Capítulo 44: Rayando el sol.

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Erick se terminó de colocar la pijama, dejando que la tela algodonada cayese, protegiendo suavemente la superficie de su cuerpo recién duchado

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Erick se terminó de colocar la pijama, dejando que la tela algodonada cayese, protegiendo suavemente la superficie de su cuerpo recién duchado. Las gotas de agua siguieron moviéndose sobre su sedoso cabello, escondiéndose entre las diferentes hebras y se movió prontamente hacia su asiento, abriendo el cuaderno en la última página utilizada, mientras le echaba un vistazo a uno de sus libros.

Tomó un lapicero y empezó a moverlo encima de la hoja cuadriculada del cuaderno, que estaba perfectamente recostado sobre la mesa de noche de su habitación. Logró escribir unas cuantas palabras, marcando cada una de estas con pulcra caligrafía,  mientras los pensamientos y recuerdos del día anterior lo invadían y su cuerpo reaccionaba con un estremecimiento rápido y un encogimiento directo en su pecho.

Y entonces, un grito lo dejó quieto.

¡Rayando el sol, rayando por ti!

La gruesa voz resonó contra las paredes de sus oídos y sus ojos se abrieron enormemente. Colocó sus manos sobre ambos lados del asiento y se levantó de inmediato, saliendo hacia la sala con su corazón latiendo a mil por hora. Su mirada se paseó por sus alrededores, sin embargo, no encontró nada más que silencio y oscuridad.

¡Rayando el sol, rayando por ti!

La voz continuó sonando y su pecho se oprimió, al tiempo que entendía que el sonido no provenía exactamente de la casa, sino de algún lugar cercano. Subió las escaleras con toda la prisa posible, temeroso de dar algún paso en falso, y se recargó sobre una de las ventanas más cercanas, abriendo con cuidado las cortinas azules.

Y sintió que algo golpeó exactamente sobre el punto de concentración de las cuatros cavidades de su corazón cuando vio lo que se encontraba allí, en la calle, bajo sus ojos.

— ¡Joel...!

Joel se encontraba exactamente en medio de la oscuridad de la noche, con la camisa desabotonada, balanceándose de un lado hacia otro e intentando no dejar caer el enorme ramo de diferentes flores, que se encontraba al borde de estrellarse contra el suelo en cualquier momento. Su rostro se avivó de inmediato cuando sus miradas se encontraron en medio de la penumbra y sacudió el ramo con mucha energía, rompiendo en carcajadas ruidosas y satisfechas, mientras abría la boca hacia él.

— ¡Esta pena me duele, me quema, sin tu amor! ¡No me has llamado, estoy desesperado, son muchas lunas las que te he llorado! — Gritó con toda la potencia que pudo y casi tropezó, pero logró mantener el equilibro al último instante. — ¡Rayando el sol, desesperación! ¡Es más fácil llegar al sol que a tu corazón!

Las manos de Erick se posaron de inmediato sobre el cristal de la ventana, al mismo tiempo que sentía la forma en que su apresurado corazón, incapaz de concentrarse en lo que no sea el modo en que Joel se movía peligrosamente, casi desplomándose. La preocupación lo invadió desde la primera hasta la última de sus vértebras y estuvo al borde de abrir los labios, pero un sonido seco y atropellado se lo impidió.

Inocencia Pasional || JoerickDonde viven las historias. Descúbrelo ahora