Mapa del infierno

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Si bien, mi vida era poco interesante, desde que comencé a leer, gocé de una imaginación vivaz. Además de que, a falta de mi poca empatía con los sentimientos plasmados en los escritos que rondaban en mi adolescencia, me dediqué a leer muchísimos. Todos los que pudiera. Con el fin de llegar a comprender a qué se referían. Nunca llegué a entenderlo.

Hasta hoy.

Agradecía, sin embargo, mi tiempo gastado en tales textos. Pues justo en este momento planeaba ponerlos en práctica para hacerle la cena más romántica que pudiese lograr, para Jimin.

Me bañé, y para exagerar y sobre todo, remarcar la importancia de la situación, decidí ponerme un pantalón de vestir, una camisa, unos tirantes y un saco. Todo en color negro. Descubrí mi frente y me coloqué perfume.

Arreglé mi sala y comedor. Moviendo cosas de aquí para allá, con el fin de crear un fuerte de almohadas y sábanas. Mi ángel me había contado que siempre fue su sueño acampar y tener una pijamada, pero fueron cosas que no pudo hacer en su niñez. Quería hacerle saber que estaba escuchando y que estaba dispuesto a cumplir cada una de sus fantasías con tal de verlo sonreír toda la vida.

Tenía algunas frutas congeladas y las acomodé lo mejor que pude en pequeños platitos. Como aún tenía tiempo, pues Jimin me dijo que tardaría una hora y media, busqué entre mis repisas y encontré chocolate. Así que lo fundí y también lo serví cerca del fuerte que había creado.

Esta noche, sin importarme poco sobre tiempos y racionalidades, quería pedirle que esté a mi lado. Como mi pareja. Claro que comprendía que aún no nos conocíamos tanto, pero estaba absoluta y completamente dispuesto a darle la oportunidad a esto. A nosotros. Porque ahora existía un nosotros, y tal conocimiento me provocaba una sensación de calor en el pecho.

Calor que pasadas dos horas, se enfrió. Me dije a mi mismo que tal vez era causa de que Jimin había tenido que organizar algunas cosas más antes de venir conmigo. Me dije que nada malo pudo haberle pasado puesto que se veía maravillosamente cuando se fue. A pesar de todo, lo estuve checando. Cuidando su temperatura y procurando escuchar bien sus latidos para que no se repitiera lo de la feria.

Intentaba convencerme de que pronto lo vería llegar y todo estaría bien. Pero cuando la tercera hora llegó. Salí casi corriendo hacia mi coche. Conduciendo a toda velocidad hasta llegar a su apartamento. Toqué. Toqué. Toqué. Y volví a tocar. Nadie respondió.

-¡JIMIN! ¡¿Jimin estás ahí?! - Esta vez toqué la puerta con toda la fuerza que tenía. - ¡Jimin por favor! ¡Dime que estás bien! ¡JIMIN!

Lo siguiente que supe es que una luz golpeaba mis párpados. Molestandome. Me dolía el cuerpo, me dolía todo.

-¿Muchacho, se encuentra bien?

-Yo... eh...- De a poco fui abriendo los ojos y vi a una señora, casi una abuelita, frente a mí. Con cara muy preocupada.

-¿Le pasó algo? ¿Necesita un doctor?

Negué rápido con mi cabeza. Los recuerdos me golpearon. Parece que toqué la puerta de Jimin hasta el cansancio.

-Yo... Estaba buscando a un chico.

-¿Uh? ¿Un chico? ¿No será Jimin de casualidad?

Mi terrible noche y fatiga parecieron evaporarse por aquella esperanza.

-¡Sí lo es! ¡¿Lo conoce?! - Me apresuré a pararme.

-Claro. Somos los únicos en este edificio, soy su vecina. De vez en cuando lo ayudo con su limpieza.

-¿Podría..? ¿Usted podría llevarme a su apartamento? Me preocupa que le haya pasado algo malo, yo sólo quiero saber si está bien.

La señora pareció dudar un poco, pero luego suavizó su gesto.

-De acuerdo. Sígueme.

Caminábamos por un pasillo dentro del edificio hasta que la abuelita se detuvo frente a una puerta. Buscó entre sus llaves y abrió el cerrojo. Yo no perdí tiempo y corrí dentro en cuanto vi que la puerta comenzaba a abrirse.

-¡¿JIMIN?! ¡¿JIMIN?! - Grité y grité mientras recorría cada centímetro de su departamento. Nada. No había señales de él. Ni siquiera parecía que había pasado alguien aquí en unos días. Todo se veía intacto. En cuanto un pensamiento llegó a mi mente, me dejé caer sobre mis rodillas.

Jimin había desaparecido.

Museo de un ángel | KookminDonde viven las historias. Descúbrelo ahora