El despertador hizo que mi mal humor se disparara tan pronto, en realidad si no me levantaba llegaría tarde y no era lo que yo quería, de hecho, había sido mi elección pasar mi último curso en un internado porque quería alejarme de casa lo máximo posible y así al menos mantendría mi cabeza alejada de aquel lugar.
Cuando acabé de preparar todo bajé las escaleras lo más cuidadosamente posible para no despertar a nadie y me dirigí a la estación de autobuses para desaparecer de allí lo más rápido posible.
Fue una hora muy aburrida de viaje puesto que me tocó al lado de un hombre que no hacía más que dar golpecitos con el pie al suelo y mirar el reloj, supuse que tenía prisa en llegar a donde tuviese que ir porque en cuanto el autobús paró corrió para bajar, yo lo hice un poco más despacio, aunque tenía ganas de llegar a lo que sería lo más parecido a una casa para los próximos meses.
Una vez que me quedé sola en medio de la plaza de aquel pequeño pueblo miré el reloj, las nueve y cinco, llegaba tarde y lo sabía, pero no me importaba, al menos no mucho.
No sabía cómo llegar al internado así que me acerqué a un pequeño bar que parecía abierto y alguien me ayudaría a llegar hasta el internado, cuando abrí la puerta el sonido de una campanilla hizo que me sobresaltase y que una mujer saliese de la trastienda con una sonrisa en la boca que se ensanchó nada más verme.
- ¿necesitas ayuda? - preguntó sin dejar de sonreír
-sí, tengo que ir al internado y no sé cómo puedo llegar hasta allí
-tienes dos opciones: puedes ir andando, aunque tardarías demasiado en llegar, o puedo decirle a mi marido que te lleve
-la idea de pasarme el día andando no me entusiasma-dije casi en un susurro
-le avisaré, no te preocupes-contestó y desapareció tras una puerta
Me quedé de pie sin saber qué hacer, decidí sentarme en una de las mesas y esperar a que ella o su marido volviesen.
-estará en cinco minutos
-gracias-susurré y noté como se sentaba en la silla que estaba en frente
-soy Margaret
-Sam-dije sonriendo y ella sonrió también
-voy a ver dónde se ha metido
Volvió a desaparecer por la misma puerta y pasé la vista por el lugar, estaba lleno de fotos en blanco y negro donde salían distintas personas.
-deberías darte prisa-dijo una voz detrás mía haciendo que me asustase, me giré y vi a un chico apoyado en la puerta, no podía verle la cara debido a la luz, pero tampoco me hacía falta para saber que no íbamos a ser amigos
- ¿perdón?
-vas a llegar tarde, las clases ya han empezado
- ¿y cómo sabes a dónde voy?
-es predecible, una maleta grande con todas tus cosas y se nota que estás perdida
-como tú digas-respondí sin darle mucha importancia
-nos vemos-dijo y se marchó, lo único que pude distinguir fue una moto, una como la de mis pesadillas.