Buenas noticias

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Los personajes no me pertenecen, créditos a Kouhei Horikoshi.

Este fic está dedicado especialmente a Ann Kageyama y a Neyri por su cumpleaños. A mi beta Xochilt por su apoyo, me has ayudado demasiado.

A todas las lindas personitas que han dejado su voto, comentario mil gracias, también está dedicado a ustedes.

-w-

Estaba en ese jardín de niños que tantos problemas le trajo, ahí lo vio, ese cabello cenizo delante de él con esa sonrisa que antes solía darle, cuando lo felicitaba por ser el sobrino de un héroe, cuando él lo seguía con insistencia porque en verdad valoraba a su amigo. Se vio corriendo detrás de él, pidiéndole que lo esperara, pero Bakugou no parecía escucharlo, su corazón se agito cuando lo vio de un momento a otro frente a él un poco más grande, con una mirada llena de desprecio, su mano siendo alejada con un gran golpe.

Quería llorar, sabía que ese había sido el final para una amistad, lentamente él se alejó con sus manos en sus bolsillos, quería seguirlo, pedirle que hablaran, que esta situación se podía solucionar, que ser omega no debía ser un problema para seguir siendo amigos, pero sus piernas no se movían, trato de gritar pero nada salía de su boca; abrió sus ojos nuevamente, se encontraba en ese cuarto de hospital frío y doloroso, su madre estaba en la ventana con su doctora, lloraba, su tío la abrazaba pero su rostro mostraba la preocupación.

—No quiero estar solo – susurro, sus lágrimas empezaron a caer – Me duele mi corazón.

Trato de calmarse, sabía que era un sueño, pero todo lo que sentía era igual que en esos días, cada noche durmiendo lejos de su casa, la doctora inyectándolo, lo ponía a hacer ejercicios que no le gustaban, todo era horrible, solo podía sonreírle a su madre para tranquilizarla. Se escondió debajo de la cama, vio una puerta donde solo el entraba, la abrió, un lindo campo con jazmines se hizo presente, camino por ellas, el sol lo llenaba de tranquilidad.

Un pequeño arrollo se encontraba ahí, sin dudarlo se sumergió en él, nado mientras la risa salía de sus labios, se sentía en paz, cerro sus ojos, pedía que nadie lo despertara, quería seguir sintiéndose de esa manera, quería olvidar sus tristezas, arrancarse sus miedos, perseguir la felicidad que su madre tanto le profesaba; un delicioso aroma a menta invadió sus fosas nasales, empezó a buscar la fuente, salió del agua, corrió, el sol no se apagaba, eso lo motivaba.

Una pequeña casa se encontraba al final del camino, abrió la gran puerta, el aroma se intensificaba, en una habitación vio un pequeño bulto que temblaba, se acercó, vio los ojos más bellos del mundo.

—¿Todoroki kun? – su sonrisa se amplió, él estaba ahí, indefenso muy hermoso - ¿pero porque estás aquí?

—No quiero estar solo – esa suave y triste voz hicieron que lo abrazara con fuerza –

—Estoy contigo, no te dejare nunca – sintió esas manitas sujetarlo con fuerza de su camisa – confía en mí.

Abrió rápidamente sus ojos al escuchar su timbre ser tocado con insistencia, bufo un poco pues quería seguir con el pequeño Todoroki, al girarse lo vio dormido a su lado, abrazándolo por su vientre, lo sacudió un poco, viendo como esos hermosos ojos se iban abriendo.

—Tocan la puerta, ¿esperas a alguien? – le pregunto, a lo que él solo asintió – iré a abrir, trata de despertarte un poco más.

Se levantó sintiendo su cuerpo extremadamente pesado, se odiaba por tener ese síntoma después de cada desfile, abrió la puerta, ahí vio a su alumna.

—¿Tsuyu chan?, ¿Qué haces aquí? – miro a la madre, se sorprendió al ver el tremendo parecido que compartían –

—Sensei buenos días, Todoroki kun nos pidió ayuda – ella sonrió, él no salía del asombro – ¿podemos pasar?

El primer amorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora