CAP. 11

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Hiccup caminaba sobre las calles a altas horas de la noche, no le importó que fuera casi la una y media de la madrugada, tampoco que su tío Bocón no parara de llamarlo a su celular y este lo ignoraba completamente, sabía que tendría un castigo, si. Pero prefería aquello que ignorar el hecho de que Astrid este sola en las calles a estas horas. Necesitaba saber que estaba bien, y si ese no era el caso, debía ayudarla

Las calles estaban vacías, con suerte pasaban autos en la carretera, pero nada más había en ello. Y viendo la altura de la situación, tenía miedo, no tenía medido que llevaba su peluca y un poco de maquillaje, inclusive llevaba unos pantalones con estampados de donas y una blusa de tirantes blanca, además de llevar puesto un enorme y cálido abrigo rosado

Llamando repetidas veces a la rubia termina perdiéndose en medio de las solitarias calles, estaba aterrado. Sabía que podía volverle a suceder lo de hace un año, temía volver a ser atacado

Por un momento llegó a detenerse a un minisuper de veinticuatro horas, entrando con el objetivo de comprar un poco de café caliente, le tomó por sorpresa ver a esa linda chica rubia con varias botellas de alcohol sentada en una pequeña mesa de plástico y un diminuto banco, por su aspecto se veía bastante ebria y desubicada

— ¿Astrid, qué haces aquí? — La linda chica rubia observa a Hiccup detenidamente, y a pesar de sentir un poco de incomodidad, él no se alejó de la misteriosa mirada de la joven

— ¡Oh, es Hiccup! — Examina el número de botellas en la mesa, quedó atónito al ver cinco botellas en la mesa y tres más esparcidas en el suelo. A este paso moriría por tanto alcohol consumido, por lo que al ver que Astrid iba por la próxima botella la tomó de la muñeca impidiendo que diera un paso más. Apestaba a licor, su aliento olía terrible, sus ojos estaban dilatados, sus piernas temblaban hasta el punto de verlo a simple vista, todavía tenía ese bello vestido blanco, su cabello ahora estaba suelto y despeinado, su maquillaje estaba arruinado

Hiccup sabía que debía llevarla a casa, tendría una buena excusa por haber llegado extremadamente tarde, no podía dejarla sola, ni siquiera podía imaginarse a chicos pervertidos tocándola, ese simple pensamiento hacia vuelcos su estómago

— Debemos irnos, te llevaré a casa — Queriendo tomarla de la cintura con la intención de que no cayera, la chica se apartó en un acto de reflejo en defensa

— Estoy bien, puedo controlar mi propia vida, ¡no soy un desastre como todos dicen! — Hiccup la miró con curiosidad, jamás había creído la típica frase, "los ebrios solo dicen la verdad" pero ver a Astrid en una faceta que nunca llegó a conocer, estaba reconsiderando esa frase. Después de varias suplicas logró convencerla de salir a tomar aire fresco

Tomando su bolso salen del minisuper, tenía a Astrid frente a él, apenas y podía caminar sin perder el equilibrio, sabía que también era por llevar puestos esos enormes tacones, había insistido varias veces de colocarle su abrigo, pero la actitud de Astrid era como hablar con una pequeña niña

Pero a pesar de que desobedeciera, Hiccup la encontraba bastante tierna y adorable. Sin embargo, el objetivo de Astrid jamás fue llamar la atención y mucho menos que el chico de cabellera caoba rojiza fuera a verla, se había sentido triste por no brindar a Hiccup la suficiente ayuda, si. Pero su límite sobrepasó cuando recibió un mensaje, seis palabras, simples e inofensivas

madre está en el hospital

Llegó a pensar que tal vez todo su instituto tenía razón, tal vez no puede controlar ni su propia vida, tampoco llevar la carga de tener que cuidar a su madre y evitar todos los accidentes que causaba, tenía tantos problemas que terminó por colapsar dejando desahogarse con el alcohol, quedar inconsciente sin importarle dónde o con quién amanecería al siguiente día

Hiccup Es Mi... ¿¡Novia!?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora