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Capítulo 10: "Momento incómodo"



『Bruley』

Durante algunas horas atrás que he despertado, asumo que dormí cerca de cuatro horas, pero no recuerdo bien, sólo recuerdo que le dije a Quil si podríamos ir a la Push, lo cual me negó rotundamente por la temperatura y también por que le debía ciertas explicaciones.

Mi mirada se encontraba dirigida a mis manos blancas y frías. Estabamos cerca de una fogata que había armado Sam para nosotros, para dar cierto ambiente calido para mi. Me cuidaban mucho sin conocerme, una sonrisa nostálgica cruzó por mi rostro, al poco tiempo sentí una mano cálida posarse sobre las mías, haciendo que levante la mirada y suspire.

—Yo... Lo lamento Quil, conmigo sufrirás... —susurro sintiendo como lentamente una lagrima resbala por mi mejilla.

—No lo creo, anda, confía en mi, prometo cuidarte bien, eres... Digo... Bueno... M-mi impronta —dijo Quil algo nervioso.

Me volteo a ver, sentando de manera lateral y quedando frente a él, en el tronco, llevo su mano a mi cara. Logro observar como le da ternura aquel gesto.

—Mi vida no a sido como toda viajera o extranjera que pudiese llegar aquí, vivo en un mundo que ya no podré ver más... —suspiro nerviosa.

¿Por qué junto a un mes y medio de morir me das mas de lo que he pedido, vida mía? Siempre es la rutina de siempre decir lo que padezco y ver como algunos se desmoronan en tristeza y otros se compadecen, pero esta vez lo lastimaré y no puedo hacer nada para que no le duela mucho.

La impotencia que me corre por las venas es tanto que lagrimas gruesas caen por mis mejillas, preocupando a Quil, al morocho frente a mi, con un corazón tan puro y bello.

—Tranquila, por favor no llores, me parte el alma verte así..

Dejo mi suave y pequeña mano blanca posar en su mejilla derecha, acariciando con cariño.

—No estoy bien como quiero aparentar, y no temo por lo que viene, pero si me siento un monstruo por tener que lastimarte a ti... Lo siento Quil, lo siento tanto, no debí llegar a la reserva, debí quedarme quieta, pero no puedo esperar la muerte sin conocer la maravillosa naturaleza, me queda poco menos de un mes de vida... Padezco cáncer pulmonar y cerebral, estoy en la última fase...

Al decir aquello sentí un dolor tremendo en piel, sentía el dolor del moreno, su mirada se contrajo y sin querer afianzó la unión de nuestras manos, dejó de respirar por unos minutos bajando la mirada, pero luego subió la mirada y lagrimas gruesas ahora caían por sus mejillas, pero una suave sonrisa me regaló.

—No te preocupes, y-yo estaré a tu lado hasta los ultimos tiempos,  Bruley, déjame conocerte como si no hubiera mañana, p-prometo darte calor, d-darte todo lo que pueda... Yo... —sollozó y sólo me atrajo a él, seguidos de los espasmos de la shockeante verdad dolorosa.

Aquella noche me di cuenta que a veces me sentía mas monstruo que un vampiro, me sentía culpable del dolor que padecía el lobo al que refugiaba ante mis débiles brazos. No era nadie para merecer tanta alegría, con que yo diera felicidad a través de mi ayuda era suficiente para mi.

Mucho tiempo estuvimos en aquella posición, abrazados con temor de desaparecer, tenía miedo de llevarlo conmigo a la muerte, pero tampoco era opción alejarlo de mi, intenté darle refugio, yo no tenía miedo por mi... Si no que por él,  pero haría lo que fuese por mantenerlo bien a pesar de mi pronto marchar.








『Dos horas después:
21:30 pm』

Sam habia notificado que era hora de volver con los Cullen, pero apenas me iba a despegar de Quil, me dejo totalmente inmovilizada al abrazarme contra su cuerpo caliente. Ruborizandome levemente, sonriendo con cierta ternura.

—Oh vamos, Quil, volveré mañana, lo prometo —propongo.

Pero el se niega a soltarme por lo que con cara de cansancio,  Sam deja que nos acompañe al territorio de los Cullen, al estar en la ruta me empiezan a preguntar cosas básicas.

—¿Podemos hacerte preguntas Bruley? —pregunta Sam.

—Uh, vale, no tengo problema con ello,  soy un libro abierto.

—Bien, ¿de dónde vienes y cuántos años tienes? —pregunta curioso Quil, interrumpiendo a Sam.

Quien lo observa de reojo y suspira para seguir mirando al frente, sin dejar de conducir impecable.

—Uhmm... Vengo de un país latinoamericano, Paraguay, tengo 29 años, y para cualquier cosa, mi profesión es Licenciatura en Sexología, soy psicóloga. —contesto dejando con la boca a Quil, y luego Sam detiene el auto, al estar frente a la casa.

—Curiosa profesión, al menos quitaras a Quil de la cueva, y culturizaras, —bromea en doble sentido Sam, saliendo de su porte serio.

Ocasionando que Quil se atore con su saliva, y sus mejillas se vuelvan de un color achocolatado. Haciendo que suelte cierta risa,  pero que se va tan rápido como vino al ver la cara seria de Edward, recibirnos.

—Uh... Creo que sería bueno regresar a la reserva... V-vamos —tartamudeo antes de abrir por completo la puerta.

Pero antes de que Quil pudiese hacer algo ya estaba en brazos de Emmett, ocasionando que mi lobito venga gruñendo a mi rescate, pero el fortachón solo aseguró su agarre.

—¡Mami Esme! ¡Ayuda! —exclame buscando ayuda.

Ocasionando que tanto Alice como Jasper sonrieran divertidos al ver mi expresión y pedido de auxilio infantil.

—Bruley de esta no te salvas,  ¿qué son estas horas de llegar a la casa y con un Chucho contigo? —pregunta acusador Edward.

—Ya lo sabes seguramente, ¿por qué me lo preguntas? Bájame Emmett tengo hambre —exclamé.

Haciendo que el fortachón me suelte riéndose, para luego ser otra vez acorralada entre unos brazos cálidos, y para hacer combo total, se acurrucó en mi cuello respirando allí mismo, me ruboricé y tragué saliva como para no soltar un jadeo de gustito. A pesar que la cara de Edward parecía molesto parecía querer reírse de mi posición y atracción resentida.

—Al menos espero que el chucho te cuide, sino lo mato Bru —dice con asco Rosalie.

—No ves que eso hago, chupasangre, es mi impronta y ten por seguro que la cuidaré en los buenos y malos momentos —dijo con un gruñido territorial Quil.

Haciendo que el ambiente se torne un tanto incómodo, pero Carlisle llegó a tiempo y nos invitó a todos a pasar a la sala, mientras Esme me preparaba la cena, bueno tambien para Sam y Quil, por lo que de cierta manera el ambiente estaba tornándose extraño.

Último deseo (Crepusculo)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora