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Apenas se baja del auto, corre a la sala de urgencias en donde Namjoon le había indicado que se encontraba. Yoongi lo sigue de cerca al no saber qué ocurre, ya que no había podido explicarle nada en medio de su preocupación y llanto.
Busca por todos lados alguna señal de su cuñado, encontrándolo en una banca sentado mientras ocultaba su rostro entre sus manos. Se veía devastado.
Sus pasos resuenan lo suficiente como para que Namjoon gire en su dirección y sus ojos se encuentren. Jamás en su vida se imaginó ver en tal estado a ese chico que siempre fue una contención para ellos. Nunca se le pasó por la mente estar en una situación de ese tipo, en donde la vida de su hermano e hija corría peligro.

¿Qué haría sin ellos?

— H-hyung...– Llama con voz quebrada, arrodillándose frente al moreno que llora silenciosamente y lo envuelve entre sus brazos intentando consolarlo.

Pese a verse en una pieza, llevaba vendas alrededor de un brazo y el corte en su frente no pasaba desapercibido. Namjoon gimotea una vez acepta su abrazo, pidiendo perdón entremedio de sollozos que Jimin desea no escuchar.

— ¿D-dónde están, hyung? P-por favor, dímelo...– Suplica alejándose de su cuerpo, viendo que el chico apunta a su izquierda hacia una puerta que dice quirófano. Su corazón se comprime ante la angustia, sintiéndose desfallecer ahí mismo al no tener respuestas.

— E-el doctor ha salido hace algunos minutos y me ha dicho que Jin ya está estable, que pronto lo llevarían a otro lugar para que pudiera pasar la noche...– Suspira secando un par de lágrimas de su rostro. – Pero no he sabido nada de Sun desde que llegamos...De v-verdad lo siento, Minnie...

Todo el cuerpo del rubio tiembla ante la temible incertidumbre de no saber cómo se encuentra su hija. Sus ojos se quedan mirando fijamente un punto en el vacío, reaccionando solo cuando Yoongi lo ayuda a ponerse de pie para obligarlo a sentarse en la banca junto a Namjoon.
El pelinegro da suaves caricias en su espalda, pasándole de vez en cuando pañuelos para que seque sus húmedas mejillas y limpie su nariz ya enrojecida.

Jimin ni siquiera puede hablar.

El dolor que siente en su pecho, es mil veces peor que cuando sus padres le dieron la espalda. Es incluso más doloroso que cuando perdió a Yoongi, creyendo luego que había tomado una pésima decisión.
Los meses en los que estuvo esperando a Sun en su barriga, fueron sin duda los más difíciles que pudo vivir. Y aún así, el sentimiento de perder a sus dos personas especiales en el mundo lo estaba desgarrando de diferentes formas.

Sin su hermano mayor nunca podría haber salido adelante. Nunca se habría atrevido a volver a terminar sus estudios, cuando todo el mundo lo señalaba como si fuera una puta. No, él no se había entregado a cualquier persona y lo habían abandonado. Él simplemente amo tanto a alguien y por su inmenso amor lo dejo ir. ¿Por qué Nadir podía entenderlo? Todos en la escuela terminaron por aislarlo y Jimin realmente se cuestionó en ese momento como debía continuar con su vida.
Luego de que sus padres prefirieran decir que no tenían un hijo menor, todo sólo empeoró. Sus ánimos, su felicidad...ya no existían.
Incluso el ver a su hija lo hacía recordar el porqué lo habían aislado del mundo y eso cada vez se iba poniendo peor. Sin embargo, Jin tuvo las suficientes agallas para enfrentar a sus padres y marcharse de casa junto a él.
Dos simples adolescentes empezaron a vivir por su cuenta, alejándose de todo el mal que los rodeaba. Su hermano era realmente un santo para Jimin. Seokjin era capaz de levantarse todas las veces que Sun lloraba por las noches, cuando Jimin ni siquiera podía mantenerse en pie en medio de su depresión. No podía hacer tareas tan simples en el hogar, por el solo hecho de haber sido lanchada con horribles palabras de personas que le importaban.

Pero ahí estaba Seokjin sonriéndole a cada momento, teniéndole una mano.

No paso mucho hasta que recapacitara y finalmente volviera a sonreír a la vida. Comenzó a comportarse con el padre que ahora era, prometiéndole en susurros a una pequeña bebé que jamás le fallaría. Que si era necesario que él se multiplicara para hacerla feliz, lo haría sin dudarlo.
Volvió a ser él alegre chico que existió tiempo atrás, ayudando a su hermano que recién comenzaba sus estudios superiores. Seokjin se sintió totalmente orgulloso de que su hermanito pudiera levantarse y plantarse nuevamente ante la vida sin miedo.

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