Capítulo 30: Especial. (1/2)

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— ¿A dónde vamos?

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— ¿A dónde vamos?

— ¿Qué crees tú?

Joel presionó el acelerador con cuidado, mientras daba una mirada de reojo, viéndolo removerse en el asiento contiguo con una reluciente sonrisa, corriendo su mirada por todas partes, ansioso. No pudo resistir la risa que salió de su garganta al verlo.

— ¿A comer algo o a dar una vuelta? — Erick río, apretando más sus manos cruzadas sobre sus labios y los movimientos inquietos de sus piernas se incrementaron. — No sé, pero estaré alegre con el lugar que tú hayas elegido, no importa dónde, está bien.

Giró el auto hacia la derecha y tras presionar un botón, las ventanas descendieron de inmediato y los últimos rayos de luz del mediodía se apresuraron a bañar el rostro de Erick, dándole un aspecto más detonante y entusiasmado.

— Vamos a echarle un ojo al amanecer.

— ¿Amanecer?

— Ajá. — Su deportivo se metió por la carretera izquierda, deslizándose por la pista con majestuosidad. — En realidad, vamos a tres sitios, pero si te digo, no sería una sorpresa, ¿o sí?

Los ojos de Erick se hicieron más grandes y su brillo se asentó, disparándose en todas direcciones con una mezcla de preocupación y emoción. Se removió otra vez más.

— Es verdad, no me digas, no me digas nada, por favor, quiero que sea sorpresa. Ni siquiera quiero pensar en qué puede ser.

Joel se echó a reír y su mano derecha dejó el mando para moverse hasta su rodilla, toqueteándola con las puntas de sus dedos y luego estrujándola con juguetona fuerza. La verdad es que el escozor que sentía había regresado con más ímpetu y le estaba jodiendo el estómago, ahora acompañado de unos piquetes que lo estaban asesinando por dentro. Era como si estuviesen jugando una partida de fútbol en el fondo de su estómago y sus latidos se apresuraran con cada anotada. Se sentía tan ridículo y extraño.

Pero eso también se sentía muy bien.

Lo vio reírse y colocar su mano sobre la suya, pasando su dedo índice repetidas veces sobre sus fríos nudillos.

— Joel...

— ¿Hum?

Esquivó unos cuantos autos y recortó el camino metiéndose por la otra vía, que mostraba cientos de negocios y gente moviéndose de un lado a otro con sus bolsas de compra. Como no escuchó respuesta, se volvió hacia él, dándole otro apretón a su rodilla.

— ¿Qué sucede? ¿Pasa algo?

Frenó en seco al percibir el tráfico que se había acumulado frente a él después de que el semáforo se pusiese en rojo y sus ojos se deslizaran hacia el otro con una sonrisa sugerente en sus labios. Erick juntó sus labios y tomó aire profundamente, sacudiéndose con una chispeante sonrisa que tintaba todo su rostro de impaciencia.

Inocencia Pasional || JoerickDonde viven las historias. Descúbrelo ahora