Capítulo 1°: Tu tanta falta de querer.

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—Entonces tu papá se puso a cantar a todo pulmón "con una rubia en el avión, directo a Brasil" y era la única parte de la canción que se sabía, así que la repetía una y otra vez —Nena secó una de las lágrimas que había escapado de los ojos de su madre mientras ella reía incontrolablemente.

No tenía idea de qué tanto se reía, había estado muerta de miedo en ese momento y solo me puse a cantar para distraerla, porque no podíamos joder en los asientos del avión, en el baño tal vez, pero como llevábamos a Helena de un año y algo, tampoco era una posibilidad ¿Qué íbamos a hacer? ¿Dejar a la niña ahí para que algún terrorista la usara como bebé bomba? Demonios, no.

—Papá es muy divertido —dijo la pequeña.

—Solo con algunas personas, cariño, con muy pocas, a decir verdad —Sofí parecía estarlo pensando, como si las personas de mi agrado fueran algo digno de análisis.

—¿Contigo es divertido?

La falta de inocencia en esa pregunta me hizo reír ¿no se suponía que los niños de cinco años no estuvieran atentos a nada más que el horario en el que dan sus caricaturas favoritas?

Al parecer, esa regla no se aplicaba a mi hija.

—Por supuesto que soy divertido —intervine, entrando en el cuarto con todos los juguetes que Nena y Sofí habían dejado desparramados por la sala luego de su tarde juntas —. Tal vez debería haberlo pensado mejor al momento de elegir mi profesión ¿Qué piensas, mariposita? ¿Te gustaría verme yendo a tus reuniones del kínder con una nariz de payaso?

Helena soltó una de esas burbujeantes risas suyas, de esas que se parecían mucho a las de su madre, aunque para ser sincero, se parecían en muchas cosas más. Nena era como una mini copia de Sofí.

—No —dijo la niña, aun riendo—, prefiero comer pasteles, muchos pasteles.

Y también era una pequeña glotona.

—¿En serio? —preguntó Sofí, acariciándole la pancita—. ¿Quién lo hubiese dicho?

—Creo que es hora de dejar descansar a tu mamá —comenté con suavidad, mientras organizaba los juguetes en sus respectivos cajones, no quería terminar con su momento de manera brusca, pero es que ambas tenían que dormir.

Sofí entendió el mensaje y le dio las buenas noches a la niña, dejando un beso en su frente y arropándola antes de salir del cuarto.

Nena me miró como si hubiese hecho algo que no debía, a esta niña le gustaba demasiado cambiar de roles y creer que ella podía ser la mamá y nosotros los niños regañados. No me gustaba este juego, así que le respondí con un encogimiento de hombros ¿de qué otra manera podía hacerla entender?

—Estuvo todo el día trabajando, cariño —traté de explicarle—, y luego se quedó contigo mientras yo asistía a esa aburrida reunión de padres y maestros; la pobre debe estar que se desmaya del sueño, no como otras mariposas revoltosas que yo conozco —le hice unas pocas cosquillas, esperando que no me siguiera el juego porque entonces la tendría despierta por una hora más queriendo darme, según ella, mi merecido.

Claro que no, en lugar de eso se defendió de mi ataqué dándome una de esas patadas que había aprendido en sus clases de karate, riendo victoriosa cuando vio que frotaba mi pecho adolorido. Sus pataditas habían sido potentes desde que estaba en el vientre de su mamá.

—Deberías decirle que te preocupas por ella —dijo, todavía demasiado alegre, como si aún estuviésemos jugando.

Como decía, ellas se parecían en demasiados aspectos, por ejemplo, en lo tramposas que eran.

Intercambio de Corazones 6.5#LRDonde viven las historias. Descúbrelo ahora