"Laberinto griego"

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Advertencia: Escenas sangrientas.

Capítulo 40: Laberinto griego.

La lucha estaba en punto crítico para ambos grupos. Sam forcejeaba, desesperado para liberarse del agarre de Abaddon, pero ella lo tironeaba para arrastrarlo.

—¡Suéltame! —gritó Sam.

Sam vio a Gabriel, esperando que lo ayudara. Sin embargo, Gabriel tenía sus propios problemas, controlando al compañero de Abaddon, otro Caballero del Infierno. Abaddon sonrió y volteó su cara hacia la salida.

—Te dijo que lo soltaras.

Abaddon sintió un golpe seco en su brazo y gritó a todo pulmón. Agarró su brazo con rapidez, soltando de esta manera a Sam.

—¡Maldito hijo de perra, me rompiste el brazo! —gritó Abbadon.

—Te salió barata —dijo el recién llegado.

—¡Inias! —exclamó Sam feliz.

Inias venía con su acostumbrado traje elegante negro, a diferencia de sus hermanos, quienes estaban con chaquetas de jeans o de cuero, en el caso de Gabriel. Inias tomó a Sam del brazo y se lo pasó a su compañero, al cual también le pasó la espada de bambú con la que golpeó a Abaddon en el brazo.

—Llévatelo de aquí, Kevin —ordenó a su chico.

Kevin asintió con la cabeza, venía con una sudadera con porte muy deportivo. Se llevó a Sam fuera de la batalla. Abaddon los iba a seguir, pero Inias cortó su paso blandiendo, ahora, una espada japonesa bastante mortífera.

—No puede ser, tú estabas muerto —dijo entre dientes Abbadon.

—Un pequeño mal entendido, gracias a nuestro amigo Crowley —respondió Inias.

—¡Crowley! ¡Maldito traidor!

—Así es, los traidores están en todas partes, así como "Los Durmientes".

—¿De qué hablas idiota? ¡Te mataré y te quedarás bien muerto!

Abbadon blandió su espada japonesa y el choque seco, dio comienzo a la última batalla con un Caballero del Infierno. Inias tuvo que poner toda su habilidad de ángel guerrero para combatirla, blandiendo su espada y contraatacando a matar.

Kevin corría con Sam de la mano hacia la salida. Sam cerró los ojos cuando la luz del exterior lo atacó. Estuvo bastante tiempo en una habitación sin ventanas solo con luz artificial y la mansión era bastante oscura, pero se recuperó rápido, porque la luz del sol anunciaba la caída de la tarde. Miró a su alrededor.

Estaban en una especie de jardín. Llegaron al patio trasero donde estaba la torre que tenía un campanario de iglesia en lo alto. Debían cruzar el patio, uno de esos jardines interiores rodeados por pasillos con pilares, para llegar al edificio de la torre. Después, entrar a la torre, ya que en su interior estaba la salida. Era peligroso cruzar, porque no había obstáculos en el camino y era un gran tramo a cubrir sin que nadie los viera. Si hubiera una fuente o pileta, podrían esconderse en ella y después continuar con el cruce, pero esta estaba alejada de ese lugar, en el centro del patio, el cual era bastante grande. La fuente tenía un ángel de mármol, un querubín en actitud de orinar y tiraba un chorro de agua, haciendo un arco bastante llamativo.

—¡Kevin, espera! —gritó Sam y se detuvo.

—¿Qué pasa? Debemos salir de aquí —le dijo Kevin.

—No sin Dean —anunció terminante.

—Inias me dijo que te sacara de aquí y eso haré.

Hablaban, susurrando, por los pasillos exteriores, rodeando el jardín y tratando de cubrirse con los pilares. Había unos hermosos rosales, sino fuera por toda la batalla, Kevin iría a cortar una rosa roja para Inias. Se sonrojó por la imagen.

Prisioneros de la Mafia (DestielDonde viven las historias. Descúbrelo ahora