CAP. O3

356 43 12
                                    

— ¡No lo puedo creer Mérida! — Regañaba Astrid a la pelirroja entrando a su casa azotando la puerta en el proceso despertando a los hermanos trillizos siendo audibles los llantos y gritos por toda la casa

— No seas exagerada Astrid, ese travesti se lo buscó — Se defendía tomando de la cocina una manzana dándole un mordisco en el proceso finalizando por tomar asiento en el sofá de la habitación principal

— ¿Tienes idea de los problemas que pudiste meterlo?

— ¡Vaya primita!, se ve que tienes interés en ese... ¿Chico? ¿Chica?, realmente no sé lo que es

Astrid apretó los puños con molestia, sabía que su prima era considerada una chica causa problemas, presumida, cruel, entre otros comentarios por parte de los estudiantes e inclusive de los mismísimos profesores. Pero ella conocía perfectamente a Mérida, porque muy en el fondo es alguien gentil y tolerante, pero mientras más comenzaba a hablar de esa forma sobre el chico nuevo, más se le dificultaba encontrar su lado bueno y amigable

Toma asiento a su lado más tranquila, con delicadeza acaricia su mano intentándole transmitir seguridad y confianza, y cuando lo creyó necesario añadió

— No sólo lo hago por ese chico, sino también por ti... Y lo sabes

— ¡Por dios Astrid! Ese juego ya no funciona conmigo — Gritó soltándola con brusquedad y levantándose de golpe del sofá — Deberías controlar a tu madre alcohólica antes de controlar a los demás

— ¡Con ella no te metas!

— Ni siquiera puedes cargar con tu propia vida primita, no intentes engañar a los demás... — Los ojos de Astrid comenzaron a cristalizarse provocando que pequeñas gotas de agua se deslizaran por sus pálidas mejillas, haciéndose audibles los sollozos que daba

— ¿Qué es todo este escándalo niñas? — Regañaba la madre de la pelirroja haciendo presencia en la habitación viendo a Astrid llorando y a su hija de pie con los brazos cruzados y su expresión molesta — ¿Qué hiciste Mérida?

— ¿Crees que yo soy la culpable aquí?, Astrid se mete en asuntos que no debería... Es su problema si termina lastimada — Mérida subió las escaleras yendo a su habitación dejando a Astrid llorando en el sofá. La madre de la pelirroja se acerca con cautela hasta posar su mano en su cabello y acariciarlo con ternura

— Cariño, ¿quieres quedarte esta noche?

— No... — Decía limpiando sus lágrimas con la manga de su suéter, tomó sus pertenencias y añadió — Prefiero ir a casa

— Ignora lo que Mérida te dice, sabes que lo hace sin pensar. En la mañana se disculpará

— Lo sé... — Colocándose su chaqueta sale de la casa, esperando en la parada de autobuses mira su celular marcando las nueve en punto. Desvía su mirada al otro lado de la carretera encontrándose con ese chico castaño caminando con su rostro herido

Con la intención de ayudarlo, cruza la carretera quedando a pocos pasos de diferencia, indecisa piensa por unos momentos todavía caminando detrás de él. Debía compensar lo que Mérida había hecho en el instituto, por lo que decidida a pasos rápidos logra alcanzarlo colocando su mano en el hombro del chico llamando su atención

Hiccup al voltear lo primero que ve es ese lindo rostro pálido con esos brillantes ojos, su corazón comienza a latir descontrolablemente, nota esos hermosos ojos un poco rojizos, era señal que estuvo llorando. Curioso coloca su mano en la mejilla ajena, Astrid al sentir el tacto se estremece creando una corriente por todo su cuerpo, encogiéndose de hombros deja que las varoniles manos del chico la acariciasen cerrando sus ojos en el acto, sintiendo como una gran carga lograba irse

Hiccup Es Mi... ¿¡Novia!?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora