Capítulo 11: Fotografía.

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— Ya hemos dejado nuestras cosas y la conferencia empieza en la noche

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— Ya hemos dejado nuestras cosas y la conferencia empieza en la noche. Estamos a tiempo, así que podemos dar algunas vueltas por acá, ¿no les parece?

Joel se cubrió el rostro con la mano, mientras se ajustaba las gafas oscuras sobre sus ojos y maldecía el ambiente de campo. Los zumbidos de insectos le aguijoneaban los oídos y el calor le jodía por todas partes. Movió la mirada desde Johann hasta Erick, quien se encontraba asintiendo con la cabeza y sonriendo con los ojos brillantes de emoción.

— Anda y míralo tú, entonces. Yo no le veo nada interesante a caminar en un desierto con plantas y bichos picándote todo el maldito cuerpo. — Masculló, quitándole la tapa a su botella de agua.

Johann suspiró con desgano.

— A mí sí me hace mucha ilusión, iré a dar una vuelta, ¿vas conmigo, Er?

El mayor volvió la mirada hacia Johann; la sonrisa de sus labios haciéndose más grande y siendo iluminada por los rayos del sol y el ambiente de campo. Sostuvo su bolso con emoción sobre su hombro y abrió ligeramente sus labios.

— No, él no puede. —La determinada voz de Joel le cortó de golpe. — Es mi empleado, ha venido conmigo y tiene que cargar mis cosas. La próxima trae el tuyo, aunque no creo que haya una próxima.

El silencio cayó como rayo del cielo. Los ojos de Erick perdieron su brillo y se limitó a observarlo todo con confusión. Johann suspiró otra vez.

— Bueno, no te preocupes, tendremos otra oportunidad más tarde, Er. — Le elevó un pulgar y sonrió de nuevo. — Iré a llamar a mi padre para avisarle cómo va esto, los veo luego, ¿sí?

Joel elevó y descendió ambas cejas, observando cómo Erick se mantenía con el rostro repleto de confusión. Cuando sus ojos se encontraron con los suyos, descendió la mirada con el rostro enrojecido y una sonrisa en sus gruesos y provocativos labios. ¿Qué, no soportaba verlo a los ojos? Lo observó de pies a cabeza, notando sus jeans negros y su camiseta blanca con letras rosadas alrededor. Todo le sentaba tan jodidamente bien.

— ¿Querías ir con él, no?

Se llevó la botella a los labios y lo vio elevar la mirada un poco y negar desesperadamente con la cabeza, todavía sonriendo.

— No... no, no hay problema, Joel. — Tartamudeó, casi tropezando con una roca del pastoso suelo. — Si tú gustas que me quede, yo me quedo.

Joel continuó caminando y no pudo evitar que una media sonrisa apática se colara entre sus labios. Su criado era un caso. Si simplemente se hubiese abierto de piernas la primera vez que lo vio en la cocina, todo estaría muy distinto ahora. Pero debía aceptar que la situación estaba divertida. Al menos, soltando estupideces como esa, le había hecho olvidar el asco que le provocaba tener que relacionarse con gente de mierda como Johann.

— Creo que el paseo lo podemos dar los dos.

— ¿En serio...? — La ilusión volvió a los ojos de Erick. — Pero los mosquitos y las plantas...

Inocencia Pasional || JoerickDonde viven las historias. Descúbrelo ahora