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Lento pero seguro era la mejor opción. O al menos eso creían Irene y Seulgi después de un mes de salidas donde se avergonzaban y sonrojaban por todo.

-¿Cuándo piensas dar el siguiente paso?

Irene apretó el montón de hojas que traía en sus manos para evitar estampar las contra la cara de Jennie que venía siguiéndola a su oficina.

-¿Y cuál sería el siguiente paso según tú?

Jennie entró a la oficina detrás de Irene y cerró la puerta con una sonrisa.

-Besarla y pedirle que vuelvan a estar juntas -dijo y se acercó a ella para quitarle las hojas y pudiera concentrarse en su conversación- No es como si te fuera a rechazar a estas alturas.

-¿Y por qué tendría que hacerlo yo?

Jennie la quedó mirando con sorpresa, era verdad que Irene era una persona completamente seria en el trabajo pero esta vez estaba extraña.

-¿Qué te pasa a ti hoy? Dios, estás desagradable.

Irene apoyó ambos codos sobre su escritorio y se sujetó la cabeza con las manos.

-Nada, solo he estado teniendo una mala mañana, además se acerca el cumpleaños de Wendy y no sé qué puedo comprarle -confesó al mismo tiempo en el que su teléfono vibraba sobre el escritorio.

En menos de un segundo y como si estuviera desesperada, el teléfono estaba en sus manos pero luego terminó lanzándolo contra el escritorio con una mueca de decepción.

-Y al parecer Seulgi no te ha dado los buenos días...

Quizás Jennie no debió decir eso, pero ya era muy tarde para arrepentirse cuando Irene se levantó de su silla, la tomó a ella del brazo y prácticamente la sacó de su oficina.

-¡Amargada! -gritó después de que Irene le cerrara la puerta en la cara.

[...]

Irene salió 15 minutos antes de su hora de almuerzo para evitar a la odiosa de su amiga y salió del edificio con dirección a un pequeño restaurante que quedaba a unas cuantas cuadras de su trabajo.

No era como si tuviera demasiada hambre pero no quería estar encerrada en su oficina por más de una hora sabiendo que Jennie estaría esperándola al otro lado de la puerta.

Le dio una sonrisa cuando el camarero le dejó frente a ella su plato y jugo que había pedido. No habían pasado ni cinco minutos desde que había empezado a comer cuando su teléfono comenzó a vibrar en su bolsillo.

-¿Wendy? ¿Pasó algo? -preguntó preocupada, por lo general Wendy se limitaba a enviarle mensajes y solo la llamaba en casos extremos.

-¿Por qué tendría que pasar algo? Solo estoy llamando a mi mejor amiga.

Irene puso los ojos en blanco y se llevó el tenedor a la boca.

-Ya dime qué es lo que sucede.

-Parece que no estás de humor ¿eh? Da igual, llamaba para decirte que me decidí y haré una pequeña fiesta para mi cumpleaños.

-¿Y eso? No celebras tu cumpleaños hace como cuatro años atrás.

-Pero ahora quiero celebrarlo.

Irene no le contestó porque aun seguía masticando y Wendy aprovechó el momento para lanzar su pequeña "bomba".

-Espero que no te incomode pero invité a Seulgi.

Al escuchar el nombre de Seulgi, Irene se ahogó con su propia saliva y el resto de comida que tenía en la boca. No era algo como si hubiera podido imaginar que su mejor amiga dijera eso.

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