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Tenía que terminar estos informes para este mismo día pero el tener a Jennie Kim a mi lado no era de gran ayuda.

-Me estoy arrepintiendo de haberte dicho donde estaba -dije sin dejar de teclear en la computadora, pero Jennie no decía nada y era raro pues llevaba hablando desde que había pisado la cafetería- Hey, te estoy hablando -le agarré del brazo para moverla y que me prestara atención.

-Oh vamos, no seas así conmigo, te necesitaba -dijo saliendo de su trance.

-No me necesitabas, solo querías una excusa para escapar de tu novia -dije riéndome de ella, mirándola de reojo para ver si conseguía molestarla- No es mi problema que Lisa se haya enfadado contigo y quisieras arrancar de ella.

-No sabes cómo se pone cuando está en sus días -contó con un tono de molestia en su voz- Te prometo por mi vida que estaba a punto de tirarme la jodida silla porque no quise abrazarla después de llegar del gimnasio.

-Debiste haberla abrazado -respondí riéndome de ella y su drama amoroso.

-¿Ah si? Pues dime ¿qué hubieras hecho tú en mi lugar? -preguntó y de inmediato recordé a Seulgi.

Siempre que llegaba de hacer deporte se iba directo a la ducha, aunque le dijera mil veces que no me importaba si estaba sudada, yo solo quería que me besara y se recostara un tiempo conmigo. Jamás conseguí que me hiciera caso, siempre me decía que quería oler bien para mí, y me daba un beso corto en mi frente y corría hasta el baño dejando la ropa sucia en el camino.

-No lo sé.

Seguimos calladas un buen tiempo y comenzaba a incomodarme el silencio de Jennie, hasta hace un rato no paraba de decir sus comentarios irónicos respecto a cualquier cosa que le dijese yo y ahora parecía que estuviera en otro mundo.

-No pensé que los problemas con Lisa llegaran a afectarte tanto -dije acomodándome mejor los anteojos sin detenerme a ver si Jennie me estaba mirando o no.

-Oh no, no es eso. Conozco a Lisa y sé que cuando llegue a casa estará feliz de verme otra vez -volvió a callar por unos instantes pero después habló en un tono curioso- ¿Qué opinas de las chicas con flequillo?

-¿Eh? -su pregunta me había desconcertado pues era un cambio de tema bastante brusco- ¿A qué viene eso?

-Es solo una pregunta, no le des tantas vueltas Baechu. 

-¿A qué quieres llegar? -pregunté despegando mi vista de la computadora, quitándome los anteojos para mirarla directamente a sus ojos.

-¿Jamás te has imaginado liándote con una chica con flequillo?

-¿Qué te ocurre exactamente? -pregunté riéndome, de verdad que no entendía el interés tan repentino de saber si me agradaban las chicas con flequillo o no.

-Iré al grano -dijo y mostró una sonrisa traviesa- Hace rato que hay una chica mirando hacia nuestra mesa -apenas dijo yo comencé a mirar alrededor de nosotras, pero fui detenida por las manos de Jennie agarrando mis mejillas- ¡No seas tan obvia idiota! -casi podía notar un poco de enfado en las palabras de Jennie, lo juro- Estoy al mil por ciento segura de que te está mirando a ti, te soltaré la cara pero debes ser sumamente sutil. Es la única chica con flequillo de toda la cafetería, está detrás, en los sofás. 

Jennie me soltó delicadamente e hizo su cabeza a un lado para dejarme ver a aquella chica que según ella había estado mirándome. Rápidamente miré hacia el fondo de la cafetería y busqué a la chica con flequillo, no fue difícil verla pues era la única chica que estaba sentada allí, pero al ver detenidamente su rostro mi mandíbula cayó hasta tocar el suelo. 

-Es linda, ¿no crees? -soltó Jennie entre risitas, yo solo pude volver a sentarme recta en mi asiento y mirar mi computadora sin llegar a pestañear siquiera. 

No podía ser Seulgi, no, imposible, debía estar soñando, quizás el haber estado toda la noche trabajando me comenzaba a hacer efecto y estaba teniendo alucinaciones. Además, Seulgi no utilizaba flequillo. Dios, no podía creerlo, era ella, podía distinguir aquellas facciones que me traían loca aunque estuviera ciega. 

-Es Seulgi -le dije a Jennie en un susurro, pensando en que Seulgi nos podría escuchar a esta estúpida distancia. La mandíbula de Jennie cayó al igual que como había ocurrido conmigo hace unos instantes.

-¿Esa Seulgi? -asentí tratando de mirar disimuladamente hacia donde se encontraba mi ex- No se parece a la chica de la foto que me mostraste hace un tiempo. 

-Es por el maldito flequillo -dije hundiéndome en mi asiento, casi sufriendo por sentir la presencia de Seulgi en el lugar- Pero estoy segura de que es ella. 

Se veía jodidamente bien, definitivamente aquél estúpido flequillo le daba otro aire a su rostro que de por sí ya era precioso. No podía estar pasándome esto a mí, ni siquiera había acabado de olvidar todo lo que sentía por Seulgi y el destino se encargaba de ponérmela en frente de mis narices. ¿La idea era hacerme sufrir o qué?

-¿Y qué esperas? ¡Ve y háblale! 

Esta mujer estaba definitivamente loca.

¿Cómo iba a ir y pararme frente a Seulgi si todavía sentía hormigueos por mis extremidades al pensar en ella? La última vez que la había visto fue cuando la vi hacer sus maletas para irse del que era nuestro departamento, ella había decido irse porque podía conseguirse un lugar cerca de la universidad y acepté porque lo único que quería era tenerla lejos. Se había ido dejando la llave en la mesita de sala y a mí hecha trizas en la que era nuestra cama. Durante varios días no fui capaz de levantarme de la cama, había decidido recostarme en el que era su lado y lo hice hasta que su aroma se fue de las almohadas pero su perfume estaba tan impregnado en las sábanas que lo único que lograba yo era llorar como si tuviera una laguna dentro de mis ojos. 

Había perdido a la mujer que amaba, estaba tan hundida con mi nuevo trabajo que ni siquiera me había dado cuenta de que tenía a mi novia esperándome en casa, cuando lo noté ya era demasiado tarde pues Seulgi prefería quedarse en la universidad con sus amigos en vez de estar conmigo en casa. No podía culparla. 

Estuve viviendo con Wendy por unos cuantos meses porque no tenía ánimos para cuidar de mi misma, no comía porque prefería quedarme en mi cama en vez de cocinar, ni siquiera tenía fuerzas para preparar comida instantánea. Estaba desesperada, había perdido a la chica de la que estaba enamorada desde la secundaria, estaba preocupada, aquella chica no era capaz de rebanar una zanahoria sin accidentarse, ¡ni siquiera sabía prender el horno!. No sabía si tenía ropa limpia, o si vivía en un lugar seguro, la extrañaba, extrañaba cada parte de ella, cada acción tonta que hacía que yo me partiera de la risa, extrañaba su risa y sus pequeños ronquidos al quedarse dormida cuando veíamos las películas de romance que a ella no le agradaban.

Extrañaba a mi chica. 

-Por dios Joohyun, deja de esconderte y ve a hablar con ella -siguió insistiendo Jennie, que estaba demasiado emocionada por toda la situación. 

-Que no voy a ir Jennie. 

-¡Pero si se nota a leguas que la extrañas! -rápidamente le cubrí la boca con mis manos y la miré molesta.

-No grites, ¿no ves que puede notar que la estamos observando?

Apenas quité la mano de la boca de Jennie decidí que debía correr. 

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