— ¿Cuánto tiempo es un rato? ¿Una hora? ¿Dos horas? ¿Un día?
Los ojos escrutadores de Christopher Vélez lo miraron con un claro tono de claridad reflejado en sus pupilas.
— No bromees, Christopher. — Dijo, intentando simular una de sus mejores medias sonrisas y se encogió de hombros. — Puede ser una semana, un mes, medio año... quién sabe, tal vez, un año o dos, ¿tal vez, un para siempre?...
— ¿Estás loco?
Joel se sentó en una de las sillas del mediano comedor y tensó su garganta, dándole un breve vistazo a Erick, que estaba sentado a su lado y tenía los ojos moviéndose desde su rostro hasta el del otro, totalmente consternado.
— Tengo las tarjetas bloqueadas, estoy sin una moneda en mi bolsillo y no tengo a dónde ir.
— Yo diría que sí, pero tú sabes que esta casa no es toda mía, Joel, a veces, viene mi familia también...
— Solo será unos cuantos días, Chris, es una promesa. — Las palabras de Erick se escucharon como un suave farfullo acariciando la habitación, mientras sus ojos se enfocaban en los ojos del castaño. — Por favor.
Christopher elevó la cabeza y se lo quedó mirando unos segundos para finalmente suspirar, agotado.
— Está bien, son bienvenidos el tiempo que quieran. Pueden usar la habitación o habitaciones que gusten... tomar lo que quieran que vean en la cocina. — Caminó a pasos lentos hasta la nevera y abrió la puerta superior, colocando tres botellas de agua. — Por cierto, es bueno verlos juntos otra vez, pero... ¿qué pasó ahora?
Joel torció sus labios en una sonrisa y corrió su mano sobre la madera hasta que sus dedos se encontraron y fueron entrelazándose poco a poco.
Levemente.
Acariciando los nudillos pálidos con la parte interior de sus dedos, rozándolos con ligereza.
Sus ojos se encontraron, al igual que sus sonrisas y ese sentimiento volvió a explotar en su interior.
Ese sentimiento, ese mismo sentimiento que sentía cada vez que lo contemplaba; cada vez que se fijaba en sus ojos despiertos, sus labios abultados, sus bonitas mejillas, su radiante sonrisa.
Ese sentimiento que tocaba hasta el último de sus nervios y le hacía darse cuenta de lo perfecto que era Erick Colón; de lo perfecto que era amarlo y de lo perfecto que era poder tenerlo a su lado.
Ese sentimiento que le hacía enamorarse una y otra vez, que le permitía caer loco de nuevo, que le hacía arder en fuego, que le hacía desear lanzarse a besarlo, aunque sabía que si lo hacía, posiblemente no pudiese soltarlo más.
Y eso ahora no era muy conveniente que digamos.
Acarició el dorso de su mano y moduló un "te amo", escuchándolo susurrar lo mismo en respuesta y reír con la misma calidez de siempre, al tiempo que el timbre de la puerta se hacía oír.
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Inocencia Pasional || Joerick
FanfictionHay cinco cosas que vuelven loco a Joel. 1: La forma en la que el rostro inocente de Erick se torna carmesí cuando él le susurra cosas indebidas al oído. 2: Como Erick desciende la mirada cada vez que lo siente cerca. 3: Como Erick se resiste cuando...