daryl sintió como una puñalada en el medio del estómago, abrió los ojos con algo de sorpresa y la respiración se estanco dentro de sus pulmones, no podía entender las palabras de aquella mujer, controló la molestia que crecía en su interior y solo se limitó a asentir en silencio.
Camino fuera del local dejando a Anabelle con un gusto amargo en su interior y el dolor de saber que estaba dejando atrás al hombre que, tal vez, sería su salvación. Daryl endureció su rostro como si fuera una carcasa que esconde en su interior todo el dolor que aquello le estaba causando y dejando olvidado dentro de el todo el cariño que sentía por aquella mujer.

*TeamDixon*

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⏰ Última actualización: Jun 15, 2019 ⏰

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