Capitulo 22

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Yui POV

Todos en la mansión despertamos por un chillido que resonó desde el jardín. Me sobresalté, cayendo de la cama torpemente mientras que Reiji se despertaba con un gruñido. Al colocarse las gafas, miró a su alrededor, desorientado, y frunció el ceño.

- ¿Yui?

Me levanté del suelo entre maldiciones, haciendo que Reiji soltara una fuerte carcajada al verme en tal estado. Lo ignoré mientras me ponía los zapatos, preocupada por el grito tal y como él - aunque Reiji estaba aún adormecido, para mi sorpresa. Salí de la habitación my bajé las escaleras a una velocidad extrañamente rápida, y cuando llegaba a la puerta del jardín vi, con ojos asombrados, cómo la barandilla se iba congelando lentamente. Si tuviera la habilidad de Kanato todo estaría en llamas, murmuré, enojada al no poder impedir el congelamiento de las cosas a mi alrededor.

Ayato llegaba junto con Subaru, ambos con cara de haber caído de la cama tal y como yo. Abriendo las puertas, descubrimos a una muy enojada Avril buscando entre las cosas de una mochila con diseño militar, arrojando todo lo que encontraba entre las flores antes de soltar un alarido parecido al anterior y ponerse a llorar.

Su cabello albino ahora lo llevaba corto hasta los hombros, y no usaba sus vestidos de muñeca como le era usual. Se agarró el cabello y gritó con furia, como si hubiera perdido la cabeza, mientras las lágrimas le mojaban el rostro sin descanso. Luciana, que llegó con el ceño fruncido y las manos hechas puños, fue hacia ella y se agachó.

- ¡Joder, Avril! ¿Dónde te habías metido? - le gritó como si fuera su madre -. ¡Tu cabello!

- ¡La Reina, mi Reina! - gritaba Avril entre llantos, avalanzándose en brazos de su hermana.

Ladeé la cabeza, cofundida. Subaru llegó a mi lado, colocando una mano en mi hombro para llamar mi atención; no había dormido bien, o eso me decían las leves orejas que llevaba bajo sus ojos. Giré la cabeza para verle; él observaba la escena con sus ojos rojos mientras fruncía el ceño.

- ¿A qué se refiere con la Reina? - me preguntó Subaru, igual de perdido como yo. Me encogí de hombros.

- Es Avril, debió ser una pesadilla - opinó Reiji, llegando a la escena.

Luciana regresó, sujetando a Avril del brazo mientras la metía a la mansión con humos saliendo de su cabeza. La menor se dejó caer al sofá; las lágrimas, sorprendentemente, dejando de caer al instante.

- Debo ir por la Reina - dijo la albina, frunciendo el ceño.

- ¿Te importaría explicarte? - ordenó Reiji, altanero, mientras se cruzaba de brazos.

- La... Reina... - murmuraba. Giró su rostro hacia Shu -, la Reina dorada...

El mayor de los Sakamaki se tensó violentamente, sus ojos abiertos de par en par. Sus piernas tambalearon mientras retrocedía un paso, pero se mantuvo firme segundos después mientras se agachaba frente a Avril. La obligó a verlo a la cara.

- ¿La tenías? - preguntó, su voz rozando los gritos.

- ¡Sí, era mía! Pero se debió haber caído en el bosque, ¡maldita sea mi suerte!

Shu gruñó unas cuantas maldiciones. Nadie - ni siquiera Reiji - parecía entender de qué hablaban, hasta de Kanato dio un paso al frente. de nuevo, no tenía su almohada en brazos.

- Avril - habló, su voz lastimera -, ¿también te diste cuenta?

Ella, fulminando a Kanato con la mirada por unos instantes, asintió antes de bajar el rostro. El cuarto Sakamaki suspiró y le atrapó la muñeca, llevándose a Avril del salón en cuestión de segundos; ella intentó alejarse del pelimorado pero ue en vano. Shu maldijo de nuevo y se levantó, pasando sus dedos por los mechones rubios que poseía, sus ojos clavados en la dirección hacia donde ellos dos se habían ido.

