Starry night

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A la mañana siguiente desperté gracias a el sonido de mi alarma como jamás me había despertado en mucho tiempo, feliz.

Me apresuré a guardar algunas cosas necesarias para el corto viaje y alisté mi traje. Analizando todo, realmente no me había olvidado de la boda de Hoseok. Digo, tenía listo mi traje y el regalo que le daría. Creo que más bien, todo lo que he estado haciendo estos últimos días es en automático. Vivía sólo cuando estaba con Jimin.

Puse todo en el coche que muy pocas veces utilizaba pues me gustaba más caminar y lo puse en marcha. Manejé tranquilo al principio, pero entre más me aproximaba, más nervios tenía. ¿Qué le habrá causado mi despedida ayer? Si es que siquiera le causó algo. ¿Será que también le parezco atractivo? ¿Tendrá alguna pizca de interés en mí?

Aparqué frente al edificio de ayer y antes de que pudiera bajar, vi por la ventana una cabellera oro caminando hacia mi con una maleta y una sábana amarilla que lo envolvía. Venía con un pantalón gris y una sudadera del mismo color. Me quería morir de ternura. Me apresuré a bajar.

-Buenos días ángel. - Tomé la maleta también y él la soltó.

-Uhm, buenos días Kookie. - Me respondió con una voz adormilada. Se veía tan bonito así.

Le abrí la puerta del coche, y cuando estuvo adentro fui a mi lado del conductor.

-¿Tienes frío?

-No, no. Sólo que tengo sueño. - Habló con voz adormilada.

-No eres una persona de mañanas.

-¿Quién lo es? - Se acurrucó en el asiento y se cubrió más con la sábana.

-¡Eh! Espera bello durmiente, ponte el cinturón. Luego podrás descansar si gustas.

De mala gana se puso el cinturón y volvió a su posición anterior. Encendí el coche y emprendí el viaje. Me hubiese gustado hablar con Jimin, pero a los pocos minutos de avanzar cayó perdido en el mundo de los sueños. Cosa de la que no me quejaba. Cada parada, lo observaba y una sonrisa salía de mis labios.

Cuando ya quedaba media hora de camino, de reojo lo vi estirarse.

-Buenos días, ya venimos de regreso. La boda ha acabado. - Se rió.

-Ah déjame, dormir es fabuloso. ¡Oh! ¿Han pasado dos horas? - Decía mientras veía el reloj del tablero.

-En efecto.

-Pero no tienes prendida la radio, ¿qué hiciste todo este tiempo?

-Pues manejar. - Y verte. Me encogí de hombros. Recibí un empujón suave en mi hombro. - ¡Auch!

-¿Puedo prenderla ahora?

Asentí. Jimin puso una estación en la cual no dejaban de poner canciones que nos encantaban a los dos. Me gustaba que nos gustara la misma música. ¿Eso tiene sentido? Es como que me abrigaba el hecho de descubrir que habían muchas cosas que nos unían. Esa media hora mi auto se transformó en un karaoke portátil.

Poco a poco, dejamos atrás a la ciudad para abrirnos paso entre paisajes verdes y para la milésima canción, pronto comenzamos a ver pequeñas casas, y variados puestos. Con collares, ropa, artesanías. Recorriendo las calles que ahora eran más estrechas, leía con cuidado las pequeñas placas de las esquinas.

-Uh, por aquí es.

-¿Por aquí es la boda?

-Oh, no. Donde vamos a quedarnos. Más tarde verás dónde es la boda. De hecho, será antes, tengo que ir con mi amigo para revisar sus votos.

Museo de un ángel | KookminDonde viven las historias. Descúbrelo ahora