Capítulo 27: Sonrisas.

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— Joey, ¿qué es esto?

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— Joey, ¿qué es esto?

Joel dejó caer su mochila sobre una mesa y enseguida, se lanzó sobre la hierba del enorme patio de su casa, extendiendo un brazo para atraer a Erick consigo, quien cayó a su lado, sin dejar de mirar atentamente lo que tenía entre manos ni un solo segundo.

— Fotos, ¿no dijiste que querías fotos mías? Las estuve revisando en toda la clase y esas son las menos ridículas.

Erick abrió el sobre de papel con cuidado y se giró hacia él con los ojos llenos de una combinación entre ilusión y emoción que le sentaban a la perfección y una enorme sonrisa que le adornaba todo el rostro y le hacía destellar rayos hacia todas las direcciones posibles.

— ¿Me las estás obsequiando?

— Si las quieres... en realidad, pensaba romperlas, pero luego las dejé en una caja y se me olvidó. Son estupideces y algunas tienen más de diez años.

— ¿De verdad son todas mías?

— Si las quieres.

El mayor se pegó el sobre al corazón y soltó un grito de emoción.

— ¡Gracias, te amo! — Río, prendiéndose de su brazo con todas sus fuerzas.

Sacó todas las fotografías que estaban dentro y se puso a ver una por una con una enternecida sonrisa en los labios, mientras Joel hundía los dedos en su cintura, pegándolo más a él, sin penderse ninguna de sus expresiones. Porque por más que no quisiera, no podía evitar que sus ojos se prendiesen de hasta el mínimo gesto que hacía y que algo en su pecho se moviera de arriba para abajo y chocara entre todas las paredes de su cuerpo cuando lo hacía. Y aunque le resultara incómodo sentir eso, no podía dejar de hacerlo.

— Esta es mi favorita, te ves muy tierno.

— ¿Tierno? — En la fotografía aparecía cuando tenía cinco años y provocaba de todo menos ternura. — Parezco un demonio.

— No, pareces un ángel, un cachorrito ángel.

— ¿Qué diablos?

Escuchó sus risas musicales y solo atinó a fruncir el ceño y arquear una ceja, sin poder contener una carcajada también.

— ¿Para cuándo fue esta? — Erick tomó una y se la mostró, más entusiasmado.

— Fue para el aniversario de mi escuela, toqué con un grupo y lo hice genial.

— Seguro que fue más que genial. Te ves muy bien con la guitarra y el micrófono.

Se quedó callado y cuando el jodido viento del atardecer le golpeó todo el rostro, tampoco dijo nada y siguió observando la forma en que Erick dedicaba largos vistazos a cada una de las fotografías, como si estuviera analizando algo muy importante.

— Me gustan todas, me gustan mucho, las conservaré y las tendré siempre conmigo. — Mencionó al fin, envolviéndolas con rapidez y recostándose en su hombro. — Muchas gracias por dármelas.

Inocencia Pasional || JoerickDonde viven las historias. Descúbrelo ahora