Capítulo 28: Números.

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— ¿Sigues haciéndote líos por eso? Ya olvídalo

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— ¿Sigues haciéndote líos por eso? Ya olvídalo.

El agua cayó sobre el cúmulo de platos del lavatorio y Erick se giró sobre sus talones, sosteniendo la esponja húmeda sobre sus manos con nerviosismo.

— No, Joel, no debiste haberle dicho nada. Ahora que lo sabe, se lo dirá a tu hermana y tu madre creerá que la he traicionado... — Insistió con el rostro fruncido en una mueca de desesperación. — Ella ha sido muy buena conmigo y no es justo, no es justo y tengo miedo de pensar cómo se sentirá.

Sus ojos se encontraron con los de Joel y este rompió en carcajadas, secándose el cabello como si nada hubiese pasado.

— No le veo la gracia, Joey. — Erick se volvió hacia el lavatorio, tomando un nuevo plato y humedeciendo toda la esponja en detergente.

— No le dirá nada a nadie, te lo aseguro. Es muy marica como para decir algo.

— Pero pensará muchas cosas de mí y no me volverá a hablar.

Joel se movió hasta su lado y le quitó la esponja para luego hacerlo a un lado y empezar a refregar el primer plato del desayuno con fuerza.

— Claro que no se atreverá a acercarse más a ti, porque ahora sabe que eres mío. Y nadie toca lo mío.

Pasó el plato espumoso sobre agua y observó el reflejo de Erick en el espejo de uno de los reposteros, viéndolo removerse con nerviosismo y suspirar dos veces.

— Que no se lo dirá a nadie, quita ya esa cara. Si hubiese querido decirlo, ya todo el mundo se habría enterado a esta hora, ¿no crees?

— Ah, Joey, no sé qué voy a hacer.

— Quitar esa cara y ponerme una de esas sonrisas bonitas que siempre pones.

El mayor se encogió y no pudo evitar sonreír, aunque su sonrisa no brilló como antes.

— Pero si tu familia se entera...

— No hablará, precioso, no hablará. Además, debería agradecer que no lo maté allí mismo. Mira que venir con esos dos papeles de cine y decirte todas esas estupideces... Debiste haber visto la cara que puso. Semejante imbécil.

Dejó el último de los platos y se volteó, caminando hacia él para tomarle del brazo y tirar de su cuerpo hasta aproximarlo todo lo posible al suyo, sintiendo la calidez de su aliento acariciar su rostro y sus brillantes ojos mirarle con inquietud.

— Ya deja de preocuparte y ven y bésame de una vez.

Sus labios se entrelazaron con los suyos y logró saborear su calidez y sentir la suavidad y dulzura de su boca, que siempre removía algo en su interior y le calaba los nervios. Su cuerpo, sus labios, su boca, siempre serían su lugar favorito para estar; incluso aunque intentara luchar contra eso. En realidad, era inútil luchar contra eso, porque era más fuerte que un maremoto y un terremoto juntos. Se separó y lo vio descender la cabeza y sonreír, un poco más convencido y seguro. Regresó al lavatorio y quiso cerrar el grifo, pero la figura de su madre junto a la puerta le dejó tieso. ¿Todavía estaba en casa? Qué novedad.

Inocencia Pasional || JoerickDonde viven las historias. Descúbrelo ahora