05

469 43 20
                                    

Me pasé lo que quedaba de mañana dándole vueltas al tema de Marcel. ¿Cómo podían permitir sus hermanos eso, teniendo el poder que tenían en el campus?

Había decidido que yo no podía pertenecer a la clase en la que estaba Harry. De ningún modo podría ver como abusaban de los más débiles sin hacer nada. Sin embargo, los hermanos Styles eran las únicas personas que conocía en todo el edificio.

El último timbre del día detuvo todos mis pensamientos. Al fin se había terminado el primer- y poco productivo de mi parte- día de clases.

Al salir de la facultad, vi como Marcel se metía en el coche con rapidez, mientras que Harry esperaba apoyado en la puerta del conductor. Sonrió al verme y me abrió la puerta de mi asiento, a lo que murmuré un gracias casi inaudible antes de pasarme todo el trayecto en silencio. El chico alegre, sin embargo, no paró de hablar ni de hacer preguntas durante los diez minutos que duraba el viaje a casa.

En cuanto llegamos, Marcel salió del coche tan rápido como entró. Sabía que me estaba esquivando, así que imité sus acciones y corrí tras él hasta la puerta de su habitación, la cual estaba cerrada con llave.

—Marcel, soy yo— llamé, pero no obtuve respuesta— Solo quiero hablar contigo, por favor.

Esperé unos segundos más, otra vez sin respuesta, y cuando creí que no me abriría, escuché unos pasos acercarse a la puerta.

Abrió con la cabeza algo gacha, y habló con la voz más grave de lo normal.

—¿Qué quieres?

Se me pusieron los pelos de punta al escucharle. Pero algo me hizo bajar de mi nube: había sangre en su cara. Ignorando el hecho de que Marcel mantenía la puerta lo más cerrada posible, la empujé para abrirla por completo y poder acercarme más a él.

Con los dedos apoyados en su mentón levanté su cabeza, mientras que con la otra mano le quitaba las gafas, solo para descubrir el tono púrpura que había alrededor de su ojo, y el profundo corte en su labio inferior.

—¿Qué te han hecho?— pregunté sin esperar respuesta— Siéntate.

Le di un leve empujón para que se dirigiera a su cama, y a regañadientes decidió hacerme caso. Mientras tanto, yo ya me encaminaba al baño para buscar un botiquín, el cual lo encontré con bastante rapidez.

—No tienes por qué hacerlo— habló agarrando mi muñeca.

Solo bastó una mirada para que me soltara. Me senté a su lado y empecé a centrarme en su labio.

—¿Por qué no haces nada para defenderte?

—¿Y que quieres que haga contra todo el campus?— respondió— Ya estoy acostumbrado, Ginger.

—¿Y estarás aguantando todos los días las palizas que te den en lugar de hacer algo?— pregunté presionando demasiado la herida de Marcel sin darme cuenta. Este se apartó por acto reflejo— Perdona.

—No todos los días son así— mi corazón se encogió ante sus palabras— Hoy era el primer día. Es como una tradición.

Suspiré intentando apaciguar el sentimiento de culpa que me recordaba que no le había ayudado cuando él lo estaba pidiendo a gritos.

—Marcel, de verdad que lo siento.

—Créeme, has hecho bien quedándote con Harry en aquella mesa— dijo levemente nervioso por la cercanía— No le deseo esto a nadie más.

Hubo un incómodo silencio cuando terminé de curarle el labio. Él esquivaba mi mirada. Aproveché ese momento suyo de vulnerabilidad para observarle bien.

The Styles SecretDonde viven las historias. Descúbrelo ahora