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Después de haber conocido a Marcel, me fui a mi habitación para poder verstirme y reunirme con él y con sus hermanos, que al parecer ya habían llegado todos, en la cena.

A pesar de la incomodidad del momento, Marcel había sido muy amable conmigo y supo quitarle hierro al asunto. En cierta medida quería imaginarme que los otros dos Styles sería iguales, pero no fue hasta que llegué a la cocina cuando supe que no sería así.

Dos de ellos charlaban tranquilamente en una esquina de esta, para no molestar al personal. Supe reconocer a Marcel de inmediato, el cual centró toda su atención en mi al verme llegar.

—Ginger— sonrió mientras me presentaba a su clon de pelo largo— Este es Harry.

—Encantado— dijo el chico de pelo ruloso mientras se acercaba a mi para tomar mi mano y besarla con delicadeza. Agaché la cabeza al notar cómo mis mejillas empezaban a enrojecer ante tal acto— Que chica más dulce— volvió a hablar esta vez a su hermano, quien había dejado de sonreír.

—¿Y Edward?

—Dijo que volvería enseguida. Pero dejemos de hablar de él y hablemos de esta hermosura— Harry volvió a sonreír en mi dirección.

—Ahora no, Harry. En la cena.

—Será cuando yo quiera— este le dedicó una mirada asesina a Marcel, el cual, tras unos segundos, pareció intimidarse y se encongió en el sitio. Sin embargo, al momento volvió a la actitud de antes— Esta bien. Ginger, puedes esperar en el salón, en cuanto la cena esté lista yo mismo te avisaré— me guiñó un ojo al terminar de hablar.

—Gracias— susurré sonriendo, intentando ocultar mis mejillas sonrojadas.

En cuanto me di la vuelta y salí de la cocina, solté todo el aire que no sabía que estaba manteniendo. Había sido una situación muy violenta en todos los sentidos.

No estaba acostumbrada a tratar con hombres que no fuesen mi hermano o sus amigos, los cuales tenían prohibido intentar nada conmigo. Por supuesto había tenido algún novio en mi adolescencia, pero la presencia de los Styles, sobre todo la de Harry, conseguía ponerme aún más nerviosa.

Iba pensando en ambos gemelos cuando, mientras entraba por la puerta del salón, choqué con un cuerpo mucho más grande que el mío, cayendo al suelo sin poder evitarlo.

—Mira por donde vas— escuché una voz un poco más ronca que la de los otros dos Styles.

Miré hacia arriba aún tirada en el suelo, esperando quizás su mano para que me ayudara a levantarme, la cual nunca llegó.

Sin duda este es Edward.

Un chico idéntico a los otros dos, pero con el pelo un poco más corto que el de Harry, me miraba con un semblante demasiado serio, sin inmutarse.

Un sentimiento de inseguridad se instaló en mí al momento.

—Lo siento— empecé a tartamudear mientras me ponía en pie— Tú-tú debes de ser Edward— extendí mi mano— Me llamo Gin-

—Me da igual— me cortó mientras pasaba por mi lado, dejándome atónita y con la mano aún levantada.

Bien, el tercer hermano. Siempre tiene que haber un hermano grosero.

Algo irritada, continué mi camino y me senté en uno de los sofás del salón. La tele estaba puesta en el canal de noticias y, a pesar de que quería cambiar, no lo hice por simple educación aunque no la estuviera viendo nadie. Sin embargo, una noticia hizo que toda mi atención se centrara en ella.

Una chica había aparecido muerta aquí en Holmes Chapel, y no solo eso, su cuerpo estaba completamente descuartizado. Pero lo que más me horrorizó fue que no se trataba de la primera joven muerta, si no de la cuarta en lo que llevábamos de año. Bajo aquella imágenes había un encabezado en el que ponía "BodyBlood ataca de nuevo". 

—No te preocupes— la voz de uno de los Styles me hizo saltar en el sofá— No tenemos pensado dejarte sola en ningún momento. Ese malnacido solo va a por chicas solitarias.

Harry hablaba desde la puerta. Su cara no mostraba ninguna emoción, lo que hizo ponerme los pelos de punta.

—La cena ya está lista.

—Genial, ahora voy— intenté sonreír, aún con el temor provocado por las noticias en el cuerpo.

Él abandonó la sala mientras que yo me quedé unos segundos asimilando la información, pero el rugido de mi estómago me obligó a levantarme.

—Ey Ginger, ¿te encuentras bien?— dijo Marcel en cuanto llegué al comedor— Estás un poco pálida.

—Estaban hablando del psicópata en la tele— habló Harry mientras tomaba asiento en medio de sus dos hermanos. Marcel le miró de inmediato frunciendo el ceño.

—¿El de las chicas?

—El único que hay— respondió Edward con la misma actitud agresiva con la que le había conocido.

—Sí, pero ya está. Solo me sorprendió un poco— dije mientras me sentaba en frente de Marcel.

Anne entró por la puerta con una sonrisa que consiguió relajar cada parte de mi cuerpo y casi me hizo soltar un suspiro de alivio ante el ambiente tenso que se había formado.

—¡Ginger, cariño! ¿Qué tal tu primer día por la casa?

—Muy bien, me encanta mi habitación— sonreí— Y por favor, llámame Gin.

—Claro cielo— tomó asiento a mi lado, en la cabecera de la mesa, mientras me brindaba una sonrisa maternal— ¿Y que tal con estos tres? ¿Se han portado bien?

—Por supuesto— dije riendo levemente.

Unos chicos que parecían parte del personal de la casa, empezaron a servir la cena.

—Y dinos, Gin— dijo Marcel un tanto inseguro al pronunciar la última palabra, como si me estuviera pidiendo permiso para llamarme por mi apodo— ¿Que has venido a estudiar?

—Artes escénicas. Conseguí una beca gracias a las clases de danza a las que iba— dije orgullosa.

—¡Eso es estupendo!— respondió Anne con una sonrisa de oreja a oreja— Además, esa facultad conecta con la vuestra, ¿no? — preguntó a sus hijos.

—Sí, podremos vernos por los pasillos en los cambios de clase— dijo Harry sonriendo.

—También te podemos llevar nosotros en el coche— habló esta vez Marcel.

—Tiene piernas, puede caminar— dijo Edward sin apartar la mirada del plato.

—¡Edward! ¿Qué modales son esos?— cuestionó Anne con el ceño fruncido.

—No pasa nada, puedo coger un bus.

—De ningún modo, vendrás con Marcel y conmigo— hablo Harry— Además, tú ni siquiera vienes con nosotros, Edward.

Este ni siquiera si inmutó en levantar la vista.

La mirada arrepentida de Anne cayó sobre la mía, por lo que mostré una sonrisa tímida para quitar tensión.

El resto de la cena transcurrió en un incómodo silencio que de vez en cuando rompía la señora Styles.

Al terminar decidí despedirme y subir a mi habitación a volver a respirar de nuevo con normalidad.

¡Bienvenida a tu nueva familia!

The Styles SecretDonde viven las historias. Descúbrelo ahora