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El rumor de una fiesta aquel mismo viernes sonaba de fondo durante las clases, y parecía que todo el campus estaba invitado.

"Debe de ser en un sitio muy grande", pensé.

La gente parecía animarse a medida que se enteraba de la noticia, y, para qué mentir, yo también. Lo cierto era que en mi adolescencia no había acudido a ningún evento que implicara alcohol y hormonas, por eso la curiosidad me estaba matando.

Tocó el timbre y recogí rápido mis cosas para buscar a Brook en la salida.

Desde que me senté con ella, Harry no me había vuelto a dirigir la palabra, a pesar de haberme esforzado en solucionarlo.

Por otro lado, Marcel llevaba dos días sin ir a clase. Tras la paliza, le habían dicho que debía descansar y quedarse en casa, y no le quedó otra que aceptar.

—Parece ser que las bestias ya están acechando a sus presas para la época de celo— dijo Brook apareciendo de entre la muchedumbre.

—Oh— reí— ¿Te refieres a esa noche en la que el australopitecos busca pareja para el apareamiento que lleva a cabo acompañado de una buena botella de tequila?

—Si aún fuera solo una noche...

—Brook— dije agarrándole del brazo en un acto de controlar mi entusiasmo— Iremos a esa fiesta.

—¿Qué?— respondió prácticamente gritando.

—¡Venga!— dije con una sonrisa de oreja a oreja— ¡Nunca he ido a una fiesta!

—¿Y para qué quieres ir?— me mantuvo la mirada hasta que la apartó resoplando y recolocándose las gafas— No te pierdes nada, solo descerebrados siendo aún más descerebrados.

—Por favor— hice un puchero— Me gustaría que mi primera fiesta fuera contigo.

Después de varios segundos de silencio en los que Brook paseaba la mirada nerviosa a nuestro alrededor, resopló por segunda vez antes de responderme.

—Esta bien, pero no esperes que beba alcohol.

No pude evitar pegar un grito a la vez que la abrazaba.

—¡Gracias!— me separé de ella y empecé a correr hacía el coche que esperaba aparcado— ¡Pásame tu dirección, te pasaré a recoger a las ocho!

—¡Pero si no tienes coche!— gritó de vuelta.

—¡Pero Harry sí!

—Pero...

La muchedumbre me impidió seguir escuchándola, aunque sabía lo que iba a decir.

Me metí en el coche y miré a Harry de reojo, el cual llevaba unas gafas de sol y mantenía la cabeza mirando al frente. Estaba serio, tal y como acostumbraba a estar estos últimos días conmigo.

—Harry— murmuré esperando a que se girara hacía mi, cosa que hizo tras unos interminables segundos de espera— Estoy segura de que habrás oído hablar de esa fiesta, ya sabes, la de esta noche.

Jugaba con mis dedos nerviosa, sin atreverme a mirar al chico que tenía a mi lado. Sin embargo, la curiosidad me pudo y acabé levantando insegura la cabeza, solo para encontrármelo en la misma postura, pero esta vez no estaba serio, sino que una sonrisa adornaba su rostro.

Se quitó las gafas y me miró fijamente.

—¿Quieres ir?

—Sí, es decir, me gustaría saber cómo es— respondí con la misma inseguridad que tenía antes.

The Styles SecretDonde viven las historias. Descúbrelo ahora