Nastagio degli onesti

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Mi embobado ser sólo pudo asentir ante su petición. Realmente le hubiese dado la vida si me la pedía.

-Bien. - Volvió a sonreírme y miró la pintura que teníamos al frente. - Es la historia de esa pintura, es de mis favoritas.

Acompañándolo en su relato, también dirigí mis ojos hacia la pintura, esta vez prestando atención, aunque hubiese preferido continuar viéndolo.

-¿La conoces?

-¿Eh? No...- Respondí muy bajito, de pronto estaba intimidado. La área en la que menos tenía conocimiento sin duda era esta. Nunca me gustó la sensación del no saber.

-Será mejor así entonces. - Me dijo al mirarme, en una tierna voz. Volvió a dirigir su mirada al frente - Bien, pues se llama Nastagio degli onesti, esta es una de las cuatro piezas de un retablo que le encargaron al pintor Botticelli. - Creo que pudo apreciar mi mirada de concentración total en sus palabras pues prosiguió hablando con una sonrisa. Madre mía, me quitaba el aliento verlo. Si no dejaba de sonreír me desmayaría en cualquier momento. Era demasiado... sublime.

-No es totalmente obra de Botticelli, aquel encargo fue uno como cualquier otro y lo llevó a su taller para que sus aprendices hicieran bastante del trabajo... - Sacudió su cabeza. - Pero esa no es la historia que te quiero contar, el encargo consistía en retratar el relato de Nastagio.

-Oh. - Eso me capturó todavía más. Miré la pintura intentando descifrar la historia. Era profesor de literatura, así que encontrar y entrelazar palabras era mi especialidad. Pero al poco rato ladeé mi cabeza tras no lograr sacar nada lógico. El ángel rió ante mi confusión.

-Espera, te lo contaré. Nastagio era un hombre enamorado, vivía amando a una doncella que no le correspondía. No importando ninguna de sus acciones por ella. Por más que intentaba, siempre recibía un no como respuesta. Derrotado, y por consejo de sus amigos, se va al bosque a acampar para olvidarse de su amor. - Esta vez miré el cuadro analizando los instantes del relato pintados, mientras seguía escuchando la voz suave de fondo.

-Una tarde, se encontró con una escena cruel. Vio una dama desnuda corriendo, pues era perseguida por unos perros y un hombre sobre su caballo. Nastagio, claramente horrorizado, intenta defenderla. Pero, el hombre frente a él le dice la razón de su abuso. Le cuenta que estuvo en su lugar, que aquella mujer también fue dueña de su corazón e igualmente lo rechazó. Dolido murió al poco tiempo y la mujer no se entristeció, se alegró, pero no tardó en uniersele en la muerte. Como castigo, estaban ambos condenados a que él la persiguiera todas las tardes por el bosque con los perros, hasta atraparla, para luego sacarle el corazón y darle este como comida a los perros.

-Woah, eso es... Digo, vaya manera de no saber afrontar el rechazo. - El ángel volvió a reír ante mis palabras.

-Lo es, sin dudas, pero Nastagio lo encontró gratificante. Se encontró con una oportunidad para tener a su amada a su lado.

-¡¿Sacarle el corazón?!

-No, no. - Respondió divertido. - Peor. Ahora él conocía que aquella escena tenía lugar todas las tardes, así que junto con sus amigos planeó un banquete con las mesas acomodadas alrededor de donde ocurrían los hechos. Invitó a su querida y les dijo a sus amigos que hicieran lo mismo con aquellas que estos pretenden.. Cuando llegó el momento, las mujeres y todos los presentes observaron horrorizados la escena, justo como Nastagio la primera vez. Cuando esta desapareció, las mujeres temiendo por caer en el mismo destino, aceptaron la mano de los hombres. Así Nastagio pudo estar con su amada por fin.

Había olvidado el hechizo que tenía con el hombre que me hablaba por uno nuevo con la pintura. La observaba con detenimiento, observando las escenas, los detalles, todo. Me encontraba maravillado. No es que no me interesara el arte pictórico, pero jamás lo había visto de esa forma. También las pinturas contaban historias. Tenían cosas por decir que te hacían sentir justo como la literatura. Sonreí complacido ante todo lo que acababa de reflexionar. Había encontrado algo nuevo que amar.

-¿Puedo pedirte otro favor? - Saliendo de mis pensamientos vi a la persona que tenía al lado, quien ahora se veía bastante serio.

-Sí, sí.- Esta vez sonreí yo. Agradecido por su historia.

-Mmh, este favor es uno... más complicado. ¿Aún aceptas?

-Lo haré.- Ni siquiera esperé unos segundos, hablé de inmediato.

-Quiero verte, aquí, de nuevo.

Mis ojos se abrieron en gran sorpresa, cómo era posible que aquel ángel me pidiese verme de nuevo, cuando era yo quien anhelaba hacerlo.

-Pero, verás, no solamente un día...- Desvió su mirada a la pintura. - Quiero verte aquí de nuevo por un mes. Todos los días.

-¡¿Todos los días!? - Dije lo que pensé en voz alta, posiblemente sonó grosero. Pero estaba sorprendido, demasiado.

-¿Es mucho? Yo... quiero seguir contándote historias. - Bajó su mirada con semblante triste.

-No, no, es, eres perfecto. Quiero decir, es perfecto. Quiero que me sigas contando historias. - Me miró y sonrió, luego se paró del asiento.

-Jimin, soy Park Jimin. Te veré mañana, a las 2. Adiós, ten un lindo día. - Salió de la habitación manteniendo esa sonrisa que me volvía loco dejándome hecho un desastre completo.

Justo cuando se dejaron de oír sus pasos caí en cuenta. Había aceptado ver a un completo extraño por todo un mes.

Museo de un ángel | KookminDonde viven las historias. Descúbrelo ahora