- ¿Qué ha sido eso? - preguntó Subaru, cruzado de brazos.

- Lo entenderán a su tiempo - susurró.

Hubo un silencio. Todos intercambiaban miradas, confundidos, excepto Shu y Reiji; los hermanos se miraban fijamente, Reiji formulando mil preguntas con la mirada mientras que Shu, algo pálido, intentaba explicárselo con sus ojos. Nada bueno salió de esa conversación de miradas.

- La Reina dorada... - me dije.

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Avril POV

Logré apartar mi mano de la de Kanato con un movimiento tan fuerte que creí que me había roto algo. Caí al suelo torpemente, golpeando mi cabeza contra la pared con un doloroso golpe sordo. Me había llevado a uno de los lugares más profundos de la mansión, viendo que nadie nos hubiera seguido mientras fruncía el ceño.

- Déjame ir - le gruñí, levantándome lentamente.

Se llevó un dedo a los labios en señal de silencio mientras miraba por el pasadizo con atención. Apretó los dientes antes de cerrar la puerta de la habitación donde estábamos: su habitación. El piso estaba lleno de juguetes y cosas de niños pequeños, las paredes pintadas de un suave color lila. Se giró y me observó por unos segundos.

- ¿Cómo lo notaste? ¿Cómo encontraste la puerta? - murmuró -. Era un secreto que madre nos dio a nosotros, los trillizos, ¡tú no debiste encontrarla!

- Pero lo hice - le dije de vuelta -. ¿No lo recuerdas? Tengo la maldición,  la maldición que me diste.

Se mantuvo en silencio, abrazándose a sí mismo.

- Sabes que no quise hacerlo.

- Sí, claro. Entonces, ¿porqué rayos me diste esa maldita canción? ¿Ahora me vas a decir que no sabías que estaba maldita? - le espeté.

Se mantuvo helado, en silencio. Estaba recordando; las memorias de aquella noche lentamente regresaban reptando a su mente. Me miró con los ojos en blanco, su expresión rozando la sorpresa mientras separaba los labios para decir algo, pero de ellos no salieron más que lamentos silenciosos.

- No lo sabía - susurró, apartando la mirada -. No tenía idea. Pero no lo entiendo...

Golpeé el piso con mi pie, como tantas veces había visto hacer a Luciana. No sabía si mentía o no, si se hacía el imbécil o simplemente lo era. Sus ojos parecían sinceros, pero creerle me costaba demasiado.

- Scarborough Fair, la canción que le cantabas a tu madre - le recordé -. La que te hace dormir. Todo gira entorno a ella: la canción es tan suave que recuerda a una melodía de canción de cuna, por lo que te hace dormir. ¿A quién le cantan esas canciones? A los niños. Ahora, dime que tu y mi manera de actuar recuerda a un comportamiento de alguien de tres.

Silencio. Su silencio, de alguna manera, era más puro que el mío.

- En ti no reacciona, ya que eres quien la escribió - continué -, pero ej mí me ha maldecido a morir cuando mueran las mujeres malditas de tu familia. Me ha maldecido - se me saltaban las lágrimas -, a actuar como niña hasta el día de mi muerte.

- Sé que eres un demonio - habló, inseguro -, y eso podría salvarte, Avril. Te importaría...

Calló, y al tomar una almohada de su cama, siguió hablando.

- ¿...contarme todo desde el principio?

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Yo quería escribir, pero nooooooooo, mamá dijo que era necesario mudarse </3 Holi :( El capitulo 22 ya salió al menos, y creo y espero legar al 23 hoy :I Así que ya saben, voten, comenten, y hasta el siguiente cap ♥

PD: Para las/los que leen La Alicia del Tatuaje Rojo: Intentaré acabar este fic antes de seguir con ese. Mientras, comenten y voten ahí también ♡

-TheGirlNextDoor

Soñando con un Final Feliz [Diabolik Lovers Fanfiction]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora