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Brook y yo corríamos como niñas pequeñas por la calle, esquivando a la gente que caminaba y que se nos quedaba mirando de forma extraña.
Acabábamos de salir de clase y lo único que queríamos hacer era llegar a nuestras casas cuanto antes, para así poder empezar a prepararnos para la "fiesta" a la que nos había invitado Niall.

—Recuerda, se puntual— dijo Brook desviándose del camino que debía seguir yo.

Asentí y me despedí con la mano sin dejar de correr. Podía decirse que estábamos algo emocionadas de asistir a un evento como al que íbamos a ir, pues aquella mañana nuestro amigo nos había hablado de las normas de etiqueta que debíamos seguir y de las cuales no sabíamos nada.

Llegué a la casa de los Styles, subí a tirar la mochila a mi habitación y volí a bajar corriendo para dirigirme al salón donde siempre comíamos.

—Wow dulzura, ¿te preparas para una maratón?— preguntó Harry riendo mientras yo me paraba para retomar aire.

—Es que voy a ir a la casa de Brook— me senté en la mesa— Esta tarde voy a una fiesta elegante y necesito que ella me preste algo para ponerme, así que tengo que ir con tiempo— la emoción hacía que hablase atropelladamente.

—¿No tragiste nada de gala?

Le miré extrañada y riendo.

—¿Por qué crees que se me ocurriría traer ropa así a la universidad?

Él rió conmigo y en seguida llegaron los otros dos Styles. En cuanto nos sirvieron la comida la empecé a devorar a la velocidad de la luz, porque la verdad era que, no tenía tiempo, pues lo había perdido en ir corriendo hasta casa en lugar de ir con Harry y Marcel, no me preguntéis por qué.

—¿Tienes prisa?— soltó Edward sin mirarme, con su tono borde habitual.

—Come tranquila dulzura— dijo Harry volviendo a reír— Cuando acabemos te llevo en coche.

Al decir aquello le miré agradecida y empecé a relajarme, aunque todavía estaba lo suficiente emocionada como para no avergonzarme por mi falta de modales anteriores.

Marcel, sin embargo, me miraba en silencio desde su sitio.

Al acabar fui corriendo a ducharme para quitarme así todo el sudor que había acumulado tras la carrera, y poco después ya me encontraba completamente lista esperando a Harry en la puerta de casa.

Sin embargo, mientras esperaba escuché unos murmullos. Vi a Edward bajar al gimnasio mientras hablaba por teléfono, y mi curiosidad me impidió quedarme quieta. Le seguí con mucha cautela y pude comprobar que hablaba por teléfono con alguien.

—El pedido será entregado tal y como acordamos, sabes que no acepto cambios.

Su tono era amenazador.

—No es mi problema.

Se metió en la extraña habitación que aún no había tenido la oportunidad de investigar, y, a pesar de que seguía hablando, en el momento en el que cerró la puerta tras de sí se hizo un silencio sepulcral. Me acerqué todavía con mucho cuidado y apoyé mi cabeza en la puerta, con el fin de intentar escuchar algo, pero nada.

Parecía que aquella habitación había sido insonorizada, y por eso aquel silencio tan repentino.

"Puede que Edward se dedique a tocar instrumentos y no quiera molestar" pensé.

—Dulzura, ¿que haces?

La voz de Harry hizo que pegara un salto. Me miraba extrañado desde las escaleras del gimnasio.

—N-nada— tartamudeé. Su mirada seguía en mi como esperando una explicación, lo que provocó que mis nervios aumentaran— Nunca me habéis enseñado esta habitación.

—No es tan interesante— dijo aparentemente satisfecho con mi respuesta— Ahí guardamos muebles y trastos, aunque también es un buen escondite si quieres huir de tus padres— rió levemente— Será mejor que nos marchemos ya, o llegarás tarde, en otro momento te la enseñaré.

Sus palabras me hicieron volver a la realidad y en seguida emprendí el camino hacia su coche, con toda la rapidez que me era posible. Pero, tras cinco minutos ya en la carretera, las alertas de mi cabeza empezaron a sonar al ver que Harry me llevaba por otro camino.

—Creo que te has equivocado de camino— dije inquieta, pues el tiempo se me echaba encima.

—Yo creo que no.

Tras decir eso, se metió por una de las calles que llevaban a la zona más cara de la ciudad. ¿Qué estaba haciendo? Aparcó el coche en frente de una tienda de ropa con paredes de marmol y vestidos de novia en los escaparates.

—¿Harry?— pregunté todavía mirando hacia el establecimiento, confusa.

—Baja— ordenó.

Hice lo que me pedía y le seguí hasta la tienda. Al entrar, un hombre vestido de etiqueta se acercó a nosotros con una copa de champagne en la mano y me la tendió mientras Harry se alejaba un poco para hablar con la dependienta. Ambos miraron hacia mi desde el mostrador y en seguida se formo una sonrisa en la cara de la mujer. Empezó a caminar hacia mi sin quitar aquella sonrisa.

—Bienvenida cielo, acompáñame.

Todavía sin abrir la boca, pues mi confusión seguía presente, seguí a aquella mujer hacia unas escaleras que ni siquiera había visto al entrar. Al llegar al piso de arriba me sorprendí al ver más colores a parte del blanco de los vestidos de novia de la parte de abajo. Tenían todo tipo de ropa.

La mujer apoyó su mano en mi espalda con mucha delicadeza y me guió hacia un probador.

—Voy a escogerte unos vestidos, dulzura, ahora volvemos— dijo Harry asomándose tras la cortina.

La incredulidad podía conmigo, ¿me iba a comprar un vestido para la fiesta? No me dio tiempo a seguir pensando, pues tanto él como la mujer entraron en el espacioso probador cargados de ropa.

—Ahora debe esperar fuera, joven— dijo la sonriente empleada a un Harry que se acababa de sentar en una silla mirando hacia mi dirección. Una pequeña risa se escapo de mis labios.

—Oh sí, disculpa— se levantó algo avergonzado y salió del probador.

La mujer esperó pacientemente a que me quitase la ropa y, una vez hecho, comenzó a probarme ella los vestidos con mucho cuidado. En la gran mayoría tenia que poner alfileres para que se acabaran de ajustar bien a mi cuerpo y, he de decir, que temblaba como un flan al intentar quitarme las prendas con ellos puestos.

Tras quince minutos y seis vestidos, me probé el último de los que me había escogido Harry. Se trataba de uno de color granate, con una abertura a lo largo de la pierna y otra en la espalda. Sin duda, era realmente precioso.

—Te queda estupendo— dijo la mujer mirándome desde todos los angulos.

La cabeza de Harry asomó tímida al escuchar aquello, y, al verme totalmente vestida, se adentró en el probador para observarme mejor, mientras mis mejillas empezaban a tornarse rojas bajo su atenta mirada.

—Wow.

The Styles SecretDonde viven las historias. Descúbrelo ahora