Paisaje de primavera ideal

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Caminábamos hacia las afueras del museo y a mi lado a veces tenía a Jimin y a veces no. Iba y venía dando saltitos de felicidad. Fue un alivio verlo así después de su estado en la semana. Me hacía sonreír como un idiota.

En frente del museo estacioné mi auto y sé que el gran saltarín lo reconoció de inmediato puesto que corrió hacia el.

-¿Realmente amas la feria, verdad? - Sacaba de mis bolsillos las llaves del coche para abrir los seguros desde lejos mientras caminaba.

-¿Quién no la ama? - En cuanto oyó los seguros abrirse, Jimin se adentró en el asiento de copiloto. En unos segundos más estuve con él a su lado en el asiento contiguo.

-¿Listo? - Alcé una ceja. Captó mi pensar al instante y se puso el cinturón.

-¡Listo!

No lo hice esperar más y después de colocarme el cinturón también, prendí el motor y nos pusimos en marcha hacia la feria. No quedaba muy lejos, era media hora en coche.

-¿Puedo poner música?

-Claro. - Le sonreí sin quitar la mirada del camino. La música comenzó a sonar y pronto Jimin encontró una que le gustó.

-Uh, ¡amo esta canción!

-¿Así que nuestro cuenta historias es fan de Steve Aoki?

-Nooooo. Pero qué bueno que conozcas la canción, es muy buena. ¡Waste it on meeeeeeee, waste it on meeeee!

Jimin comenzó a cantar y no pude evitar reír de felicidad. No solamente cantaba muy bien, sino que también estaba haciendo gestos exagerados.

-¡So if love is nothing more than just a waste of your time! - Lo acompañé cantando, también amaba la canción.

Nunca me gustó manejar, la soledad que me provocaba el espacio sobrante del auto era una sensación incómoda, pero desde que había descubierto que podía convertirse en un karaoke si Jimin estaba conmigo, le había tomado cariño. Aunque hubiesen sido solamente dos veces con él a mi lado.

Así, nuestros 30 minutos pasaron volando entre canciones y risas. Cuando entré al estacionamiento de la feria, Jimin volvió a convertirse en un saltarín. Paré el auto y casi corro intentando ganarle a mi ángel en abrir su puerta. Quería hacerlo sentir especial y sobre todo, que fuese una cita real. Me sonrió cuando también le ofrecí mi mano al bajar y la tomó.

Hubiese seguido sonriendo pero me soltó tan pronto estuvieron sus pies en la acera. Salió corriendo hacia la entrada.

-¡Kooooookie! - Me gritaba. - ¡Vamooooos!

Yo caminé despacio hasta él divirtiéndome con sus saludos desde lejos. Cuando llegué a su lado no faltó mucho para que le entregásemos los boletos a la persona que atendía y entramos.

-¡Ahhh! ¡Mira! ¡Qué bonito! - Jimin miraba hacia todas partes mientras daba mini aplausos. Mientras tanto yo sonreía con ternura. Ver a el ángel ahora como el ilusionado feliz por todo, me hacía sentir muy bien. Era bueno para mi corazón.

-¿A dónde quieres que vayamos primero?

-¡Uh! ¡Uh! Vamos a las tazas. - Antes de poder responder Jimin corrió hacia el juego.

-Las tazas será.- Dije a la nada. No me importaba que se fuera, todo lo contrario. Estaba disfrutando tanto que lo único que me producía era alegría.

Al ser viernes, pensaba que habría más personas. Sin embargo había poca fila en la mayoría de los juegos. Jimin y yo pasamos rápido a las tazas y aunque yo no era muy fan de los giros disfruté mucho de dar vueltas.

Museo de un ángel | KookminDonde viven las historias. Descúbrelo ahora