Cazadores de Sombras Ciudad de las Almas Perdidas.

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   -¿Qué le has hecho a mi gato? -preguntó el brujo, que volvía a la sala cargado con una cafetera y un círculo de tazas flotando alrededor de la cabeza, como un modelo de los planetas alrededor del sol-. Te has bebido su sangre, ¿no? ¡Has dicho que no tenías hambre!
   Simon se indignó.
   -No me he bebido su sangre. !Está bien! -Le apretó el estómago a Presidente. El gato bostezó.- Además, me has preguntado si tenía hambre cuando estabas pidiendo pizzas, así que he dicho que no, porque no puedo comer pizza. Estaba siendo educado.
   -Eso no te da derecho de comerte a mi gato.
   -¡A tu gato no le pasa nada! -Simon fue a agarrar al gato, que saltó enojado sobre sus patas y se fue de la mesa-. ¿Lo ves?
   -Lo que tú digas. -Magnus se dejó caer sobre la silla a la cabecera de la mesa; las tazas cayeron en sus sitios mientras Alex e Izzy se incorporaban, acabada su tarea. El brujo dio una palmada-. ¡Vengan aquí todos! Es hora de reunirnos. Les voy a enseñar a invocar a un demonio.

Magnus y Simon.
Pag.217 y 218.

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   "Todos ocultamos cosas."

Camille.
Pag.243.

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   "Cuando has encontrado a tu verdadero amor, no necesitas a más gente en tu vida."

Camille.
Pag.244.

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   -Es imposible que quieras esto. Es imposible que me quieras a mí. Mi propia madre me echó de la casa. Mordí a Maureen; era sólo una niña. Quiero decir, mírame, mira lo que soy, dónde vivo, y lo que hago. No soy nada.
   [...]
   -No es cierto que no seas nada -le dijo ella-. Simon. Por favor. Déjame verte la cara.
   A regañadientes, él bajó las manos. Pudo contemplarla con más claridad. Se la veía suave y encantadora bajo la luz de la luna, la piel blanca y cremosa, y el cabello como una cascada negra. Ella le sacó las manos de alrededor del cuello.
   -Míralas -dijo, tocando las cicatrices blancas de las Marcas sanadas, que le salpicaban la piel en el cuello, en los brazos y en la curva del pecho-. Feas, ¿verdad?
   -Nada de ti es feo, Izzy -respondió Simon, sinceramente sorprendido.
   -Se supone que las chicas no deben estar cubiertas de cicatrices -dijo Isabelle como si nada-. Pero a ti no te molestan.
   -Son parte de ti... No, claro que no me molestan.
   Ella le rozó los labios con los dedos.
   -Ser vampiro es parte de ti. No te pedí que vinieras aquí anoche porque no se me ocurría a quién más pedírselo. Quiero estar contigo, Simon. Me da miedo de muerte, pero así es.

Simon e Isabelle.
Pag.255 y 256.

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   -Eres una rompecorazones, Isabelle Lightwood -dijo él, con tanta normalidad como pudo con su sangre aún corriendole por las venas como fuego-. Una vez, Jace le dijo a Clary que me pisotearías con los tacones de tus zapatos de aguja.
   [...]
   -No lo sé. -El cabello le cayó hacia adelante-. Quizá tú me rompas el corazón.

Simon e Isabelle.
Pag.259.

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