Capítulo 24

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Me despertaron unos golpes en la puerta, me levanté como pude y la abrí. Mi madre estaba desesperada y temblaba como un flan, me empujó, entró y despertó a Adele.

-Mamá ¿A qué viene tanto nerviosismo?

-Hija hoy te casas, es tu gran día y tienes que prepararte.

Mierda, se me había olvidado que hoy me casaba con Jared. Miré a Adele, que estaba sentada en la cama frotándose los ojos y mirando a mi madre con cara de pena.

-Adele dime que tienes tu traje. –La miré con cara de preocupación.

-Sí, tengo el tuyo y el mío, están  en mi coche. –Bostezó y cogió las llaves del coche que estaban encima de la mesa de noche.

Me las lanzó y las cogí en el aire, bajé las escaleras corriendo y abrí la puerta de la entrada. Con las manos por encima de mis ojos para poder ver, porque el sol me impedía ver, me acerqué al coche y saqué los trajes.

-Joder están un poco arrugados, voy a matar a Adele. –Dije gritando mientras subía las escaleras otra vez.

Los dejé encima de la cama y me puse lo primero que vi para ir a la peluquería. Fui a la cocina y me comí una manzana; mi padre no estaba allí, por lo que llegué a pensar que él ya se había ido a buscar el coche que me llevaría a la playa, donde me casaría con Jared.

Me subí al coche y recorrí las calles buscando la dirección de la maldita peluquería, ya que no soy mucho de que me toquen el pelo. Se puede decir que he ido a ella solo dos veces y con esta la tercera.

No me gusta que me toquen el pelo porque la última vez me lo dejaron demasiado femenino y eso no me gustaba cuando era pequeña. Menos mal que todos cambiamos pero a mejor.

Por fin encontré la peluquería y dejé el coche en el aparcamiento. La peluquería era bastante espaciosa, con los espejos, los asientos y los accesorios para los peluqueros a la derecha. En frente había una amplia mesa para cobrar a los clientes y a la izquierda me encontraba yo esperando en una de esas sillas a que me tocara.

-Te toca pequeña Alexandra, o mejor dicho grande. –Era una señora mayor que me hizo uno de mis cortes de pelo raros cuando era pequeña.

No sé de qué narices me conocía tanto esta loca pero me lo tomé como un cumplido y me senté mirando por el espejo cada movimiento acosador de la tía. Como me cortara un centímetro más de pelo le quitaba las tijeras y la dejaba calva. Siento mi agresividad, pero soy así y si yo digo algo y no lo cumplen suelen pagar mis consecuencias. Lo sé, soy demasiado cabezona.

Estuve como dos horas sentada en esa silla y con el culo plano, a tal punto que pensaba que ya no lo tenía porque ni lo sentía. Me miré al espejo, estaba espectacular.  Ya no me veía como la típica niña que de pequeña no quería peinados preciosos, sino que este me encantaba.

Le di las gracias a la señora, que ya estaba un poco mayor pero que seguía trabajando con la misma energía que cuando era joven; y me fui de allí a mi casa. Mis padres estaban hablando por el teléfono revisando que estaba todo bien en la playa y que las olas no se habían llevado la decoración.

Como no se habían fijado en mi peinado le di un beso a mi madre y se quedó unos segundos con la boca abierta a tal extremo que el que estaba al otro lado del teléfono le preguntó que si estaba bien. La dejé y subí por las escaleras a vestirme, abrí la puerta y vi a Adele ya preparada mirándose en el espejo y girando su cuerpo como una bailarina.

-Estoy genial pero tú me ganas. –Dijo cuando se percató de mi presencia en la puerta.

-Cierra la boca que te entran moscas- Me reí.

Mandé a mis padres a vestirse con un grito desde mi habitación, ya que si tardaban mucho llegaríamos tarde. Miré el reloj de mi amiga; las 9:20. La boda es a las 10:00.

Les metí más prisa, a lo que accedieron al mirar su reloj y se vistieron rápido. La limusina negra estaba fuera y tenía conductor propio. Me subí con mi amiga y mis padres se fueron en su coche para llegar antes y revisar todo.

-¿Estás segura de que lo quieres hacer y que este es el hombre de tu vida? Después no vayas a ponerle los cuernos. –Mi amiga y sus preguntas locas.

-Primero, estoy segura de que lo quiero hacer; segundo, este es el hombre de mi vida porque hemos esperado mucho para vernos y tercero, no voy a ponerle los cuernos. – Solté una carcajada.

-Eso espero, pero si algún día decides ponerle los cuernos que sepas que me enfadaré, porque Jared es perfecto.

-Tú solo cállate y mira el paisaje que es muy bonito – Le puse mi mano en su boca.

Ya podíamos ver la playa desde la carretera. Cuando me bajé me quité los tacones porque es como ir en bicicleta por la arena; una tontería. Al pisar la arena me invadieron todos los recuerdos que he vivido en aquella playa; todas las fiestas, el acoso de Bastian, mis juegos con Jared y lo más importante, el mejor beso de mi vida con el que hoy me voy a casar.

Una lágrima resbaló por mi mejilla, pero me la sequé con la mano y caminé por la alfombra roja que estaba encima de la arena. Ya podía ver a Jared allí y a medida que me acercaba pude ver que estaba llorando.

-Está llorando porque no se quiere casar, todavía estás a tiempo de huir. –Dijo Adele riéndose y soltando mi mano para que mi padre pudiera darme la suya y caminar hasta donde estaba Jared.

 

Los efectos del amorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora