Capítulo 25: Maldito San Valentín.
Como siempre, apareció Inias, sacándolos de la cama a regañadientes, y un poco más.
—¡Deja de hacer eso! —chilló Dean a Inias, aburrido que lo despertaran tan brusco.
Inias cruzó los brazos.
—Son las doce, creo que es una hora prudente para levantarse.
Dean quedó como en shock al saber la hora.
—¡Hijo de perra! —gritó el chico, reaccionando y saliendo de la cama como un rayo hacia el baño.
Mientras tanto, Castiel se restregaba uno de sus ojos con mirada somnolienta. Pegó unos cuantos bostezos y ya se estaba acomodando para seguir durmiendo, cuando Inias lo agarró de un brazo.
—Ni lo pienses —advirtió Inias.
Lo sacó en modo zombi y lo llevó a la tina, preparada con anterioridad donde solo lo acomodó, esperando que las sales de baño hicieran su tarea.
Dean salió del otro baño apurado, buscando a Inias. Vio a Balthazar caminando por el pasillo.
—Hola Balthy ¿Has visto a Inias?
—Hola Dean, no, no lo he visto, pero debe estar atendiendo a Castiel, por eso seré yo quien te lleve a tu casa.
—¿En serio?
—Pues claro.
—Iré a despedirme de Castiel.
—Mejor no lo hagas, está en el jacuzzi —dice Balthy con sugerencia—. Después, quizás cuánto tendré que esperarte.
Dean lo miró serio.
—Vamos, entonces, despídeme de él.
—Como ordenes.
Dean se detuvo en su caminar y lo miró de vuelta.
—Yo no... —quiso disculparse, pero Balthy pasó por su lado con una sonrisa.
Dean se apresuró para alcanzarlo y volvió a subir por segunda vez al increíble auto de Baltazar, pero ahora se fue en el asiento del copiloto.
—No hay que preocuparse por el cabello, esta vez, ¿no? —dijo Balthazar con una sonrisa.
Hizo el capó del automóvil para atrás y lo dejó descapotable. Dean iba fascinado, casi aullando con la velocidad de ese motor tan poderoso, ignorando que Castiel salía del baño de burbujas y preguntaba por él.
—¿Y Dean?
—Se fue con Balthazar a su casa —le respondió Inias, quien le secaba el cabello con la toalla.
—Ah —dijo decepcionado.
Pero luego recordó que saldría con Dean en la tarde y se sintió feliz. Tan feliz estaba, que cuando supo que Balthazar volvía de dejar a Dean en su casa, fue corriendo donde su hermano para preguntarle por cómo había llegado.
—Bien —dijo Balthazar extrañado por la pregunta, pero más extrañado por la sonrisa en el rostro de su hermano— ¿Por qué estás tan feliz?
Balthazar estaba, acicalándose en su habitación, eligiendo unas prendas de vestir.
—Hoy es San Valentín y saldré con Dean en la tarde —anunció Castiel.
—¿En serio? —preguntó sin poder creerlo.
—En serio.
—¿Vendrás al club? Los estaremos esperando —dijo Balthy entusiasmado.
—No lo sé todavía.
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Prisioneros de la Mafia (Destiel
Hayran KurguDean camina por las calles de la ciudad bajo la lluvia, sin saber cómo conseguir el dinero para las medicinas de su hermanito enfermo. Una idea se le ocurre al mirar una pareja de hombres en un callejón, pero al ponerla en práctica, se topa con una...