El tiempo era frío, habían nubes grises y el viento golpeaba la bufanda oscura que yacía en mi cuello. Tenía puesto un abrigo negro largo que siempre me acompañaba a donde fuera. Siempre estaba rodeado de negro. Me gustaba el color, pero nunca pude verlo en mí. Tal vez, si soy completamente sincero, sólo me gusta el negro. Caminaba entre las calles dirigiéndome hacia el hogar de mis mejores amigos, Kim Seokjin y Kim Namjoon. Un par de irresponsables.
Suspiré cuando me di cuenta que había llegado al complejo de apartamentos. Odiaba a los niños, y hoy tendría que cuidar a uno. Mejor dicho, una. Mis queridos amigos habían olvidado que agendaron "las reservaciones más importantes de sus vidas" como ellos dijeron, en el día en que su hija tenía que visitar la exposición del museo a la que la habían mandado. La cual también era la más importante de su vida pues de ello dependía su calificación de curso. No tenía la menor idea de cómo es que lograron mantenerla sana y salva durante 10 años. No, creo que sí lo sé. Ella es quien los mantenía a salvo.
Son muy capaces e inteligentes por separado, pero cuando están juntos, parece ser que ninguno de sus cerebros logra carburar. Por ello son una pareja fascinante. Siempre tienen consigo situaciones curiosas a las cuales, a veces para bien y aveces para mal, soy arrastrado. Como la de hoy.
Ubiqué el número correcto entre las puertas del pasillo y toqué el timbre. Mientras esperaba que por favor me dijesen que me liberarían del tormento de cuidar a una persona pequeña, la puerta se abrió.
-¡Jungkook! Adelante, adelante. - Jin me recibía con una sonrisa en la cara. Antes de poder responderle un diminuto ser llegó a abrazarme.
-Oh, hola a ti también. - Le dije a la niña, dando palmaditas en su cabeza.
-¡Tío galleta! - Me decía la diminuta persona mientras se aferraba a mi pierna.
-Leilani, ya te dije que puedes tirar a alguien si llegas a saludar tacleando. - Namjoon decía negando con la cabeza, mientras caminaba por el pasillo arreglándose las mangas de la camisa. - Lo siento, últimamente está muy enamorada de los koalas. Te agradezco mucho que nos ayudes hoy.
-Aún no termina el día, no me agradezcas todavía. - Tenía miedo de quedarme a solas con Leilani, no sabía cómo tratar a niños y probablemente no sea una agradable compañía. Ella terminaría odiándome al final. Nunca la había cuidado por mi cuenta, cada vez que me veía atrapado en esa situación encontraba la excusa perfecta, pero esta vez no pude escapar.
-Oh vamos, los niños te aman. Eres un exagerado. Además sólo vas a llevarla, ahí estará todo su grupo, con su profesora y con los padres que hoy se ofrecieron como guardia de los niños. Cosa que te he estado repitiendo toda la semana, dramático. - Jin me apuntaba con un dedo y luego desapareció en el dormitorio, para arreglar también algo de su camisa. Los dos se encontraban a medio vestir. Y yo seguía a medio metro de la entrada. Leilani corrió por el pasillo a traer algo de su cuarto probablemente. Avancé a la sala, quedándome parado con una mueca de pocos amigos.
-Ten, aquí está su mochila. - Namjoon me entregó una pequeñita maleta lila. - Lleva también una lista de qué hacer en caso de que sucedan varias hipotéticas situaciones. - Puse una cara de preocupación bastante fea.
-¡Namjoon! - Jin le dio un golpe en la cabeza. - Deja de asustarlo. Estarás bien, Leilani te ama y, te repito.- Se acercó Jin y me vio con la cara más seria que tenía. - Llevarla al museo, y traerla de vuelta, sana y salva. ¿Fácil, no? Así que no tienes de qué preocuparte.
-Vale, vale, está bien. Pero será mejor que nos vayamos ahora. Llegaremos tarde.- Busqué con la mirada a la pequeña que volvía de su cuarto ahora con un diminuto abrigo. - ¿Estás lista?
-¡Siiiiiiiiii! Vamos tío Jungkook. - Besó a sus padres en la mejilla y se apresuró a tomarme de la mano mientras me dirigía a la puerta. Jin y Namjoon se despidieron de nosotros con una sonrisa divertida por la escena que les estábamos dando y salimos con dirección al museo.
ESTÁS LEYENDO
Museo de un ángel | Kookmin
FanficJungkook aceptará hacerle un favor a un desconocido, lo que, muy probablemente, será la mejor decisión de su vida. Una historia para los amantes del arte, o para los amantes del amor. Ojalá le des una oportunidad. Hay un cachito de mi ser en Jungko...