Capítulo 15

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Al salir del instituto decidí ir con Brandon a enseñarle a jugar al baloncesto. Más tarde quedaría  con Jared para que venga a cenar  mi casa y así presentarle como mi novio a mi familia, pero más a mi madre. Seguro que lo fliparía, porque sé cómo es ella, y se lo advertí a Jared para que no se echara a reír de mi madre en plena presentación.

No es que sea otra perra de más en el instituto, no piensen mal de mí. Jared es mi novio y Brandon es mi amigo, es guapo, pero es mi amigo, hay que admitirlo.

Llegué antes que Brandon a la cancha, como vi que no venía me tumbé al sol en uno de los banquitos de la grada. Sí, soy una jodida foca que en vez de aprovechar que tenía un balón de baloncesto entre las manos y hacer unos tiros, paso y me tumbo al sol. Bueno, en realidad soy flaca, pero se puede decir que no sé cómo mierda como tanto y no engordo. Soy un experimento.

Mientras pensaba todo esto y mi cabeza se dejaba llevar por mis pensamientos, algo me quitó el sol. Brandon estaba mirándome con cara de graciosillo, no tuve más remedio que lanzarle el balón.

-Joder qué daño, casi me partes el estómago, dijo tirándose al suelo.

Me levanté pensando que en verdad le había dado, pero el tío tiró de mi pierna y me dejó sentada en el suelo.

-Tío pensaba que te había hecho daño. – Dije todavía mirando si había perdido mi culo en la caída, porque si no estaba tendría que buscarlo.

-Estoy en forma, no me dolió pero ya veo que caes en las trampas.

Levanté una ceja y le pedí el balón. Desde el centro de la cancha tiré y la metí dentro de la canasta.

-Joder, tenías razón.

Estuve toda la tarde enseñándole a tirar, porque correr lo hacía de maravilla, pero cuando llegaba la hora de tirar a la canasta, si había algún pájaro que volaba cerca de ella, lo mataba.

Miré mi reloj. Las cinco y media de la tarde. Tenía que prepararme para la cena, así que me despedí de Brandon y me fui.

Cuando llegué, me llevé la bronca de mi madre por no haber avisado que no iba a comer en casa. La verdad es que no había comido nada, solo una jodida manzana, así que fui a la nevera y me preparé un batido de frutas del bosque y me llevé unas galletas a mi habitación. Le dije a mi madre que hoy iba a venir Jared a cenar, así que tendría que hacer otro plato de más. Subí las escaleras a mi habitación y cuando abrí la puerta de mi cuarto me llevé el susto de mi vida. Jared estaba encima de mi cama.

-¡La puta! ¿Pero qué haces aquí? Y lo peor ¿cómo has entrado? – Dije con la mano en el pecho.

Yo creo que el pobre se partió el culo con mi cara de susto.

-Hija ¿pasa algo? -Dijo mi madre desde abajo.

-Nada mamá, solo es que entró un mosquito pero ya lo maté con mi zapato.

Cuando cerré la puerta Jared por fin estalló en una gran carcajada a la que me uní.

-Así que soy un mosquito. –Estaba al borde del llorar de la risa.

-Por tu culpa seguro que mi madre piensa que estoy loca pedazo de psicópata.

Estuvimos hablando todo el rato,  haciendo tonterías y comiendo las galletas que traje. En ese momento me dio un beso y le seguí el juego, pero cuando miré el reloj vi que era la hora de que “Jared llegara pero por la puerta”. Lo mandé a saltar por la ventana y que tocara la puerta. Bajé para abrirle y me guiñó un ojo; como siempre mi madre apareció detrás de mí.

-Hola Jared, encantada de verte.

-Hola señora Smith.

Mi madre lo dejó pasar y fuimos a la cocina. Ya no aguantaba más la mirada de pervertida social de mi madre y se lo dije.

-Mamá, te quiero presentar a Jared. – Lo sé, eso sonó patético, pues ya lo conoce.

-Hija pero si ya sé quién es.

-Pero te lo quiero presentar como… mi novio.

Mi madre puso los ojos como platos. Se acercó a Jared y a mí y nos dio un mega abrazo de estos en los que nos sentíamos abrazados los tres.

-¿Por qué no me lo has dicho? – Dijo mirándonos rápidamente a los dos, como si fuera un partido de tennis y buscara la pelota.

-¿Porque te vuelves loca? –Dije rodando los ojos mientras Jared giraba la cara para reírse. Le di un empujón y se le quitó la risa de la cara.

-Bueno voy a preparar la cena mis pequeños chiquitines. –Mi madre está oficialmente loca, pero me hace gracia y me apoya en todo. Me pregunto si tratará a los animales así, aunque lo dudo, porque si no,  no la llamaría ni el tato.

Mi madre se dio la vuelta hacia la mesa donde estaban los ingredientes y nosotros nos fuimos hacia las escaleras.

-¿Por dónde íbamos antes de que me obligaras a tirarme por la ventana? – Dijo Jared al llegar al final de la escalera. Me abalancé sobre él buscando sus labios, Jared me cogió y le agarré con ambas manos el pelo mientras seguía con el beso. Nuestras lenguas se enlazaban y subía la temperatura. Me tiró en la cama y se subió encima de mí; empezó quitándome la camiseta mientras yo hacía lo mismo con la suya.

Empezó a besarme el cuello mientras me sujetaba por la cintura y bajaba lentamente sus manos hacia mi pantalón. Seguí jugando con su lengua pero tocaron la puerta. Nos separamos y le dije que se vistiera.

-Ya voy. – Dije mientras me ponía la camiseta otra vez. Abrí la puerta y allí estaba mi hermano.

-¿Qué quieres idiota? – Mi cabreo aumentaba.

-Estás sorda, mamá ha llamado como cinco veces para que bajemos a cenar. –Movió su cabeza hacia un lado para ver quién estaba conmigo.

-Ya bajamos y deja de mirar, cotilla. Ya te lo presento abajo.

-Por cierto, tienes la camiseta al revés. Ten cuidado con lo que haces.

¡Mierda, la camiseta!

-Joder, seguro que llevo toda la mañana con la camiseta así, soy una torpe. –Dije intentando disimular.

Me enseñó la lengua, a lo que respondí rodando los ojos. Me di la vuelta y le hice una señal a Jared para que bajara. La cena iba a estar interesante.

Los efectos del amorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora