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Abrí los ojos de golpe al notar mi cabeza caer. Miré de inmediato a mi derecha pero el hombro en el que pretendía apoyarme no estaba. Busqué con la mirada por toda la habitación solo para confirmar que Marcel se había ido.

Ya era de día, así que con mucho esfuerzo me desperecé para poder levantarme del suelo. Había dormido sentada contra la pared, así que tenía absolutamente todos los músculos doloridos.

Al ver la hora me di cuenta de que todavía era pronto, así que decidí prepararme para ir a dar un paseo por la ciudad. Era algo que solía a hacer, levantarme e ir a tomar un café fuera antes de comer.

Como de costumbre, no había nadie en casa, así que al acabar de vestirme bajé dispuesta a marcharme ya, por lo menos esa era la intención hasta que escuché a alguien dirigirse a mi.

—Giny cariño, buenos días.

Era Anne. Estaba sentada en la cocina mientras leía el periódico.

—Oh, buenos días, no sabía que estabas aquí— dije sorprendida.

Sabía que días atrás había hecho un viaje para ayudar a su marido en los negocios, sin embargo no era consciente de que había vuelto.

—Tranquila— rió— Llegué anoche, pero me temo que no estaré mucho aquí— me acerqué a ella curiosa— Solo vine para resolver unos papeleos, en unas horas tengo que irme otra vez.

—¿Problemas con la empresa?

Soltó una pequeña carcajada.

—Mi marido a veces es un desastre, pero nada que no se pueda arreglar— bebió lo que debía de ser café— ¿Ibas a dar un paseo?

—Sí, quería ver un poco la ciudad— respondí sonriente.

—Ten cuidado cielo, y pásalo bien.

—Lo tendré— dije volviendo a acercarme a la entrada— ¡Buen viaje!— grité para que me escuchara mientras abría la puerta.

—¡Gracias!

💮💮💮


La ciudad, en comparación con la anterior en la que yo vivía, resultaba extremadamente tranquila. Tenía que admitir que estaba un poco decepcionada por no encontrarme el ajetreo de coches y de personas que había en Nueva York. De alguna forma, toda esta tranquilidad me llegaba a poner los pelos de punta.

Tras una hora deambulando por las calles, encontré una cafetería con una estética realmente bonita. Al entrar vi que sólo había un par de personas, así que me senté en una de las mesas que se encontraban pegadas a la ventana.

Un chico rubio y con un delantal negro se acercó a mi.

—Buenos días y bienvenida, ¿qué desea tomar?— dijo con una sonrisa.

—Buenas, ¿hacéis capuchinos?

—¡Los mejores de la ciudad!

Reí ante su entusiasmo. Parecía un chico simpático.

—Me encantaría probar uno entonces.

Se marchó con la misma sonrisa con la que había llegado y no tardó en traerme lo que le había pedido.

—Que lo disfrutes— dijo alegre.

—Muchas gracias.

Cogí mi móvil y empecé a mirar las noticias recientes mientras probaba el café. Aquel chico tenía razón, era el mejor capuchino que había probado hasta entonces.

De pronto algo en las noticias que leía llamó mi atención. Se había encontrado restos de un cuerpo despedazado, pero no se sabía a quién podía pertenecer. La información era tan desagradable que noté la bilis subir por mi garganta. Dejé el móvil y apoyé el café mientras trataba de calmar mi estómago.

The Styles SecretDonde viven las historias. Descúbrelo ahora